viernes, 18 de enero de 2008

LOS HEREDEROS DE FRANCO.




18/1/2008.




LOS HEREDEROS DE FRANCO.

Usted habrá oído y leído que los herederos de Franco son los políticos del Partido Popular, así como sus votantes. Es falso. ¿Por qué? Aunque el franquismo no es un período monolítico, ya que no es lo mismo, por ejemplo, la España anterior a la década de los sesenta que la España posterior, hay algunos rasgos característicos. Podríamos resumir diciendo que es el autoritarismo político. Esto supone entre otras cosas, la negación del pluralismo y la libertad, típicas de la sociedad democrática. Había un camino único. El camino dictado por el poder. El tomar otro camino era ilegal y convertía a los discrepantes en ilegales, a la espera de la correspondiente sanción.

Algunos de sus rasgos básicos serían estos: Confesionalidad del Estado, Unidad e Integridad de la Patria, Monarquía sin Monarca (en 1947 se declara que España es un Reino) y Representatividad Corporativa (familia, municipio, sindicato). ¿Acaso el Partido Popular defiende estos rasgos para nuestra España democrática? ¡Claro que no! Se trata de la persistente mentira que caracteriza a buena parte de la izquierda y a los nacionalistas. Pero ahora quiero centrarme en los herederos del franquismo.

Entiendo que sus herederos políticos son los que más se acercan a la exclusión o debilitamiento del pluralismo político. ¿Acaso los nacionalistas periféricos excluyen el pluralismo? Legalmente no lo hacen. Son, oficialmente, demócratas. Aunque la Constitución Española les importa un rábano y la utilizan a su conveniencia, nuestra Constitución dice en su artículo 1 que los valores superiores son: libertad, justicia, igualdad y pluralismo político.

Sin pluralismo político no hay respeto por la libertad. Es decir, se niega la libertad a ciertos ciudadanos para que puedan adoptar puntos de vista y opciones políticas diferentes, dentro del marco democrático. Sin pluralismo político no hay igualdad democrática. La igualdad franquista consistía en la igual prohibición de optar por opciones políticas distintas a la oficial. Es decir, una igualdad no democrática.

Finalmente, cuando no se respetan todos estos valores recogidos en nuestra Constitución, podemos decir que ‘no hay justicia’. Y no la hay cuando no se trata a las personas como sujetos libres y autónomos, capaces de decidir su propia vida, siempre que no se violen los legítimos derechos ajenos.

Pues bien ¿quiénes se parecen más a estos políticos franquistas que negaban, de iure y de facto el pluralismo, la libertad y la igualdad democráticas? Los que, de facto, se parecen más son, en mi opinión, los nacionalistas periféricos. ¿Por qué?

Dejaré a un lado, por cuestiones de espacio, su firme voluntad de mentir y negar la realidad que no les conviene. Me centraré en algunos detalles que son, creo yo, suficientemente significativos. Y lo son, porque muestran una clara voluntad de discriminación y exclusión de los que no siguen la línea política marcada por ellos mismos. Es lo que se suele llamar ‘el nacionalismo obligatorio’. Dado que este comportamiento es profundamente antidemocrático, tienen que mentir. Y han alcanzado altos niveles de perfección en esta penosa especialidad.

Un aspecto central de su credo, es el mito. Y el mito es su nación. Nación mítica porque (en el caso de haber existido) se mantendría pura, homogénea, intacta e incorrupta a lo largo de la noche de los tiempos. Pero esta nación mítica se sustenta en seres humanos. ¿Individuos? Nada de eso. Miembros de una Comunidad. De ahí que los nacionalistas se parezcan más a una tribu (moderna, eso sí) que a una sociedad libre, pluralista y multiforme. De ahí que exijan variedad frente al exterior, pero imponen uniformidad en el interior.

