sábado, 13 de octubre de 2007

DORIS LESSING Y EL NOBEL


13/10/2007.

Doris Lessing y el Nobel de Literatura.



La fuerza de la rutina, la pereza mental y el sectarismo ideológico, son tan fuertes, que a pesar de las pestes que ha soltado contra el movimiento feminista, la Academia Sueca sigue vinculando a Lessing con su conocida obra feminista,
El cuaderno dorado, de 1962.

A pesar de que en los años cincuenta, en Inglaterra, se hizo comunista, y trabajó sirviendo copas en un puticlub, también renegó del Partido Comunista. Lo que es una muestra de inteligencia, valentía y honestidad.

Si es cierto que su obra puede entenderse como 'las ilusiones perdidas de mi generación', su afirmación de que cualquier idealismo es un error contrasta con sus críticas a las nuevas generaciones, en el sentido de que les falta compromiso.

Si por 'idealismo' entendemos, por ejemplo, lo que decía Platón, que las Ideas son más reales que el mundo sensible, me parece bien afirmar que el idealismo es un error. Pero si, por idealismo, entendemos algo más cercano al sentido habitual, como la creencia en algún ideal moral, la cosa cambia.


Yo creo que, en este sentido, deberíamos distinguir entre utopías débiles (idealismos débiles) y utopías fuertes (idealismos fuertes). Los primeros tipos de utopía son esenciales para mejorarnos como seres humanos, ya que nos impulsan a no aceptar, sin más, la realidad presente. Hay muchas cosas que deberían mejorarse. Por ejemplo, la educación o la sanidad. Pero hay muchas más cosas que nosotros podríamos mejorar de nosotros mismos. No quedar satisfechos de nosotros mismos es una manera de estimular nuestras potencialidades. Aunque hay diversas maneras de hacerlo.

En un sentido parecido, podríamos distinguir entre los perfeccionismos personales (que son buenos y deseables) y los perfeccionismos sociales (que son abominables y totalitarios). ¿Por qué? Porque el perfeccionismo personal lo decido yo. Yo decido, por ejemplo, que, a partir de ahora dedicaré tres horas a la semana a ayudar a personas desvalidas. En cambio, los perfeccionismos sociales se imponen a los demás por una cúpula de iluminados que detentan el poder. Y que creen saber lo que, realmente, conviene a los demás. Gente imperfecta, claro es.

Por otra parte, están las utopías fuertes. Se trata de proyectos irrealizables. El comunismo es un típico ejemplo. Cuando algo no se puede realizar, como una utopía fuerte, se fuerza la realidad (los seres humanos) para conseguir la realización del objetivo deseado. De ahí la crueldad y los muertos que acompañan la historia del comunismo. Léase, por ejemplo, El libro negro del comunismo, de S. Courtois, N. Werth, J.L. Panné, A. Paczkowski, K. Bartosek, J.L. Margolin. Editorial Planeta, 1998. Todos los totalitarismos producen muerte y destrucción pero el comunismo es el totalitarismo con mayor número de muertos a sus espaldas.

Una última colleja para editores, directores y fauna parecida, con las excepciones de rigor. Cuando Lessing ya era la escritora anglosajona más leída, entregó el manuscrito de su novela, Diario de una buena vecina a su agente, con el seudónimo de Jane Somers. Fue rechazada por todos. Lessing quiso demostrar que la maquinaria de las editoriales ( y de los periódicos, añadiría) no se guía por los méritos literarios, sino por el éxito.

Me olvidaba. No creo que los idealismos débiles (utopías débiles) sean un error. Todo lo contrario. Y creo que un sector, nada despreciable, de los jóvenes de hoy, desconoce el compromiso, o se lo pasa por la entrepierna. Y hay, también, una minoría muy buena. Lo que cambia no es la división entre 'pasotas' y 'comprometidos', sino las respectivas proporciones. No es dogma de fe, pero he sido profesor durante treinta años y esta es mi experiencia.


Sebastián Urbina.

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