martes, 12 de junio de 2007

IDIOTAS CON TÍTULO


IDIOTAS CON TÍTULO.



Phillip Allot (Ex diplomático británico y profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Cambridge) dice:

La democracia y el capitalismo son sistemas más totalitarios que el nazismo o el estalinismo''.
'El totalitarismo tradicional- el del III Reich, el del imperio soviético o el de la China maoista-, se caracterizaba por tomar el control de las personas por la fuerza ... El totalitarismo de los sistemas democráticos y capitalistas está tan desarrollado que hasta nuestros deseos están determinados por el sistema. Deseamos, como seres humanos, lo que la sociedad desea que deseemos, y eso es algo increíble. La gente normal no es consciente de ello, pero sus líderes deberían serlo porque, obviamente, se trata de un gigantesco desafío para la filosofía y la religión. ¿Cómo se pueden humanizar estos sistemas? Esa es la pregunta a la que debemos dar respuesta'.





Una estupidez, o mala fe, habitual en los que no desean aclarar los problemas, consiste en utilizar los mismos términos para realidades muy diferentes. Por ejemplo, 'totalitarismo'. Dice la R.A.E: 'Régimen político que ejerce fuerte intervención en todos los órdenes de la vida nacional, concentrando la totalidad de los poderes estatales en manos de un grupo o partido que no permite la actuación de otros partidos'.



Veamos lo que dice el diccionario Oxford de filosofía, de Simon Blackburn: 'El principio de gobierno según el cual todos los acuerdos privados e institucionales están sometidos al control del Estado. No hay, por tanto, asociaciones autónomas, ni hay ninguna distinción reconocida, legal o de principios, entre lo público y lo privado'.
¿Cómo se puede utilizar el mismo término para referirse a realidades tan diferentes? Dado que este señor no puede ser tan imbécil, opino que lo hace con mala fe. Pero esta mala fe tiene su origen en el odio a Occidente, a su cultura y a sus instituciones. ¿Por qué? Este es, al menos por ahora, un misterio. J.F. Revel muestra su perplejidad por la cantidad de intelectuales occidentales que desprecian u odian a Occidente y lo que significa. Esto no significa que sea idiotas al cien por cien. Lo son cuando hablan de política. Son unos idiotas políticos.

Esta cretinez galopante ha afectado a personas de muchos más relieve que Phillip Allot. Veamos cómo una de las mentes más preclaras (en su ámbito lógico y filosófico) puede decir bobadas alarmantes en cuanto se sale de su ámbito. Por ejemplo, Bertrand Russell estimaba en 1937 que la Alemania nazi no representaba un peligro para las democracias, a condición de que éstas consintieran un desarme unilateral.

Las idioteces, como la anterior, se mezclan con las mentiras (aunque siempre en la misma dirección) como la siguiente: 'A pesar de las innumerables refutaciones de la tesis difundida por la KGB, todavía podía leerse en el número 894 del semanario español
Cambio 16 (16 Enero 1989) un artículo en el que se mantenía la teoría fantasmagórica y científicamente insostenible según la cual el sida había sido una creación del Pentágono'. (J.F. Revel, El conocimiento inútil).


Añade el sr. Allot que 'nuestros deseos están determinados por el sistema'. Al rojerío internacional le encanta el término ''sistema'' porque supone que es una bicha malvada, a la que nadie ha visto, pero que nos hace un daño inaudito y nos controla totalmente. Ahí está la esencia del mal, en el ''sistema''. Pues bien, parece que el ''sistema'' quiere que el sr. Allot desee equiparar la democracia con el nazismo. ¿A qué se debe que el ''sistema'' quiera tales estupideces? Misterio. ¿O no se trata de un deseo? ¿Tal vez al 'sistema'' no le importen las creencias sino sólo los deseos? Pero ¿por qué? Si el 'sistema'' es tan malvado debería querer controlar deseos y creencias. Misterio.



Pero hay una salida, típica del rojerío. La gente normal, como dice el sr. Allot, no se da cuenta de que la manejan. Pero sus líderes sí se dan cuenta. O sea, el Presidente Rodriguez y M. Rajoy, se dan cuenta de que el ''sistema'' nos maneja de manera vil y malévola. Pero, o bien no dicen nada, o lo dicen, pero nosotros no les entendemos o no queremos entenderlos. En fin, que todo esto se parece al mito de la caverna de Platón.

La gente vulgar, como nosotros, está encadenada. Sólo ve las sombras. No ve la auténtica realidad. ¿Quién la ve? El sr. Allot. Dado que le debe dar vergüenza decir que sólo él lo ve, añade a la lista los líderes políticos. Todos ellos ven la auténtica realidad y se dan cuenta de que es monstruosa. Pero nosotros, infelices y estúpidos, creemos que la democracia y la sociedad de mercado son mejores que el nazismo y el estalinismo. ¡Pero en realidad son iguales!



Otra idiotez del sr. Allot es decir que los totalitarismos tradicionales se basan en la fuerza y los totalitarismo modernos (como la democracia) se basan en el control de la conciencia. Sin embargo, el control de las conciencias ha alcanzado cotas altísimas en los sistemas totalitarios de verdad. Entre otros motivos porque no hay libertad, porque no hay partidos de oposición, porque no hay prensa libre, etcétera. Claro que para el sr. Allot todo esto es falso de toda falsedad. En realidad, en las democracias no hay libertad pero somos tan estúpidos que así lo creemos. ¡Veis como hace falta la revolución!

