jueves, 18 de septiembre de 2008

¿ES EL NACIONALISMO UN PELIGRO?




¿ES EL NACIONALISMO UN PELIGRO?

En cualquier doctrina hay malas y buenas personas. No se trata pues, de preguntarse si los nacionalistas son un peligro. Es mejor afrontar el problema desde las ideas que, supuestamente, están en la base de una doctrina. En este caso el nacionalismo. Y analizar si constituyen, o no, un peligro. ¿De qué peligro hablamos? Se trataría, en mi opinión, de la libertad. En España, la libertad está más amenazada en las Comunidades dominadas por gobiernos de tendencia nacionalista. Además, el nacionalismo trata de minar, debilitar o destruir un Estado-nación, como el español, con el consiguiente aumento de la tensión y la inestabilidad.

El punto de partida es la nación. Pero la nación no es solamente un territorio, unas personas y una organización jurídico política. Se trata de un ente mítico. ¿Por qué? Porque se supone (por parte de los nacionalistas) que es una entidad que se ha mantenido homogénea a lo largo de los siglos. Es decir, se trata de una especie de animal metafísico. Este es un fenómeno que suele llamarse ‘reificación’. Supone que los hombres han olvidado que ellos son los que han creado el mito, que ellos son los que han creado los significados. El resultado es que este mundo mítico se autonomiza y adquiere un status ontológico independiente, que termina imponiéndose a sus creadores. Esto suele hacerse a través de universos simbólicos, elaborados por sacerdotes especializados en legitimación. La identidad, por ejemplo, se legitima al situarse dentro de un universo simbólico.

Este mito, la nación inalterada en lo sustancial (aunque no se sepa a ciencia cierta qué es lo sustancial), se asienta en una comunidad, también mitificada y distorsionada. ¿Por qué? Porque se supone que ha permanecido igual, en su esencia, a lo largo del tiempo y porque se supone que sus miembros (a pesar de que han ido muriendo y naciendo) forman un todo homogéneo. De ahí la fuerte tendencia de los nacionalistas a hablar en términos colectivos. Por ejemplo: ‘nosotros, los catalanes’; ‘nosotros, los vascos’. Aunque también se dice, ‘nosotros, los extremeños’, no tiene el componente nacionalista que estoy comentando.

Una característica habitual, en los nacionalistas, es la de humanizar su territorio. Esto se debe a que lo han convertido en una entidad mítica y sacralizada. Unas declaraciones de Gregorio Salvador, diciendo que no se puede aprender español en las escuelas, fueron contestadas por Artur Mas, en estos términos: ‘Parece mentira que de vez en cuando salgan estos personajes de la España castiza que insultan la lucha de todo un pueblo’. También contestó, Artur Mas, unas declaraciones de Rodríguez Ibarra sobre financiación y el Estatut. ‘Que deje de insultar a Cataluña’.

Obviamente, un territorio no puede ser insultado o sentirse ofendido. Solamente las personas de carne y hueso pueden sentirse ofendidas, bien por lo que digan de ellas, bien por lo que alguien diga de un territorio, o por otras razones. Pero el propio territorio no se ofende, ni coge la gripe. Es típico, como dije, hablar de los catalanes (en este caso) como un todo. ‘La lucha de todo un pueblo’. Como una especie de tribu indiferenciada. Como si no hubiera autonomía individual y pluralismo. En cualquier caso, ya tenemos los primeros mimbres. Una nación, cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos y que los historiadores (los fiables) contarán como sea conveniente.

La cohesión del grupo tiene que ser, permanentemente, reforzada. ¿Por qué? Porque siempre hay enemigos que intrigan contra la nación. En este sentido, las ofensas y agravios son fundamentales. ¿Para qué quieren independizarse (al menos oficialmente) si no es por las ofensas, abusos y humillaciones? Aquí juegan un papel importante los intelectuales orgánicos. Historiadores, o no. Son los sacerdotes que ejercen el monopolio de la interpretación de los textos sagrados del nacionalismo. O los historiadores oficiales de la comunidad oprimida, cuya historia debe ser aceptada por todos. El que no la acepte será sospechoso. Un ‘extranjero en su país’. Esto supone un importante paso en la uniformización del colectivo, de la comunidad. También implica una más fácil identificación de los ‘traidores’. Pasa algo parecido con los desfiles. Cuando un soldado hace un movimiento ‘que no toca’, se le identifica fácilmente.

