miércoles, 9 de julio de 2008

¿QUÉ ES SER DE IZQUIERDAS?


9/7/2008.





¿QUÉ ES SER DE IZQUIERDAS? (dedicado a Almudena)





LA DEGRADACIÓN MORAL.

‘Para empezar, habrá que destruirlo todo. Toda nuestra maldita civilización deberá desaparecer antes de que podamos traer alguna decencia al mundo’ (‘‘Mourian’, en Les Thibaut, de Roger Martin du Gard)

Esta utopía irresponsable y ensangrentada, ha llenado y llena, todavía, el corazón de millones de personas. Creen ser mejores porque desean una especie de ‘mundo feliz’, en el que no habrá contradicciones, en el que existirá el ‘hombre nuevo’ (de izquierdas, por supuesto) y en el que todos seremos felices.


¿Simpleza? Sí, pero esta utopía lleva sobre sus espaldas unos cien millones de muertos. A pesar de los insultos que han recibido los historiadores franceses, autores del ‘Libro negro del comunismo’, es un trabajo sólidamente documentado. Curiosamente, es difícil de encontrar.



Claro que, según algunos, lo ‘malo’ no es de izquierdas. Si usted dice que la Stasi, la Checa o el Gulag, son de izquierdas, será acusado de algo malo. Por ejemplo, de ser un facha. Usted debería saber que si algo va mal, no es de izquierdas. La conclusión es que solamente ‘lo bueno’ es, verdaderamente, de izquierdas. ¡Hay que ser tonto para creer esto! En cambio, si es usted católico e intenta convencer a un izquierdista de que la Inquisición ‘no es, verdaderamente, catolicismo’, será despreciado como hipócrita y falsario. Pues bien, la Inquisición forma parte de la historia del catolicismo y la Checa, el Gulag y la Stasi, forman parte de la historia de la izquierda.



A veces se critica la utilización del término ‘izquierda’ porque se aplicaría, supuestamente, a todo tipo de izquierdas. Y esto sería injusto. Hay diversos tipos y las críticas, las mías, por ejemplo, sólo serían válidas (en el mejor de los casos) para una o varias, pero no a todas. Cuando escribo, supongo que mis lectores tienen la inteligencia suficiente como para entender que hay términos vagos, como ‘izquierda’ y otros. También les supongo inteligencia suficiente para entender que al hablar de ‘izquierda’ no me refiero a todos y cada una de las personas que se autocalifican de ‘izquierda’. Esto lo dejo para personas del todo-nada o del blanco-negro. Cuando les conviene. A veces se vuelven locos por los matices. Y, por último, también supongo, en mis lectores, inteligencia suficiente para entender que un artículo periodístico no es un tratado, y que nunca se puede decir todo. Aunque tampoco en los tratados.



No es tan difícil de entender. La distinción que hago (aunque mis lectores saben que las clasificaciones no son verdaderas o falsas) es entre la izquierda democrática y la derecha democrática, por una parte, y la izquierda no democrática y la derecha no democrática, por otra parte. Me sitúo con los primeros (los democráticos), se llamen como se llamen.


Ahora bien, circunstancialmente, puedo opinar como Fernando Savater, por ejemplo, cuando pide públicamente que no se vote al Partido Socialista Obrero Español. Porque su actitud ante el problema terrorista y territorial, es criticable y rechazable. Aparte de haber engañado a la gente, lo que irrita mucho a Savater. Ya saben, primero ETA dejará las armas, renunciará a la violencia, etcétera, etcétera. Espero que cualquier persona, con un mínimo de buena fe y capacidad, entienda lo que digo.



Seguramente hay gente ‘de izquierdas’ que no rechaza la familia, la religión, la propiedad privada, la sociedad de mercado, etcétera. El problema es que amplios sectores de la izquierda (con poder político y sin él) adoptan actitudes que van en contra, por ejemplo, del buen funcionamiento de la sociedad de mercado, que se supone que aceptan. ¿Por qué sólo se supone? Porque, en el fondo, desprecian al capitalismo aunque no les queda más remedio que gestionarlo. Cuando pueden.


