lunes, 4 de agosto de 2008

NO QUIEREN ENTERARSE.


4/8/2008.









NO QUIEREN ENTERARSE.


(LaRazón). Los jubilados suponen ya la mitad de los militantes del socialismo alemán
La vieja izquierda europea retrocede Cambiar el tamaño del texto
Por primera vez en Alemania la conservadora CDU supera a los socialdemócratas en número de afiliados El SPD ha perdido 400.000 militantes desde 1990

Los socialistas sufren una constante sangría desde la reunificación: pierden una media de 2.000 afiliados al mes.
Aitor Lagunas
Berlín- «Sus políticas pueden resultar atractivas, pero están ancladas en el ayer. Asistimos al final de la socialdemocracia en el mundo occidental». En 1983, en la Europa de François Mitterrand, Olof Palme o Felipe González, la premonición del politólogo alemán Ralf Dahrendorf parecía el deseo mal disimulado de un liberal confeso. Como tal fue atacada desde las filas del SPD, el poderoso Partido Socialdemócrata germano, bajo cuyas siglas se agrupaban entonces casi un millón de afiliados.
Un cuarto de siglo después, el panorama político parece darle la razón a Dahrendorf, especialmente en Alemania. Tras la derrota de su último gurú, Gerhard Schröder, el SPD ha perdido el norte. Tres líderes en tres años, cada cual con su programa, han desorientado a un electorado que ya no sabe a qué atenerse: de las medidas reformistas de Schröder -bautizadas pomposamente como «Agenda 2010»- al volantazo a la izquierda de Kurt Beck, actual cabecilla del «socialismo democrático». Beck, ayuno de carisma y discutido por su sector más moderado, ha acelerado la descomposición de un partido que atraviesa sus horas más bajas desde la Segunda Guerra Mundial.
Incluso la militancia, eterna reserva y principal activo del SPD, huye en masa ante la magnitud del desastre. Cada mes, 2.000 afiliados rompen su carné, algo que en junio ha desembocado en un hito insólito: la CDU cristianodemócrata de la canciller, Angela Merkel, se ha convertido por primera vez en la historia en el partido con más simpatizantes de cuota. Ambas formaciones acusan desde la reunificación tendencias a la baja, pero la curva socialdemócrata dibuja un declive abrupto: en los últimos 15 años ha perdido 400.000 militantes, casi un 45% de su masa de 1990.
Semejante ola de apostasía tiene tanto que ver con el desencanto político como con la falta de recambio generacional. Cinco de cada diez afiliados al SPD superan los 60 años y las agrupaciones locales envían más cartas de pésame que de bienvenida, una situación que también conoce la CDU. Sin diferencias ideológicas entre los dos partidos hegemónicos, los jóvenes alemanes han perdido la motivación emocional que empujaba a sus padres a afiliarse. Ya no hay guerra en Vietnam, el Muro cayó, los melenudos del 68 peinan canas y Beck no es ni la sombra de Willy Brandt.
Tampoco parece rival para Merkel. El desplome militante socialdemócrata se acompaña con un hundimiento análogo en los sondeos de intención de voto.
Desde hace medio siglo, el SPD siempre superó la barrera del 30% de los sufragios en unas elecciones generales. Actualmente, la demoscopia sólo le otorga dos de cada diez comicios, la mitad que la CDU. Para las regionales de Baviera de otoño, los pronósticos auguran una debacle histórica para los socialdemócratas.
«Los socialdemócratas deben reflexionar urgentemente sobre su lugar en la sociedad post-industrial y multipartidista del siglo XXI», advierte el politólogo de la Universidad de Gotinga Franz Walter. Christoph Schwennicke, periodista de «Der Spiegel» va más allá: «Si el ala centrista del partido no actúa rápido, dentro de poco no tendrán ni partido». Bases menguantes y envejecidas, liderazgo anémico y muy discutido, división en clanes y familias, crisis generalizada en la socialdemocracia internacional: con semejantes ingredientes, no faltan quienes dentro del SPD comienzan a tomarse en serio la advertencia de Dahrendorf.




La izquierda española hace como Zapatero. No se quiere enterar de la crisis económica. Primero no existe. Luego hay suave desaceleración. Luego dice que quienes la anuncian son antipatriotas. Después, en los debates televisivos, mienten. Finalmente, le exigen a Rajoy que pida perdón por la guerra de Irak. Esta es la izquierda española actual. No hay problema porque decimos que no lo hay. Y para demostrarlo nos vamos a Doñana de vacaciones. Pagadas. ¡No passssa nada! Mientras haya gente que les crea seguirán haciendo de la suyas. O sea, dejando el pais hecho unos zorros. Como ya sucedió cuando Felipe era Presidente y Solbes Ministro de Economía.

Por cierto, la excusa oficial progresista es que la crisis es internacional y no hay nada que hacer. O sea, la culpa no es nuestra. En primer lugar, son caraduras. Otros países llevan tiempo tomando medidas dado que reconocieron la existencia de la crisis. Es decir, no mintieron a los ciudadanos. En segundo lugar, los sindicatos. Si el gobierno fuera del PP ya habría manifestaciones. Indignación a raudales. ¡Qué rostro! En fin, correas de transmisión y dinero público para el engrase. Por último, y si no se puede hacer nada. ¿Por qué no quitan el Ministerio de Economía?

Sebastián Urbina.

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