Otro detalle sin importancia. El nazismo y el estalinismo (o el comunismo, en general) han aportado a la civilización más de cien millones de muertos, campos de concentración, campos de exterminio, y un rotundo fracaso económico. Pero, por lo visto, son igual de totalitarios que las democracias. Realmente, el sr. Allot debería ir a vivir a Corea del Norte o a Cuba. Al menos por una temporadita. Larga. Pero sin privilegios. Como el pueblo llano.


Dijo George Orwell: 'Hay alguna ideas tan estúpidas que sólo los intelectuales pueden creer en ellas'.
Cita unas palabras de Bertrand Russell: 'Para evitar una invasión alemana, Inglaterra debería desarmarse y recibir a las tropas nazis como turistas'.


Sebastián Urbina.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer precisamente estaba comentando con un amigo de izquierdas la película "La vida de los otros", y me aseguró que nuestra vida actual no es tan diferente: nos siguen controlando y manipulando, pero de forma tan sutil que ni nos damos cuenta. Aparte de que compararnos con la afortunadamente extinta RDA es un disparate, es cierto que hay mucho borrego que está dispuesto a seguir la norma: vestir a la moda, pensar a la moda, leer el último best-seller...pero en estos casos, el problema no está en el sistema, sino en la persona. Un sujeto vulgar actuará según le dicte su gregarismo; el que no lo sea, intentará buscar su propio camino (dentro de las posibilidades que ofrece la sociedad actual, que son muchas más de las que una visión superficial pueda ofrecer). En cambio, en el totalitarismo, tanto los gregarios como los que no lo son actúan, no en virtud de su naturaleza, sino al son de los dictados de los líderes. Y aún cuando fuera cierta la tesis de que "nos manipulan", por lo menos en una sociedad pluralista podemos elegir a los manipuladores, cosa que no sucede en un régimen autoritario. Mi extraordinario amigo terminó afirmando con mucha seriedad que, si bien en la RDA no había libertad, por lo menos "comían: no pasaban hambre". La de cosas que vendería la gente por un plato de lentejas.

Sebastián Urbina dijo...

Un buen comentario. Citaré a Tocqueville para su amigo de izquierdas, aunque tengo mis dudas de que sirva para algo:
'Nada es más fértil que el arte de ser libre, pero nada es más duro que el aprendizaje de la libertad'.

Anónimo dijo...

Buenas tardes, amigos.

Viajé a La Habana, Cuba, hace cuatro años. Estuve en esa ciudad, y alrededores, durante una semana. Tanto tiempo sin salir de la capital y sin estar demasiado tiempo en el hotel (de la cadena mallorquina por antonomasia, al final del malecón, frente a una desvencijada "gasolinera) me dio oportunidad de patear las calles habaneras y conocer a muchos cubanos. Estuve en el Floridita, en la Bodeguita del Medio, en fin, en todos los lugares turísticos y también en los menos turísticos, donde los guías que se te acoplan te van paseando por los baretos donde cobran comisión y te hablan susurrando y mirando a todas partes, los que necesitan pases oficiales para desplazarse de una ciudad a otra... Y pude comprobar como el castrismo ha eliminado las desigualdades. Efectivamente, salvo los jerarcas comunistas, y sus ostentosas viviendas, todo es miseria y todos los cubanos son igualmente miserables. Las casas son asignadas por el gobierno, la prostitución es la primera fuente de ingresos de los, y las habaneras. Los "paladares" (casas particulares) te invitan a comer y luego te cobran. Todo muy musical, muy caribeño... Menuda estafa. Y sí, vi mendigos durmiendo en las calles a los que el mundo ignoraba, y vi tristeza y resignación a partes iguales, y olí a orines y a petróleo en toda la ciudad (hay una refinería en la ciudad) y ví niñas ofreciendo sus cuerpos a los turistas a cambio de bragas o zapatillas deportivas. Ni siquiera pedían dinero...
Y luego en España, en Palma de Mallorca, los progres te espetan que allí nadie pasa hambre, que están todos escolarizados y que tienen el mejor sistema sanitario del mundo, y patatín y patatán... Y te lo suelen decir aquellos que no ha pisado Cuba en su vida, pero que sí ha visto los reportajes de Informe Semanal.
Por cierto, Juan Carlos I, que en treinta años no ha pisado ni Ceuta ni Melilla impuso una medalla a Erich Hoenecker, cuando fue doctorado "honoris causa". El que fuera último Jefe del Estado germano-oriental... ¿Ha pedido perdón por ello? ¿Qué dicen los progres?

Anónimo dijo...

Se me ocurre un comentario harto esclarecedor:

Los progres de salón suelen despotricar contra las modernas democracias occidentales, PORQUE NUESTRO SISTEMA DE LIBERTADES SE LO PERMITE, sin embargo esas mismas críticas que les permite ese sistema tan malo capitalista y opresor, son precisamente para enaltecer los supuestos paraisos comunistas, donde paradojicamente se ENCARCELA Y SE FUSILA, por ejercer la libertad de ideología. (entre otras muchas).
Es sin duda paradójico pero a la vez ruín mezquino y cobarde.

Una última cuestión:

¿Alguien podría decirme el número de personas que cada año decide emigrar de una democracia a una dictadura comunista?

¿y el número de emigrantes que deciden salir a toda costa de esos infiernos sectarios para empezar una nueva vida donde se respeten sus derechos y deberes más básicos?

Hagan números, las cuentas no fallan.


Alejandro.