No sólo sucede en España. En esta dramática idiotez han participado no sólo intelectuales ‘de izquierdas’, es cierto. Pero son abrumadora mayoría. Es decir, la propuesta de utopías irrealizables (llenas de sufrimiento y sangre) han ido de la mano de la mentira y de la falsificación de la realidad. Un buen ejemplo lo tenemos en el libro de Martin Amis, ‘Koba, el temible’. O recordemos la conocida petición de J. Benda, en La traición de los intelectuales, de no subordinar la verdad al compromiso.



Una profunda hipocresía atraviesa el pensamiento y la acción de la izquierda, aunque no en completo monopolio. Se trata, como he dicho, de su desprecio por la sociedad de mercado, por una parte, y su utilización, a regañadientes, por otra. O sea, la izquierda no tiene un modo de producción propio que sea presentable. Lo ha intentado, pero ha fracasado de manera estrepitosa. Ha tenido que aceptar el modo de producción del ‘enemigo’. Esta esquizofrenia no está resuelta. Su intervencionismo en materia económica, es una permanente muestra de su deseo totalitario de dirigir de ‘forma progresista’ la economía.

Expresa, además, su desconfianza con los empresarios (explotadores) y con la ‘lógica’ del mercado.


Recordemos, por ejemplo, el rotundo fracaso de Mitterrand que quiso sustituir ‘la lógica del beneficio’, propia de los malvados capitalistas. Por eso la izquierda miente más que la derecha. Utiliza un modo de producción al que desprecia porque es del ‘enemigo’. Compara la realidad (la sociedad occidental) con el mundo ideal, y ganan siempre. Cuando sueñan. Y se creen moralmente mejores. Triste y peligrosa enfermedad del alma.



Los matices, o diferentes sensibilidades, como les gusta decir, no logran esconder un rechazo a cuestiones que son clave para millones de personas en la sociedad occidental. Por ejemplo, yo no soy creyente. Ni presumo, ni me escondo. Pero lo que no haría nunca es decir, o hacer cosas, que ofendieran a los sentimientos religiosos de los demás. El que haya gentes de izquierdas que no les importe, o incluso aplaudan (‘que se jodan los católicos’) que se hagan exposiciones de Jesucristo y la Virgen, follando y haciendo pajas, es un ejemplo, no sólo de su falta de sentido estético sino de su falta de respeto a los demás. Es una forma grosera y zafia de insultar a los católicos. ¿Cómo pueden esperar respeto con esta actitud? No, no se puede hacer cualquier cosa.



Pero son cobardes. No absolutamente todos. ¿Verdad que me entienden? Y son cobardes porque se escandalizan cuando un dibujante danés hace unos dibujos satíricos contra Mahoma. Rápidamente el Presidente Rodríguez pidió respeto. Pero no pidió respeto para las ofensas a los católicos por la exposición fotográfica (en Extremadura) que he comentado. ¿Por qué? Porque son cobardes y porque desprecian (no absolutamente todos y en la misma medida) valores básicos de la cultura occidental. Les aseguro que si hubiera ‘grupos armados católicos’ que pusieran bombas en el trasero de los progresistas que ofenden los símbolos cristianos, irían con mucho cuidado. Por eso respetan tanto a los islamistas. Porque les temen.



Por otra parte, el matrimonio entre personas del mismo sexo es algo tan raro en todo el mundo, que solamente ha sido aceptado en tres países, incluido el nuestro. Lo normal es aceptar ‘uniones civiles’. Y eso en los países democráticos. Mejor no hablar de lo que pasa en otros países con los que anunciamos Alianza de Civilizaciones. De modo que es falso, acusar a la derecha española de estar contra el ‘progreso’ y otras vacuidades al uso. Como si tuvieran el monopolio.

Otra de las hipocresías (acompañadas de degradación moral) de la izquierda, es la de distinguir entre dictaduras buenas (las de izquierdas) y malas (las de derechas). Conocidos ‘intelectuales’ de izquierda alaban públicamente al dictador Fidel Castro. Y se quedan tan panchos. No les da vergüenza. Eso sí, Pinochet es malísimo porque es un dictador de derechas.



Uno de los grandes mitos del rojerío mundial, Che Guevara, decía: ‘Debe dársele al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Y esto quiere decir, entiéndase bien, que debe siempre fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos empezar por las garantías procesales mismas’.