Cuantos más agravios, más motivos para sentirse víctima. Más motivos para exigir más. Y motivos para exigir la independencia y vivir, por fin, en auténtica libertad. El fomento y la difusión de los agravios (reales, exagerados o inventados) van de la mano de la ficción comunitaria. Existiría comunidad de ideas, intereses y sentimientos. Si la realidad no se compadece con estas proclamas, se suelen hacer dos cosas. O bien, negar la realidad que no gusta, o bien mostrar que esta realidad ha sido impuesta desde fuera, por los ‘enemigos exteriores’. O desde dentro, por los ‘enemigos interiores’. La conclusión es la misma: hay que restablecer la histórica unidad y cohesión que la comunidad siempre tuvo, en lo esencial, desde la noche de los tiempos.

Pero adaptar la realidad a nuestros fines, supone forzar la realidad. Y forzar la realidad quiere decir intervenir en la libertad de las personas. Esto es lo que hace el nacionalismo. Interferir en la libertad de los ciudadanos para construir la nación idealizada. Pero resulta que esta nación idealizada nunca es plural, sino homogénea. Esto se ve con claridad, por ejemplo, en Cataluña. La sociedad civil es plural, en sentido político, cultural y lingüístico. Pero los planes de normalización tienen por objetivo interferir en este pluralismo.

O sea, interferir en la libertad de las personas en aras del supuesto bien superior de la nación oprimida. El último ejemplo de esta deriva totalitaria, gozosamente aceptada por el Presidente Zapatero, es el de la imposición de multas a las personas que rotulen su negocio en castellano. Este ejemplo muestra la connivencia entre el nacionalismo periférico y la izquierda española. Esta connivencia refuerza el común desprecio por la libertad. En la Comunidad Balear tenemos otro reciente ejemplo. La Consellera de Educación y Cultura, Bárbara Galmés, ha dicho: ‘No estoy a favor de que los padres puedan elegir la lengua de educación de sus hijos’.

Recientemente, el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung criticaba que los políticos catalanes lleven a cabo una ’significativamente creciente… policía de la limpieza lingüística… que una vez reprocharon a Franco y que ellos ahora practican’. Es inevitable. La lucha por la recuperación del paraíso perdido, la reivindicación de la comunidad idílica lleva, sin remedio, a la discriminación y a la coacción. Es el moderno ‘lecho de Procusto’ utilizado por los nacionalistas (y sus compañeros de viaje) para uniformizar a sus habitantes, miembros de una comunidad espiritual que sacraliza, en este caso, la lengua. Pero podría ser la etnia, u otros signos de diferenciación y de pureza ficticia y originaria.

Rechazar este proceso supone situarse fuera de las esencias patrias. Convertirse en ‘enemigo interior’. Albert Boadella es sólo un ejemplo de lo que digo. Ha tenido que marcharse de Cataluña. A pesar de que es un hijo ilustre. Pero con ideas equivocadas. Más de doce mil profesores se han tenido que marchar de Cataluña en las últimas décadas. Más de doscientos mil vascos se han marchado del País Vasco. No querían. Pero no eran miembros fiables de la tribu. Son los ‘traidores’, los que no se han integrado en la comunidad, cuyos supuestos intereses colectivos son superiores a los intereses de los individuos que la componen.

