sábado, 26 de julio de 2008

26/7/2008.



Ni Bush, ni Obama.


Barack Obama ha iniciado una gira internacional que le ha llevado a Oriente Próximo y que ha continuado en Europa. El candidato demócrata ha visitado Afganistán, Irak, Jordania e Israel. En Europa, Obama ha pasado por Alemania y -ayer- por Francia y Reino Unido. Ha decidido, pues, no pisar España. Nuestro país es la única de las grandes naciones europeas excluida de su gira.

España recibe, a cambio, al golpista Hugo Chávez, que hace escala en nuestro país en viaje de regreso a Venezuela tras su visita a Rusia.

Merece alguna reflexión el hecho de que Obama, el candidato que pugna -a fecha de hoy, con bastantes posibilidades- por ser elegido presidente de Estados Unidos dentro de pocos meses, decida deliberadamente no pisar suelo español.

La primera de ellas exige, con carácter previo, refrescar brevemente la memoria y remontarnos a junio de 2001. No habían tenido lugar siquiera los atentados terroristas del 11-S en Nueva York y Washington. José María Aznar presidía por aquellas fechas el Gobierno, tras haber ganado las elecciones generales por mayoría absoluta. El entonces recién elegido presidente de Estados Unidos, George W. Bush, efectuaba su puesta de largo internacional e iniciaba su primera gira por Europa... visitando España. Después acudiría a Alemania, Francia y Reino Unido. Por primera vez en nuestra historia democrática, España se situaba en el primer plano de las naciones democráticas europeas. Por peso político internacional, España se situaba entonces al mismo nivel que Alemania, Francia y el Reino Unido.

Siete años después, los hechos hablan por sí solos. No se trata ya de que el presidente de Estados Unidos no se haya reunido con el presidente del Gobierno español durante los últimos cuatro años y se vaya a marchar sin hacerlo. Ahora ya no se trata de Bush. Lo que ahora sucede es que Obama tampoco quiere saber nada de Zapatero, pese a los elogios entusiastas que hacia el candidato del Partido Demócrata han lanzado los dirigentes socialistas.

La segunda reflexión obligada de cualquier persona sensata es preguntarse por qué Obama ha eludido visitar España. Las respuestas están ahí, para todo el que quiera escucharlas.

(1)La primera razón es el insulto que Zapatero propinó a todo el pueblo estadounidense cuando, en una muestra de falta de educación e irresponsabilidad, decidió permanecer sentado al paso de la bandera de Estados Unidos en el desfile de nuestras Fuerzas Armadas el 12 de octubre de 2003. Zapatero no insultó entonces a Bush, ni al Partido Republicano, sino a todo el pueblo estadounidense. Y como después ni siquiera ha pedido disculpas, los representantes de los dos principales partidos políticos estadounidenses han tomado nota.

(2)La segunda razón se encuentra en la profunda desconfianza que Zapatero transmitió a EEUU con la forma en que se desarrolló la retirada de las fuerzas humanitarias españolas desplegadas en Irak en 2004. En Estados Unidos, se sea demócrata o republicano, a Zapatero no se le reprocha hoy el hecho de que no apoyara la intervención en Irak. De hecho, Obama se opuso a la intervención. Tampoco desde Estados Unidos le reprochan a Zapatero la decisión de retirar las fuerzas españolas en 2004. Lo entienden perfectamente porque fue una decisión política de un Gobierno en el ejercicio de sus responsabilidades. Lo que Washington no acepta ni tolera es el engaño de Zapatero al Gobierno estadounidense en cómo se retiraron las tropas.

Ningún político estadounidense respetable, demócrata o republicano, acepta que el Gobierno de Zapatero asegurara al de Estados Unidos en marzo de 2004 que las fuerzas españolas se retirarían de forma ordenada, en coordinación con Washington, y que, sin embargo, la retirada española se acabara realizando por sorpresa, sin el preaviso y la comunicación acordados. Eso son palabras mayores, engaños que Estados Unidos no toleran a ningún Gobierno supuestamente aliado.

(3)La tercera razón estriba en la profunda irresponsabilidad desplegada por Zapatero en su célebre conferencia de prensa en Túnez, en septiembre de 2004. Allí, llamó a todos los países aliados de Estados Unidos a desertar de Irak y dejar solas a las fuerzas estadounidenses. Ningún país aliado hizo caso entonces a Zapatero, pero Estados Unidos tomó buena nota.