El angelito firmó 1.892 condenas a muerte. Tal vez convendría leer a la escritora cubana Zoe Valdés, para no seguir tragando mitos ensangrentados y usando camisetas. Pero conocer la verdad puede resultar desagradable. Sigue habiendo cretinos de izquierdas (aunque no lo son todos) que mantienen mentiras políticamente correctas. Willi Müzenberger, el dirigente de la Komintern, llamaba ‘El club de los inocentes’ a estos intelectuales y artistas embobados con la izquierda emancipadora. Mentían, y se auto engañaban, como bellacos. Entre ellos, Bretch, Sastre, Hemingway o Dos Passos. Ahora se les cae la baba a Saramago y García Márquez cuando hablan de Fidel Castro. Aunque no es toda la izquierda.



Hay más mentiras y deformaciones, pero sólo haré una breve referencia a dos: la de que la derecha española quiere reinventar la historia de la guerra civil, y la de que la derecha española no quiere que los presos estudien carreras universitarias.



En cuanto a la historia, resulta de una increíble desvergüenza el intento de monopolizar la interpretación de la historia. Su mentalidad totalitaria no puede entender que ellos no tienen las verdades incontrovertibles e indiscutibles. Que la historia no es el resultado de verdades, como en las ciencias formales. Ni siquiera la ciencias empíricas son conocimiento cierto, en el sentido de conocimiento infalible. ¿A qué se debe esta absurda actitud? A la creencia en la superioridad moral de la izquierda. Pero es cierto. No todos son tan idiotas.



Un ejemplo destacado de tal actitud totalitaria, es el boicot a Pío Moa. Ha solicitado debates públicos y se los han negado. ¡Se ha atrevido a poner cuestión las verdades indiscutibles de la izquierda! El conocido historiador Stanley Payne, dijo: ‘He oído muchos insultos contra Moa, pero pocos argumentos’. ¡Para que van a debatir si ya tienen toda la verdad! ¡Facha el que lo niegue!



La otra mentira es que la derecha española niega que los presos puedan estudiar carreras universitarias. Tuve el privilegio de cenar con Gotzone Mora (y otras personas) en Palma. Previamente, en la conferencia, nos mostró diapositivas de la Universidad del País Vasco. Parecía un campo de concentración. Resulta que la mayoría de los profesores (para no tener problemas, ya me entienden) dan, o daban, notas altísimas a los presos etarras por trabajo nimios y, a veces, inexistentes. Este escándalo fue denunciado por Gotzone y otras personas. En eso queda la mentira. Por cierto, en la mesa de al lado estaban los dos guardaespaldas de Gotzone. La gente democrática decente de izquierdas, en el País Vasco, suele necesitar guardaespaldas (aunque no toda). Y la gente democrática indecente de izquierdas, no suele necesitarlos.



Hay que terminar. ¿De dónde procede la basura pseudo cultural, como las fotos obscenas de Cristo y otros muchos y variados ejemplos antisistema?

La II Internacional, proclamó en 1907: ‘En caso de que la guerra llegase a estallar, los socialistas tienen el deber de intervenir para hacerla cesar inmediatamente y de utilizar con todas sus fuerzas la crisis económica y política creada por la guerra, para hacer agitación entre las capas populares más amplias y precipitar la caída de la dominación capitalista’.



Pero ni los conflictos bélicos, ni la Revolución Rusa bastaron para conseguir sus objetivos revolucionarios. Había que cambiar, no de objetivos pero sí de medios. Ahora se trataba de modificar las conciencias. Meter el dedo en la llamada superestructura. De ahí que haya tanto progre en la Universidad y en los medios de comunicación. Por ejemplo.



Fuentes fundamentales son, entre otras, Antonio Gramsci y la Teoría Crítica, a la que luego me referiré. El comunista italiano se dio cuenta de que lo previo y más importante era subvertir el sistema de valores del mundo occidental. De ahí la importancia de los intelectuales para realizar la tarea subversiva. Y su traición a la verdad, por supuesto. En cuanto a la Teoría Crítica, está vinculada a nombres conocidos como, Adorno, Horkheimer, Marcuse o Fromm. Como ya sabemos, los grandes males a eliminar eran, la familia, el cristianismo, el capitalismo, etcétera. Había que mostrar que todo esto era bazofia reaccionaria. Su apostolado se desarrolló, básicamente, en Estados Unidos. Pero el virus se extendió a Europa.