Como nos recuerda José Díez Herrera, en ‘Los mitos del nacionalismo vasco’, la historia del nacionalismo vasco es una mentira permanente, desde Sabino Arana hasta hoy. Y el PNV un partido totalitario y antiespañol, que no admite una sociedad pluralista como la sociedad vasca. Además, y en virtud de la división social del trabajo, unos ‘mueven el árbol’ y otros ‘recogen las nueces’. ¿Qué hacen los ‘buenos’ nacionalistas? Callan, o miran hacia otro lado. O se marchan del ‘paraíso’.

¿Hay remedio contra esta enfermedad? Los grandes partidos, PSOE y PP han permitido, o ayudado (cada uno con su propia cuota de responsabilidad y salvando a los héroes y heroínas) a esta enfermiza y peligrosa deriva. Sin olvidar a la prensa amarilla y de otros colores. En estos momentos, la política con más sentido de Estado y con valor suficiente para defender la unidad de España (algo que debería ser obvio, además de ser constitucional), la protagoniza Rosa Díez y su partido UPD y, a veces, el PP. En el País Vasco, los políticos dignos han de llevar escolta. En Cataluña, los políticos del PP, UPD y Ciutadans, son tratados por la prensa como ‘anticatalanes’ y sufren un ambiente hostil. En Baleares, Carlos Delgado, el único que no se inclina ante los nacionalistas, es acusado de ‘catalanofobia’. Y de ser facha, por supuesto.

No confío mucho en que los partidos políticos hagan algo. Algo sensato y decente quiero decir. Creo que tendrá que ser la llamada sociedad civil. Sin descartar un deterioro, aún mayor, de la situación. Anuncios ya los hay. El Estatuto de Cataluña, el anunciado referéndum soberanista en el País Vasco este mismo año y el de Cataluña para 2014. En fin, la deslealtad constitucional generalizada de los nacionalistas, consentida por quienes han jurado, o prometido, la Constitución.

No se puede ser tolerante con los intolerantes. Es decir, los nacionalismos excluyentes y liberticidas. Sebastián Urbina.