O sea, la Comunidad está por encima de los individuos si los intereses de éstos chocan con los supuestos intereses del mítico animal metafísico, ‘La Nación’. Aunque ésta otorga la seguridad emocional que no proporciona una sociedad basada en individuos libres, autónomos y responsables de su propia vida. Esto es, probablemente, cierto pero hay un precio que pagar. Ser miembro de una tribu. Claro que no se dice así.

El imaginario nacionalista tiene parecidos con el de la izquierda, aunque la izquierda no sea monocolor. Y el parecido tiene que ver con la gran importancia que concede al ‘papá Estado’ y al intervencionismo estatal, frente a la libertad y responsabilidad de los individuos. Y, en consecuencia, al florecimiento y autonomía de la llamada ‘sociedad civil’.

Ya tenemos, por tanto, los mejunjes necesarios para que un nacionalista no necesite barbitúricos. Puede levitar con los ingredientes mencionados. Pero hay más. Quedan los agravios históricos. Son fundamentales porque sirven para cohesionar, aún más, a la tribu. Hay un ‘nosotros’ y un ‘ellos’, unos ‘nativos de pata negra’ y unos ‘forasteros’. Y estos agravios históricos representan una llamada para la lucha final. La reconquista de la patria perdida y oprimida. No es extraño que los nacionalistas suelan utilizar o justificar la violencia. La recuperación del ‘paraíso perdido’ no siempre es fácil. Hay resistencias que deben vencerse. Y ya se sabe, ‘Unos mueven el árbol y otros recogen las nueces’. Ejemplo maravilloso de división social del trabajo y de sangrante cinismo.

Recordemos que no es necesario que todos los agravios históricos sean falsos. Usualmente se mezclan, hábilmente, verdades con mentiras y sistemáticamente exageraciones y deformaciones. A favor, por supuesto.

Y ahora, para no alargarme demasiado, unos pocos ejemplos que muestran, solamente, la punta del iceberg. Son ejemplos de profundo desprecio por la libertad ajena y por el pluralismo. Y muestran su voluntad de mentir, negando la evidencia. Por no hablar de Cataluña, hablemos de Baleares.

‘El catalán sube puntos en Cort (el Ayuntamiento de Palma): el 93% de los escritos que se tramitan son en esta lengua’.

‘En el área de Educación, Cultura, Deportes y Juventud el 99’8% de los escritos son solamente en catalán’.

‘Sólo (2) de los (24) colegios de Ibiza imparten las clases en castellano y catalán’.

‘El 97’1% de los centros dan las clases sólo en catalán’.

‘Las clases son en catalán, como en todos los centros de Baleares’.

¡Niéguelo! ¡Quéjese! ¡Sea un buen nacionalista! ¡Aprovéchese de la cobardía (dicho en fino, prudencia) de la mayoría silenciosa! ¡Y de la desvergüenza de gran parte de los políticos no nacionalistas! Eso dicen.

Sebastián Urbina.

4 comentarios:

Joan dijo...

si el PP no és franquista, perquè al Congrés va esser l'únic partit que no va condemnar el franquisme?

Sebastián Urbina dijo...

El PP condenó la dictadura franquista en el Parlamento, el 20 de Noviembre de 2002, cuando se cumplía el XVII aniversario de la muerte de Franco. En esta condena se pedía a la sociedad española el reconocimiento moral de las víctimas de la guerra civil y de la posterior represión franquista. Esta condena fue consensuada con la totalidad de la oposición.

Por otra parte, igualar el franquismo con el PP es un ejercicio de sectarismo político. Ahora bien, si yo tuviera que decidir por el PP repetiría las condenas al franquismo siempre que fueran propuestas o requeridas. Pero añadiría que el Frente Popular no defendía la democracia sino que trataba de instaurar un régimen revolucionario no democrático. Creo que la historiografía actual ha documentado suficientemente este extremo.
Sorprendentemente, las descalificaciones a la obra de Pio Moa (entre otros)no han ido acompañadas de la aceptación de un debate público. Me consta que ha sido ofrecido.

Joan dijo...

molts d'anys!

Sebastián Urbina dijo...

Muchas gracias.