La cantidad de idioteces y deformaciones es tanta que no se puede comentarlas, en un artículo. Por tanto, resumiré una de las ideas centrales que se desprende de sus enseñanzas, y que encontramos ya, más en bruto, en la directriz del PCUS de 1943:


‘Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente’.



Tómenlo muy en serio, porque no tienen escrúpulos. Aunque, es cierto, no toda la izquierda es así. Diré algunos nombres de la izquierda democrática y decente: Rosa Díez. N. Redondo, Maite Pagaza, Gotzone Mora, F. Savater y un largo, aunque insuficiente, (para gobernar) etcétera.



Sebastián Urbina.

PD. Me olvidaba. La Ministra de Educación, Mercedes Cabrera, ha editado material didáctico de la guía 'Educar en valores', con Alí Babá y los cuarenta maricones'. En la contraportada, un mensaje: 'Cuantos más polvos, mejor'.

Ya sabe, el que no esté de acuerdo, es casposo, antiguo y del PP. O sea, fachas.

PD. En Marzo de 2001, el mismo texto 'Alí Babá y los cuarenta maricones' ya aparecía en una guía del M. de Educación, del gobierno de Aznar. Este penoso hecho no me hace modificar ni una coma del artículo. Pero sí un breve añadido. Si en la izquierda (no toda) hay mucha prepotencia estúpida, derivada de la creencia (absurda) en su superioridad moral, en la derecha (no toda) hay mucho gilipollas acomplejado. Con frecuencia quieren parecer progres. ¡Pobres!

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IZQUIERDAS Y DERECHAS.

Algunas personas utilizan los términos ‘izquierdas’ y ‘derechas’ como si fueran sinónimos de ‘buenos’ y ‘malos’. De ahí que ser de izquierdas sea bueno, progresista y solidario mientras que ser de derechas sea malo, reaccionario y egoísta. Con estas perspectivas, ¿quién quiere ser de derechas? El problema que tiene esta dicotomía es que es una simpleza. Hay gentes de izquierdas que son tontas y gentes de derechas que también lo son. Pero alguien podría decir que no se trata de una distinción psicológica sino de principios, de ideas.

Vayamos a ello. Un ejemplo de la pobreza de ideas de una parte de la izquierda (ya que no hay una sino varias izquierdas pero en un breve artículo no se puede tratar este problema) es que algunos participan de la anterior simpleza de buenos y malos y otros la fomentan, aunque no la crean.

Así nos lo dice G. Bueno, en su libro Panfleto contra la Democracia Realmente Existente, ‘... la oposición entre la izquierda y la derecha, en cualquiera de los sentidos representados por sus diferentes generaciones, queda sencillamente fuera de lugar; y si se siguen utilizando estas denominaciones, como autodefiniciones gloriosas, o como insultos al adversario, es por motivos puramente históricos y coyunturales, que tienen que ver con los tiempos de las campañas electorales ( el líder de un partido que, en su campaña electoral, levanta la bandera de ‘la izquierda’, sabe que está ofreciendo una ‘seña de identidad’ capaz de atraerle millones de votantes, mucho más eficaz que los detalles de su programa, aunque éste sea, en lo sustancial, equivalente al programa de su adversario.)’

Es decir, las etiquetas cumplen una importante función: evitan tener que pensar. Si la izquierda es ‘la buena’, las propuestas que salgan de un partido ‘de izquierdas’ serán buenas y yo seré de ‘los buenos’; si la derecha es ‘mala’, las propuestas que salgan de los partidos de derecha serán ‘malas’ y los votantes y militantes de derechas serán ‘malos’. Recordemos que estas distinciones no son forzadas. La periodista y escritora Maruja Torres dijo ‘los votantes del Partido Popular son unos hijos de puta’. Muchos esperaban que las manifestaciones contra la guerra de Irak (aunque nuestras tropas sólo han colaborado en tareas de reconstrucción) provocaran un descalabro electoral del PP, que no se produjo. Sin embargo, sí hubo un descalabro electoral en las generales, en un contexto dramático y con agujeros negros, como ha puesto de manifiesto el periodista Fernando Múgica.