24 respuestas to “¿Es el nacionalismo un peligro?”
1. Moriscot dice:
Abril 15th, 2008 at 18:33
Magistral artículo. No hace falta decir más.
2. Josep BCN dice:
Abril 15th, 2008 at 19:22
Excelente artículo.
Gracias de un militante de Ciutadans/Ciudadanos.
3. Benjamin López dice:
Abril 15th, 2008 at 20:51
El plumero nacionalista
Vaya, parece que al sr. Urbina le desagrada que algunos catalanes digan “nosotros, los catalanes”, o que algunos vascos se refieran a “nosotros, los vascos”, pero le parece perfecto que en Extremadura aludan a “nosotros, los extremeños”; y sólo porque los simpáticos extremeños no aparecen en la lista de pérfidos nacionalistas que maneja el sr. Urbina. Perfecto, todo un hallazgo, tomo nota.
El comentarista no dice ni media palabra sobre los poderosos nacionalismos estatalistas (algunos con una larga historia de invasiones militares a sus espaldas) que campan a sus anchas por el mundo, esos que se basan en el principio esencialista de la patria y el Estado-Nación, en la “grandeur” y en las fuerzas armadas como mejor argumento por si alguien se les pone chulito. Ni la menor alusión a los nacionalismos de Estado (son tantos…) que imponen su lengua a todos sus súbditos porque sí, porque toca, porque lo dice la Consti o porque no queda elegante que el amo del cortijo se rebaje a chapurrear la lengua de los jornaleros. “Nosotros, los franceses”… o, mejor dicho: “La France”. ¿Acaso esto no supone “humanizar su territorio”, en tal caso el territorio francés? “Nosotros, los rusos”… ¿Es que el nacionalismo ruso no habla siempre de Rusia como una unidad de destino en lo universal? ¿Y que hay de los “americanos” (los del norte, por supuesto)? ¿Es que no hay un nacionalismo yanqui, ligado a la sacralización de los símbolos patrios y al sentimiento colectivo de pertenecer a una nación poderosa e invicta? ¿O es que aquí nadie se atreve a decir “Nosotros, los españoles”, y eso inquieta a algunos, a los que sí quisieran decirlo? Pues que lo digan, que se desahoguen, y dejen de marear la perdiz. Da la impresión que para el sr. Urbina sólo son malos aquellos “pequeños” nacionalismos que cuestionan la fuerza de un nacionalismo superior identificado con el Estado. Por supuesto, el sr. Urbina es muy hábil al meter en un mismo saco el caso vasco, tan enrarecido y pernicioso, con esos otros nacionalismos que tanto le disgustan, básicamente el catalanista. Bueno, dicho queda. Hay que ver lo útil que puede llegar a ser el terrorismo vasquista para los magos del periodismo de opinión (casi tanto como el nazismo o el fascismo en sentido amplio, amplísimo, como decíamos ayer en otro sitio).
El sr. Urbina también tiene unas palabras cariñosas para un ya famoso artículo firmado por Paul Ingendaay en la “Frankfurter Allgemeine Zeitung”. A tenor del pasaje citado, sin duda se trata del texto “Die Sprachpolizei rät. Gängelei und Säuberung: Katalonien bedrängt Spanien”, publicado el 18 de enero de 2006. ¡Hace de aquello dos años y tres meses! Me sorprende, pues, que el sr. Urbina nos diga que esas opiniones se han publicado “recientemente”, aunque pudiera ser que la fama de aquel panfleto llegara hasta hoy. ¿Es que el sr. Urbina cita de oído? No, seamos benévolos con él. Seguro que el comentarista ha leído el artículo y conoce las circunstancias de su publicación. Y seguro que también sabe que el autor, el sr. Ingendaay, corresponsal de cultura de la “FAZ” en España desde 1995, tiene una fuerte alergia a todo lo que huela a nacionalismo catalán. Sentado cómodamente en su domicilio de Madrid, sin tener que hacer el terrible esfuerzo de desplazarse de vez en cuando a las “nacioncillas” periféricas para hablar con la gente de la calle y redactar algo parecido a un reportaje de investigción, el sr. Ingendaay se limita a menudo a leer “El Mundo”, el “ABC” y “El País”, a digerir lo que publican, a traducirlo o reformularlo, y a hacernos ver que él estuvo allí. Por cierto, justo es reconocer que el sr. Ingendaay tiene otra cara mucho más ecuánime: la de crítico literario y novelista.
4. Moriscot dice:
Abril 15th, 2008 at 21:56
Las distancias entre Urbina y Benjamín
El señor Lopez (Don Benjamín) debería tener la prudencia- y la inteligencia- de no escribir frivolidades y lugares comunes que puedan confrontarse con un artículo serio y bien estructurado como el del señor Urbina.
