viernes, 25 de abril de 2008



25/4/2008.




CINE: HOMBRES Y MUJERES.

La directora Isabel Coixet estrena la película Elegy, basada en la novela de Philip Roth, ‘El animal moribundo’. Amor, erotismo, miedo y muerte son ingredientes esenciales.

Según propia confesión, los personajes femeninos de sus películas tienen algo en común: ‘Son mujeres que saben lo que quieren y no temen intentar alcanzarlo. Aunque las consecuencias sean a veces terribles. Tienen conciencia de quiénes son y la certeza de su propia fortaleza...Las mujeres siguen siendo un gran misterio para mí. Los hombres, menos. Pero no les juzgo’.

Estas declaraciones de Coixet me han trasladado, casi sin querer, a la película Almas desnudas, dirigida por Max Ophuls en 1949. En resumen, Beatriz, hija de una familia de clase media, se enamora alocadamente de un galán sin escrúpulos. Su madre, la señora Harper, ofrece dinero al galán, Darby, para que la abandone. Éste y Beatriz se ven, a escondidas, en un embarcadero. Sale el tema del dinero y Beatriz intuye que es cierto y que Darby es un sinvergüenza. Le da un golpe en la cara, con tan mala suerte que Darby cae (están en una escalera de madera) sobre un ancla. Se la clava y muere. Beatriz no se entera porque después de golpearle sale corriendo y llorando. Es de noche.

Aquí aparece la mujer de la que habla Coixet, ‘saben lo que quieren y no temen intentar alcanzarlo... aunque las consecuencias sean a veces terribles’. Aliviaré al lector los pormenores, a pesar de que son muy interesantes. La señora Harper, esconde el cadáver, sin que nadie la vea, lo lleva a alta mar en una barca y se deshace del mismo. Luego soluciona otro problema. Un gangster tiene en su poder las cartas de amor entre Beatriz y Darby. Quiere dinero a cambio. El marido de la señora Harper está, por razones de trabajo, fuera del país. Ella sola soluciona todos los problemas con entereza e inteligencia.

¿Estamos ante el tipo de mujer que comenta la directora? Yo diría que debemos hacer matizaciones. No estamos, sin más, ante una mujer. Estamos ante una mujer-madre. No es lo mismo. Luego veremos si la generosidad, la determinación y la valentía de la mujer-madre son aplicables a las mujeres que no son madres. Al menos en la misma medida.

Creo que no. Creo que las características de la mujer-madre, entrega, generosidad, determinación y valentía (seguramente hay más) son típicas (aunque haya excepciones) en relación con sus hijos. Se trata de una relación que no es sólo cultural sino biológica. Aunque lo digo con respeto y admiración, los programas televisivos sobre la vida en la selva, me recuerdan las reacciones de muchas madres. La protección amorosa, la alimentación de sus cachorros, o la valentía frente a los peligros que les acechan. Este tipo de mujer suele buscar en el hombre, no exclusivamente, seguridad para sus hijos. Pero ningún tipo de mujer es un reflejo exacto de la realidad, ni un compartimiento estanco. Se trata de tipologías, digamos, weberianas que nos ayudan a conocer el mundo que se pretende analizar.

Supongamos ahora que no hablamos de una mujer-madre. En este caso, sus sentimientos y acciones no están condicionadas por la existencia de ‘sus cachorros’. Se trata, creo yo, de otro tipo de mujer. Y aquí podemos introducir dimensiones y características diferentes, aunque ya dije que los tipos no están completamente incomunicados.

Uno de los clásicos, en el tema del amor, es Sthendal. ‘’Yendo de caza, hallar una mujer hermosa y fresca campesina que huye por el bosque’. Esto suele calificarse como amor-físico. Durante mucho tiempo se pensó que ‘la caza’ era exclusivo de los hombres. No es cierto. Ahora, con la píldora, la incorporación de la mujer al mundo laboral, igualación jurídica y demás, vemos que las mujeres (en principio, no las mujeres-madre) son, también, protagonistas de la ‘caza’. Más incluso que los hombres. Utilizando lo que se suele llamar, ‘armas de mujer’. Basta ver algunas despedidas de soltera para conocer mejor a algunas mujeres.

También se habla de amor-vanidad. Siempre lo hubo, tanto en hombres como en mujeres, pero ahora es más patente. Jovencitas de cintura de avispa y megatetas presumiendo en público de acompañante. A veces joven y guapo. En ocasiones, a hombres entrados en años, ricos y famosos. Muestran al mundo que sus ‘armas de mujer’ pueden conseguir lo que se propongan.

El amor-pasión es, tal vez, el más interesante. ¿Por qué? Porque la pasión no permite pensar con claridad, la pasión anula a las personas. Es capaz de destruir relaciones aparentemente estables. Es, en fin, como un río turbulento y tumultuoso. Pero suele durar poco tiempo. La rutina y el declive aparecen a la vuelta de la esquina. Pero el amor-pasión está de moda. Las razones podrían ser éstas: ansias enfermizas de novedad; desdén por la reflexión y el pensamiento; entusiasmo por las sensaciones y los sentimientos; relativismo y egoísmo a raudales.

Hablando de la muerte (uno de los temas tratados por la citada directora), hay películas (como Vivir, de A. Kurosawa, 1952) que nos muestran la reacción de algunas personas cuando se enteran de que, en breve, una enfermedad traidora le robará la vida. ¡Hay que vivir, que son dos días! Pero esta expresión se suele entender de formas diferentes. Para unos, aprovechar el tiempo es atiborrarse de champagne, sexo y drogas. Para otros, aprovechar el último aliento es dar lo mejor de sí mismos. Y legar esta imagen a los que se quedan.

Tal vez, los anteriores párrafos hayan servido para entender mejor el comentario de Coixet: ‘Las mujeres siguen siendo un gran misterio para mí’. Tal vez le parezcan un misterio porque una mujer es varias mujeres a la vez. Diversas mujeres que se cruzan y entrecruzan en la vida de una misma mujer. Pero Coixet añade que los hombres son menos misteriosos. Imagino que es una frase compasiva y quería decir, realmente, que no lo son en absoluto. Porque serían previsibles. Lineales. Y manejables.

Por supuesto, entre los hombres hay de todo. Pero suele expandirse la idea de que son, esencialmente: cerveza, fútbol, comida y cama caliente. ¿Será verdad? ¿Será verdad que algunas mujeres desprecian al sexo opuesto como una forma, indirecta, de glorificar el propio? Parece estar de moda. Y no sólo entre algunas mujeres. Pero no debemos olvidar que subyugar a otra persona plantea problemas morales. Si es que se quiere jugar limpio.

Merece la pena recordar estas palabras de Ortega: ‘La persona enamorada tiene una fuerte necesidad de compartir con otra un proyecto de vida’. Esto sigue existiendo. Sigue habiendo personas que no quieren manipular sino compartir un compromiso. A pesar de las dificultades y de la propaganda en contra. A pesar de lo políticamente correcto. A pesar de Coixet.

Sebastián Urbina.

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