En cualquier caso, es cómodo tener el mundo dividido entre buenos y malos, especialmente cuando estoy entre los buenos. Alguien podría decir ¿es que cree que los de izquierdas son idiotas? En la medida en que traguen la simpleza que he mencionado al principio de este artículo, mi respuesta es afirmativa. Afortunadamente, hay gentes de izquierdas que no piensan de forma tan simplista.

He tenido ocasión de hablar con personas de izquierdas, como Gotzone Mora, Maite Pagazaurtundúa, Nicolás Redondo o Fernando Savater, y me he sentido muy a gusto con ellos, no sólo por su calidad humana sino, además, por sus ideas, muy similares a las mías o las mías a las suyas. Dicho sin pedir excusas, soy partidario del primer Rawls, con matizaciones que no me parece oportuno hacer aquí. En cambio, he leído manifestaciones (no una sino muchas veces) de otras personas de izquierdas que rechazo, con mayor o menor rotundidad. ¿A qué se debe esta diferencia?

Creo que también tiene razón G. Bueno cuando dice, en su libro El mito de la izquierda, ‘Los únicos puntos en donde las diferencias entre las izquierdas y la derecha pueden mantenerse, a escala política, son aquellos que tienen que ver con las cuestiones de la estructura del Estado... En efecto, la derecha o el centro defiende ante todo la unidad territorial de la nación, así como sus símbolos. Las izquierdas españolas de ahora tienden, en cambio, a reconstruir el Estado desde supuestos federalistas, interpretándolo como un Estado multinacional, siempre, dicen, que los nacionalistas sean ‘no excluyentes’. Pero este concepto de ‘nacionalismo no excluyente’’ pide el principio, y por eso es estúpido, porque el pluralismo nacionalista no excluyente excluye necesariamente, de hecho y de derecho, la Idea de la Nación española’.

Claro que las izquierdas del ‘bueno-malo’ no se apuran. Todo el mundo es fascista menos ellos y sus amigos. Una prueba más de la profunda crisis ideológica de ‘los buenos’. Además, suelen mentir diciendo que ‘los malos’ quieren la uniformidad de España. Es falso, se defiende la unidad, estipulada en el artículo dos de nuestra Constitución. ¿Será de derechas apelar a la Constitución? Más aún,, estamos en uno de los Estados más descentralizados del mundo. ¿Será de derechas decir esto?

¿Por qué será de izquierdas desmembrar la España democrática? La izquierda del ‘bueno-malo’ se alía antes con los nacionalistas periféricos que con los Populares. La excusa (dicha a veces en público, a veces en privado) es que los Populares son franquistas. Tampoco estoy forzando las cosas. Los titiriteros de los premios Goya se manifestaban diciendo ‘Eso nos pasa por tener un gobierno facha’. ¿Es esta la cultura de izquierdas?

Una de las características de la izquierda del ‘bueno-malo’ es su desprecio por los hechos, por supuesto los hechos contrarios a sus prejuicios. Julien Benda, en su libro La traición de los intelectuales, les pedía que no subordinaran el compromiso a la verdad. Pero la izquierda del ‘bueno-malo’ subordina sin cargos de conciencia (que es de derechas) la verdad al compromiso. Por algo, como sus compañeros nacionalistas, tienen una misión histórica que cumplir.

Otrosí digo: También la derecha tiene sus miserias (aunque habría que distinguir entre la derecha democrática y la no-democrática), pero expandirlas y, a veces, magnificarlas es políticamente correcto.

Sebastián Urbina.

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ANÁLISIS TRAMPOSO

Hace tiempo ví, aunque no entero, un programa televisivo en el que se hablaba de las elecciones norteamericanas. Uno de los contertulios, un analista político de cuyo nombre no puedo acordarme, decía lo siguiente: las elecciones norteamericanas han constituido un enfrentamiento político entre la derecha (Kerry) y la derecha cerril (Bush). Naturalmente, el fino analista político se situaba en el lado bueno, en la izquierda. Traduciré, según mi leal saber y entender, las palabras de este contertulio. Las traduciré porque no es lo mismo hablar por televisión ante, supuestamente, millones de espectadores que hacerlo tomando unas copas con los amiguetes.