Este Benjamin es, por lo que leo, un “habitual” de este foro y un “submarino” catalanista que piensa que somos tontos al no verle un plumero que pretende inutilmente esconderse tras grandes apelaciones a su espíritu liberal y “no catalanista”
Vamos a ver, Benjamin. Entre el “nacionalismo español” y el “nacionalismo catalán” no sólo hay una diferencia de grado, sino de naturaleza. De entrada, la Constitución- y lo que la Constitución supone de “ejército”, de “Estado” y de “nación”- que tanto molesta a nuestro hombre da la casualidad que es trasunto de la soberanía popular, es decir, del pueblo español, incluido el pueblo catalán, que, en ejercicio de su potestad constituyente, se autoconfirió unas reglas del juego, unos derechos y libertades y unos principios que incluyen la vertebración y la estructura que tiene España. Y se lo autoconfirió no recuerdo si con un 80 o un 90% de votos. El señor Benjamín asoma su patita fascista al cuestionar- uy,uy,uy..suele decir- este principio soberano constituyente que está en el orto de todas las democracias y que sólo cuestionan los fascistas y, sus herederos, los nacionalistas.
Compare Benjamín, en la misma Cataluña, qué porcentaje del pueblo catalán votó a favor- ¿un 25%?- el último Estatut y que porcentaje votó la Constitución. Supongo que se escandalizará Benjamín si le recuerdo que son los fascismos y los comunismos los que defienden la “soberanía” de una minoría- la dictadura del partido sobre el proletariado, la unión gramsciana de las fuerzas de la cultura y del trabajo, el “partido” como detentador de la única legitimidad- que integra los partidos fascistas y comunistas frente a la soberanía del pueblo.
Pero la diferencia no es sólo de grado sino de naturaleza. El “nacionalismo español” no agrede, ni practica el terrorismo, ni sacude nueces que cogen después meapilas al estilo Benjamín, ni impide que las lenguas autonómicas se expresen y manifiesten con plena libertad, ni multa a los que rotulan en catalán, ni obliga a los alumnos a que hablen el castellano en los recreos, ni decreta la “muerte civil” de los no nacionalistas identitarios, mientras que los catalanistas, los vasquistas y los galleguistas sí hacen todas estas cosas. ¿De qué está hablando el señor Benjamín López cuando, con profunda deshonestidad política y no poca miseria moral, opone el “nacionalismo español” al “nacionalismo catalanista? Debería tener, por lo menos, el pudor intelectual de abstenerse de semejantes indecencias.
Aquí, en España y en Baleares, tenemos una excrescencia antidemocrática, virulenta, autoritaria y que pretende imponerse sobre las mayorías pacíficas cuyo único pecado es no votarlos. La democracia española respeta a las minorías- y ahí está el estado de las autonomías consagrado en la Constitución y ahí está el desarrollo de estas autonomías- mientras que los catalanistas, no es que no respeten a las minorías, sino que no respetan a las mayorías. Como Hitler, como Mussolini, como Franco, como Stalin. Asustan estos tipos si algún día consiguen el poder tras sacudir a fondo los nogales y recogewr con fervor sus nueces.
5. Benjamin López dice:
Abril 16th, 2008 at 0:06
A Moriscot.
Vale, vale, hombre. Faltaba el listillo de turno que me llamara fascista y meapilas. Cuanta “finezza”, por Dios. En su amable comentario, leo que luego el fascismo se mezcla o se confunde con el comunismo, que a su vez desemboca en el nacionalismo…; y al final, como no podía ser de otro modo, desfilan en armoniosa compañía Hitler (¡el que faltaba!), Mussolini, Franco y Stalin. El Cuarteto Calavera, esos que siempre acaban acudiendo al baile de máscaras. Qué lata. Ah, eso de los nogales y las nueces veo que le gusta mucho a usted. Arzallus fue un incauto al no patentar la metáfora (si es que la ocurrencia fue de verdad suya, algo que no sé ni me importa).
En fin, siguiendo con las metáforas: quienes siempre han tenido la sartén por el mango fingen ponerse muy nerviosos cuando una salpicadura de aceite les mancha ligeramente la manga del jersei.
Luego empiezan a hablar de Hitler, etcétera, etcétera. Moriscot sabrá disculparme que cierre el ordenador y no siga perdiendo el tiempo con él. Me ha abrumado con Hitler y toda la tropa. Por desgracia, no hay manera. Dejémoslo.
* Ah… No, no me escandalizo, en absoluto. ¿Cómo escandalizarse de lo que se repite hacia el infinito? Hitler, fascistas, el nogal y las nueces. Que les aproveche.
6. Álvaro García dice:
Abril 16th, 2008 at 9:38
