martes, 22 de noviembre de 2005

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Leo (El Mundo-Baleares/21-10-2005)

'Francisco José Hernando, Presidente del Tribunal Supremo, alerta del riesgo de una reforma como la del Estatuto catalán sin contar con el consenso entre los dos partidos mayoritarios y defiende el derecho del Consejo General del Poder Judicial a intervenir en las decisiones de trascendencia para el país ... El proyecto de Estatuto catalán supone un nuevo marco de convivencia y de inserción de Cataluña dentro de España ... La carrera judicial rechaza tanto la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial como la del Estatuto catalán ... Además, ya le digo: el Constituyente fue claro al decir que las funciones del gobierno del poder judicial corresponden al Estado y no a las comunidades Autónomas. También fue muy claro a la hora de establecer un poder judicial único y no fragmentable como emanación, que lo es, de una soberanía que también es única y no fragmentable'.

Leo en LibertadDigital/21 y 22-11-2005:

ERC califica las palabras del Presidente del CGPJ (Hernando) de 'payasadas'. Joan Tardá, su portavoz, las califica de 'ridiculas y esperpénticas'. José Blanco (el 'P') le acusa de 'mentir'. López-Garrido (idem) añade que 'lo hace a conciencia y para servir los intereses del PP'.

La máxima política del ('P'- antes PSOE) es: 'el que me contradice es un mentiroso; el que me critica es un facha'. La esperanza ya sólo está en la ciudadanía. Por desgracia no podemos esperar, a estas alturas, que esta gente tenga un poco de educación y cordura. Les da igual descalificar al que sea. Lo importante es lanzar el mensaje de que nadie se salvará del insulto y la descalificación si se atreve a disentir. Como no tienen argumentos, hacen lo que les queda: insultar.

Estos son los resultados de las sonrientes promesas del sonriente Presidente Rodriguez: talante dialogante, por detrás y por delante. El Presidente del Tribunal Supremo, no sólo está ejerciendo, de forma respetuosa, la libertad de expresión sino que está dando razones amparadas por la Constitución española, de la que es un experto. No hay ninguna justificación para estas groseras reacciones a las que ya, desgraciadamente, nos tienen acostumbrados.

La marginación y el desprecio de los social-nacionalistas que mandan hacia Rosa Díez y los buenos socialistas como ella (que comenté en una anterior 'Noticia') ejemplifica lo bajo que han caído los actuales representantes del, mal llamado, socialismo español.

Sebastián Urbina.

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