En este último contexto, no puede sorprender que este analista de izquierdas calificase a Bush de ‘tonto del culo’, ‘facha’, ‘criminal’ e ‘hijo de puta’. No estoy exagerando nada. Por esto trataré de traducir lo que las palabras del comprometido y fino analista querían decir, en el contexto televisivo. Para una buena parte de lo que se llama ‘la izquierda’, la derecha apesta. Con mayor o menor habitualidad, la derecha española (básicamente el Partido Popular) ha sido acusada de ‘facha’, ‘carca’ y otros calificativos que obligan a taparse la nariz. Esta sería la zona Kerry. Un millonario norteamericano casado con una supermillonaria norteamericana. Pero ya se sabe que uno puede ser de izquierdas con yate, avioneta privada, residencia de superlujo y otras menudencias progresistas. Sólo debe leer el periódico correcto, escuchar la radio correcta y decir las frases adecuadas que le identifiquen como un miembro fiable de la tribu.

¿Por qué deberían los progres taparse la nariz y apoyar a Kerry? Porque el otro es peor. Observen el matiz del fino analista político. Bush representa la derecha cerril. Si con la derecha tout court hay que taparse la nariz (como con todas las derechas que en el mundo han sido) ¿qué habrá que hacer con la derecha cerril? Primero hagamos la traducción. Derecha cerril quiere decir ‘extrema derecha’ y extrema derecha quiere decir ‘fascista’. Tampoco exagero. Hace varios meses estaba hablando con un catedrático (de cuyo nombre no puedo acordarme), de estos y parecidos temas, y me dijo que no participaba de la opinión de sus amigos más radicales de que Bush era peor que Bin Laden. Él creía que eran equiparables. Lo que mostraría, supuestamente, su equilibrio y sensatez.

¿Y dónde está el análisis tramposo? En que el fino analista político comparaba una realidad (USA) con una idealidad (el paraíso comunista), aunque ya no se dice así. Ahora se dice ‘otro mundo es posible’, aunque no se explique cómo se llega y cuánto tendremos que pagar. Lo de siempre. Pues bien, la idealidad (sea la que sea) siempre gana a la realidad. Ninguna realidad, con sus inevitables imperfecciones, puede compararse a una idealidad. Supongamos que el fino analista político hubiese decidido actuar honestamente, sin trampa, y hubiese comparado una realidad con otra realidad. ¿Hubiese utilizado los ejemplos de Cuba y Corea del Norte? ¿Hay norteamericanos que tratan de huir a Cuba, o hay cubanos que tratan de huir a Estados Unidos? ¿Hay coreanos del Norte que tratan de huir a Corea del Sur, o coreanos del Sur que tratan de huir a Corea del Norte?

Dado que los ejemplos reales no son presentables, salvo para la izquierda reaccionaria, los finos analistas políticos tienen que comparar un irreal mundo feliz con una realidad, como Estados Unidos. Aún más, no se trata de una descripción mínimamente objetiva de esta realidad, sino de una selección de los aspectos más negativos de la misma, para mostrarlos como rasgos sistemáticos y sintomáticos. Ya sabemos que ninguna descripción es plenamente objetiva. Pero cuando los finos analistas han descrito previamente a su dirigente político como ‘hijo de puta’, ‘tonto del culo’ y otras finezas progresistas, es difícil esperar un mínimo de objetividad. Ni saben lo qué es, porque dividen el mundo en buenos (ellos) y malos (los otros).

El onanismo intelectual de una cierta izquierda (básicamente la izquierda reaccionaria) le hace inmune a los hechos. No se trata de que alguien, legítimamente, diga que la realidad no le gusta y se recluya en sí mismo. Creo que es una opción equivocada pero no me refiero a esto. Me refiero a los sectarios enfermizos que ya no pueden ver los hechos que les disgustan o que perjudican sus proclamas. Sólo ven los hechos que confirman sus recetas. Cuando esta ceguera intelectual va unida a una íntima convicción de superioridad moral, estamos en presencia de un fósil reaccionario de izquierdas. Por cierto, los fósiles reaccionarios de derechas son igual de cretinos. Aunque, es de justicia reconocerlo, no tienen el mismo apoyo mediático. Una idiotez de izquierdas es mucho más valiosa que una idiotez de derechas. ¡Faltaría más!