España, Nación en raciones
Fabuloso artículo, Don Sebastián!!
La personificación, humanización o cosificación del territorio??: efectivamente, el ente autonómico (administración y territorio) es convertido en divinidad rescarismática dotado de vida propia, acreedora de derechos y obligaciones que trascienden en prioridad e intensidad los derechos y libertades de los individuos que pacen en los terruños: los políticos de todos los partidos no distinguen territorio, de población, de organización política, y sea sincera la confusión, o no lo sea, del conjunto se apropian, lo patrimonializan y quieren hacerlo a su gusto y antojo. La apropiación del ser viviente metafísticamente creado, ser que todo lo abarca en esos pagos, se hace tanto con la intención de exagerar virtudes, como de agravar la molicie y malicia de las ideas adversarias; (( así si leamos el mensaje 3 en este foro veremos como la retórica de los nacionalismos siempre afirma combatir otros nacionalismos, aún esos nacionalismos impliquen la inclusión del suyo propio en un ámbito de orden jurídico, social y económico más amplio. Así todo nacionalista español será por ende nacionalista catalán. Será fácil hacer este reconocimiento para cualquiera salvo para quien no concibe el nacionalismo de la parte como una oposición al nacionalismo del todo. Por ende hemos de concluir que tras el nacionalismo atomizador de sociedades y economías se esconde el odio a esa sociedad o economía que quieren dividir, jibarizar y repartirse, más que el amor o voluntad de engrandecer las virtudes del pequeño nacionalismo)). En ese juego retórico se desfasa la humanidad o ciudadania como basamento de las ideas políticas, al carácter territorial, feudalista, al tramposo espíritu del pueblo condicionado por la geografía que se para o nace en las fronteras. ((aquí vemos la confusión pueril que afecta a los nacionalistas incapaces de ver que no tienen delante un nacionalismo de un territorio más amplio, y que abarca su mítico terruño, sino el fundamento lógico e iusfilosófico e incluso económico de las ideas liberales: la diferencia entre el estatalismo y el liberalismo es la clave, la diferencia entre la taifa y el constitucionalismo, la diferencia entre la jibarización y la organización, la diferencia entre la doctrina política y el Derecho, que es lo que se discute, está en dar prioridad al ser humano, o dar prioridad a ser político, estriba en hacer las organizaciones políticas al servicio del ciudadano (liberales por tanto) o hacer a los ciudadanos al servicio de las instituciones (nacionalistas por ende). Por tanto sólo está al alcance del nacionalismo acusar a los demás de nacionalistas para denigrarles, a la vez que ellos se vanaglorian por ser nacionalistas, y con ello pretender contestar la acusación de totalitarismo que se les hace, lo cual es descalificar las ideas propias al descalificar las del contrario mientras se arguyen iguales a las propias o basadas en lo mismo intelectualmente, pero con alcance dispar, alcance geográfico dispar. El tantas veces cacareado nacionalismo, estatalismo español, existe no cabe duda, pero no tengo la más mínima duda de que Don Sebastián, como yo, como la inmensa mayoría de españoles no nacionalistas de partes son liberales, y es bueno reseñar que no existe libertad sin Derecho, ni derecho sin Estado. El nacionalismo no defiende el Estado, ni el derecho, ni la libertad como necesidad política del ser humano, sino como tributo que se presta a un ser mítico, ser mítico que poco importa cómo se llame. En Rusia, en USA, como en Francia, en España y en cualquier lugar del mundo, no faltan quienes abogarán por la barbarie contra las personas basándose en intereses de Estado. La vieja doctrina de los actos políticos se arguyen por doquier en todos lados. Eso, que hay que llamar totalitarismo, es lo que mueve la política catalana: por ejemplo: los intereses de Estado (v.gr. la normalización lingüística) obligan a sacrificar la libertad de aprender y expresarse, preponderando intereses políticamente observados y definidos como prioritarios al derecho a la educación de las personas, individualmente considerado como libertad. El interés preponderante es el de las clases políticas, que se amparan en que han ganado las elecciones para imponer contextos o acervos culturales, y más gravemente, para proscribir otros, … y no se concibe por tanto la educación prioritaria y preferentemente como un instrumento al servicio de las personas y de su libertad … derivando de lo expuesto que el nacionalismo consolida una sujeción vasallática de las personas a las características rescarismática inopinables que tiene la clase política del territorio, o que tiene de la lengua o d las instituciones. Por ende la contradicción al nacionalismo no está en el españolismo, sino en el liberalismo, aquí y en Aquisgrán.