(4) La cuarta razón tiene que ver con los nuevos aliados del Gobierno español, entre ellos, el que rige la dictadura comunista de Cuba y el propio Hugo Chávez, sin olvidar a Evo Morales. La principal apuesta de política exterior de Zapatero, la Alianza de Civilizaciones, cuenta como principales aliados con Turquía y Mongolia.

(5) La quinta razón reside en el descenso a la segunda división de Europa a la que Zapatero ha conducido a España. La pérdida de peso en la UE se ha visualizado en la pérdida del 90% del saldo neto de fondos comunitarios, resultado de la pésima negociación llevada a cabo por Zapatero en 2005 -en total, estamos hablando de una pérdida de 40.000 millones de euros para nuestro país-.

Posteriormente, Zapatero renunciaba a cambio de nada al peso logrado para España por Aznar en el Tratado de Niza, que equiparaba a nuestro país con las grandes naciones de Europa. En el otoño pasado, Gordon Brown convocaba en Londres a los primeros ministros de los principales países europeos para analizar la crisis financiera internacional, y no invitaba a Zapatero. Hace pocos días, Sarkozy ponía fin al Proceso de Barcelona al sustituirlo por la Unión Mediterránea, liderada desde París -con el apoyo de Zapatero-. Y más recientemente aún, Zapatero era recibido en Marruecos con una minúscula bandera de España colocada al revés.

Podríamos seguir con ejemplos de la marginación a la que el presidente ha conducido a España, pero importan más las consecuencias. Una de ellas, trascendental, es que Obama no viene a Madrid.

Habrá quienes lo celebren. Pero la realidad es que ninguna persona sensata puede festejar que un candidato con elevada probabilidad de resultar elegido presidente de la democracia más antigua del mundo -que es además la mayor potencia económica-, uno de los mayores inversores extranjeros en España y el principal aliado de nuestro país en términos de política de seguridad y defensa, borre a España de su lista de amigos. Porque más allá de que Zapatero y el PSOE tengan un problema, el problema mayor lo tiene España.

Desde el punto de vista político, a Zapatero se le acaba su cuento infantil. Ese que lleva por título Bush el malo no quiere venir a España: mejor para nosotros. Ahora tendrá que explicar por qué Obama el bueno tampoco quiere venir a España. Con todo, eso no deja de ser un problema de un dirigente político.

Lo realmente preocupante es que Zapatero traslada su problema al conjunto de los españoles, con unas consecuencias nada despreciables.

España ha sido tradicionalmente uno de los principales destinos europeos de la inversión extranjera estadounidense. En nuestro país hay inversiones norteamericanas de gran importancia en los sectores de automoción, telecomunicaciones, tecnologías de la información, banca comercial, banca de inversión, seguros, industria química, sector farmacéutico, hostelería y transportes, por citar sólo algunos de ellos, que generan literalmente cientos de miles de empleos. Que a la crisis económica que sufre España se añada una crisis de confianza de uno de los principales países inversores es una pésima noticia.

Y en términos de política de seguridad y defensa, para España, como miembro de la OTAN, la relación con Estados Unidos es muy importante. Por tanto, la pérdida de confianza en nuestro país es igualmente una muy mala noticia en esta materia. Que Obama -por no hablar de McCain- no quiera saber nada de Zapatero significa también que Estados Unidos ha dejado de mirar hacia España. Desde el punto de vista político, de la seguridad, económico, social, comercial, financiero y tecnológico, se trata de una lamentable noticia para nuestro país.

Antes Zapatero echaba las culpas de todos los males a Bush. Pero ahora resulta que Obama tampoco quiere saber nada. El cuento de Zapatero se acabó.(Jaime García-Legaz/ElMundo)



Estoy convencido de que el cuento de Zapatero es eso, un cuento. Muy peligroso, pero un cuento. Pero el verdadero problema no es que este PSOE sea capaz de ofrecer a la sociedad española un tipo como Zapatero. Lo más grave es que los ciudadanos españoles le voten por segunda vez. Como dice hoy Sánchez-Dragó: 'O Zapatero mintió a sabiendas en la campaña electoral para engañar a once millones de incautos o, si no lo hizo, es lo que antes le llamé (burro)'.





Me parece que la disyuntiva no es correcta. Si mintió pública y conscientemente, es un mentiroso. Consentido por la mayoría de los ciudadanos de 'este país'. No diré 'mis compatriotas'. Pero si no mintió, no es que sea un burro, es un peligro político. Pero, como dije antes, no me preocupa que haya políticos así. Lo que más me preocupa es que mucha gente les vote. Habrá que reconocer que tenemos lo que se merecen. Sí, lo he dicho bien.


Sebastián Urbina.

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