En resumen, que para el fino analista político si la derecha tout court (representada por Kerry ) huele mal , la derecha representada por Bush, da miedo. Miedo por la satánica mezcla de maldad y estupidez. ¡Si serán tontos los americanos que le votan! Lo mismo piensan de los españoles que votan al PP. Unos diez millones de tontos o fachas, o las dos cosas. El problema es que la izquierda reaccionaria sólo acepta que les voten a ellos. Les produce urticaria que millones de personas (alienadas, por supuesto) voten a Bush o Aznar. Dado que los dos son fachas, votarles es votar fascismo, no democracia. Sólo se vota democracia si se les vota a ellos, los ‘verdaderos’ demócratas.

Es decir, a la izquierda reaccionaria le gusta el partido único. Pero como no es democráticamente homologable, acepta que existan ‘los otros’, pero perdiendo siempre las elecciones, sin alzar mucho la voz y haciendo calceta. Si alzan la voz, serán ‘extrema derecha’. O ‘derecha extrema’, nuevo y sutil argumento progresista

PD. El escritor Tom Wolfe (autor, entre otros, de ‘La izquierda exquisita’) dijo que votó a Bush para ver a los progres USA huyendo del país. ¡Por favor, que no vengan aquí!.

Sebastián Urbina.

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LA CAÍDA.

Debían ser las once de la noche. El aire, limpio y refrescante, aconsejaba seguir con la ropa de invierno. La calle Abedules, larga y ligeramente ondulada, sesteaba silenciosa esperando el cierre de otra jornada agotadora. Calle animosa y transitada durante el día, llena de tiendas de variopinto objeto: cervecerías, un banco, farmacia, chocolatería, peluquería de señoras y muchas más oportunidades para el tranquilo paseante o la atareada ama de casa.

El silencio invadía la penumbra. Las escasas farolas, de suave luz, hacían poco visible las arrugas de los muros.

Luís. ¿Estamos cerca?

Juan: Creo que falta poco. Me dijeron que estaba casi enfrente de una farmacia.

Era una entrada angosta y oscura. Tantearon en la pared y al dar la luz, vieron una empinada escalera de unos doce o catorce escalones de mármol amarillo suave. Se oía ruido a través de la puerta.

¡Hola! ¡Pasad, pasad!

Era Federico que les cogía del brazo y les adentraba en aquella sala acogedora, llena de humo, brindis, voces entrecortadas y apretones de mano. Un bullicio de cava y canapés.

Juan aprovechó un momento en que Federico no estaba rodeado de amigos y conocidos para llevarlo a un rincón más tranquilo.

¿Es cierto que son tres años de cárcel?

La cara de Federico resplandeció por un instante y creyó ver en su mirada un relámpago de beatitud jubilosa.

¡Sí!.

Fue un ‘sí’ rotundo. Ni siquiera los contrayentes más enamorados pueden darse un ‘sí’ tan convencido. Una afirmación sincera que procedía de las más recónditas profundidades de su alma. Un alma entregada al Partido, entregada a ‘la causa’, a la autopurificación y a la revolución pendiente. Tres años no eran nada ante la emancipación universal del género humano.

Juan necesitaba una copa. Al subir las escaleras había pensado qué cara poner ante Federico. No se trataba de hacer teatro. Ni Juan estaba dispuesto, ni Federico lo habría aceptado. Se trataba de no parecer demasiado alegre ante la perspectiva de una condena de cárcel de tres años. Por ‘actividades subversivas’.

Federico, que irradiaba felicidad, fue arrastrado, cuando hablaba con Juan, por nuevos visitantes hacia otras estancias del coqueto piso. Más parabienes, abrazos y golpes en la espalda. Dos imágenes se pusieron, de inmediato, ante la mente de Juan.

La primera se remontaba al siglo I de nuestra era. Nerón, emperador de Roma, nombrado sucesor por su tío Claudio, alimentaba a los leones con cristianos vivos. Pensó en los mártires que transformaban su sacrificio en alegría. Disimuladamente miró a Federico y le pareció un cristiano dispuesto al sacrificio. Con alegría beatífica.

La otra imagen procedía de la novela ‘Al filo de la navaja’ de William S. Maugham. Recordó que llevada al cine con Tyrone Power como protagonista. En un contexto decadente, de adoración por el lujo y el dinero, emergía la figura impresionante de Larry, que va buscándose a sí mismo. Vaga por el mundo hasta llegar a la India. Allí bebe de la sabiduría de los brahmanes y, ya de vuelta, camina por un mundo al que ya no pertenece, envuelto en una nube de misticismo.

Pero las ideas que subyacen la escena no son de ahora. Rousseau dijo que la sociedad era un sistema de explotación que los fuertes habían inventado contra los débiles. Si alguien acepta este dogma a pie juntillas, resulta ‘tocado’ por la verdadera fe. Y ya no puede mancharse más. Fue el caso de Kurt Cobain, cantante del grupo Nirvana. Se arreó un tiro en la cabeza con su Remington. De algún modo lo había anunciado: ‘Me odio a mí mismo y quiero morirme’. Su situación era terrible. Un convencido ‘contracultural’ hace música alternativa (para no prostituirse) y resulta que vende millones de discos. ¡Vergonzoso! Nunca lo pudo superar.

Juan estaba ensimismado con estos pensamientos cuando Luís le dio un golpecito en el brazo.

¿Qué hacemos?

Ya era tarde. Además, el bullicio iba en aumento y era difícil hablar sin desgañitarse. Nadie notaría su ausencia. Decidieron terminar sus copas y marcharse. Ya junto a la puerta, vieron como Carmela, la compañera de Federico, les enviaba un beso con dos dedos de su mano derecha. Cerraron la puerta y bajaron en silencio la escalera. Había refrescado.

Te llamaré’.

‘Sí, nos vemos’.

El zumbido de una moto suicida quebró el paisaje nocturno. Luego, sólo se oían los pasos de Luís, caminando por la calle. Juan se quedó un rato mirándole, en silencio. El camino iba a ser largo y solitario.

Sebastián Urbina.

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LA INMERSIÓN LINGÜÍSTICA, UN "GRAN ÉXITO"

Chacón: "Quien habla de problemas con la lengua en Cataluña no la ha pisado nunca"

La ministra de Defensa, Carmen Chacón, ha defendido este miércoles la "inmersión lingüística" como "el gran éxito en Cataluña", ya que, a su juicio, esto ha permitido que "hoy no haya catalanes de primera y de segunda". Por ello, ha criticado a los que denuncian la persecución al castellano en esta comunidad por lo que aseguró que "muchas veces pienso que la gente que habla de la lengua y de los problemas de la lengua en Cataluña no la han pisado nunca".



Prefiero no decir lo que pienso.

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POR CRITICAR LA IMPOSICIÓN DEL VELO ISLÁMICO

Un ex asesor de Zapatero llama "cenutria, estúpida e incompetente" a Aído

Uno de los hombres más cercanos a Zapatero, fue director de información de La Moncloa hasta hace un par de años, arremete con saña contra la ministra de Igualdad, Bibiana Aído. En su blog, del que se ha hecho El Confidencial, Javier Valenzuela le dedica lindezas como estúpida, inculta, incompetente o cenutria. Y es que Aído ha hecho algo imperdonable para el pensamiento progre dominante: criticar el velo islámico.


Por una vez que acierta la Ministra de Igual Da, la ponen a parir. En fin, son de izquierdas.


Para no alargar demasiado esta triste historia, recomiendo, a los que tengan suficiente valor para mirarse al espejo y no mentirse, leer dos libros. Sólo dos. 'El conocimiento inútil' y 'La gran mascarada', ambos de J.F. Revel. Si no les obligan a repensar seriamente lo que piensan, es que ya no hay nada que hacer. Hemos llegado tarde. Que tenga suerte, hermano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es de traca. La única cosa sensata que se le ha ocurrido a Bibi Aído, y es por la única que recibe críticas por parte de la izquierda. Cada día entiendo menos a los progres...

saludos