Por tanto, la interiorización del nacionalismo como doctrina más favorable siempre a la casta política, y ello por basarse en el sacrificio de los intereses de los vasallos en aras y nombre del terruño mitificado, por favorecer la apropiación de cultura, economía, instituciones y por último sociedad, a través del derecho constitucional y administrativo, ha supuesto una atomización financiera, territorial e intelectual (moral) del poder, mientras a la vez se promueve una concentración de potestades o de poderes caminando hacia el monipodio orgánico de las instituciones privatizadas en los partidos políticos y sus coaliciones, que vía prestidigitación cíclica consiguen la aclamación sistemática de las masas, a la que llaman legitimidad, aún esté basada en el truco emotivista, en la confusión, en la mentira y en demasiados casos en el crimen puro y duro. Ya no hay poderes en España, sino partidos, y no hay libertad sino contextos de reconocimiento político, que por otro lado, han de variar según el terruño. Así podemos afirmar que en España hay no más que 17 españoles, no en meros términos administrativos, sino 17 formas no sólo jurídicas o prestacionales de ser español, que nadie puede elegir sino votando con los pies, y que tan sólo en Cataluña y País Vasco, y en menor medida en Baleares y Galicia son excluyentes, precisamente por existir nacionalismos más intensos y que se muestran más dispuestos a sacrificar la libertad individual para la realización de intereses de Estado. Estamos ante un proceso de feudalización de la Nación, atomizada institucional, jurídica, económica y psicológicamente, y en el que pasaremos de ser una Nación de ciudadanos libres e iguales, a ser una reunión asimétrica de vasallos de una mesa camilla de 17 reyezuelos representativos de 17 taifas, taifas a su vez intersometidas entre ellas, al existir jerarquias y rangos entre las mismas. Así primero hemos de distinguir entre Cataluña y País Vasco como taifas imperialistas que ejercen de sede metropolitana del resto de España, Protectorado o Gobierno de España, y luego a todos los demás. Entre todos los demás hemos de distinguir entre la taifas favorables al Gobierno, tutelado por las taifas metropolitanas, y a las no alienadas con el Gobierno del Protectorado.
Por tanto Más que de Nación, hemos de hablar de Ración, o de raciones.
¿España, Nación de naciones?, no, Nación en raciones.
7. Mariano Arnal dice:
Abril 16th, 2008 at 9:39
La cosa es tan simple como dos y dos son cuatro
El nacionalismo sólo pretende crear otro Estado desmembrándose del Estado de que forma parte y sojuzgando o expulsando a los otrora ciudadanos que hayan quedado confinados en el territorio que se ha adjudicado el nuevo Estado nacionalista. Éste es el proceso de SEGREGACIÓN.
Si miramos cómo fue el PROCESO DE AGREGACIÓN del que éstos prehistóricos emprenden la vuelta, la cosa se torna absolutamente transparente. Fue en ROMA. Las TRIBUS originales que se peleaban entre sí, primero 3 (de ahí el nombre de tribu = entre tres, para tres, y de ahí los Tribunales, los Tributos, etc) y luego 35, fue una especie de Big Bang pero al revés. Entendieron que eso de pelearse continuamente los vecinos entre sí no tenía ningún sentido, así que las fronteras enverraron (protegieron-defendieron) cada vez a más tribus que, de rivales (vecinas de “ripa” = ribera) se convirtieron en aliadas a la fuerza. Y así fue como la contigüidad y convivencia de las tribus desembocó en la CÍVITAS: la agrupación de INDIVIDUOS libres e independientes de sus respectivas tribus o “gentes”, todos bajo un mismo CÓDIGO DE DERECHOS Y DEBERES que recibía asimismo el nombre de CÍVITAS, igual que el nuevo colectivo.
Disgregar la CÍVITAS para volver a las TRIBUS y tener de nuevo VECINOS ENEMIGOS e INFILTRADOS dentro de la misma tribu, he ahí el objetivo de los NACIONALISMOS. Sin duda para volver de inmediato al PROCESO DE REINTEGRACIÓN (imperialismo que ya se les sale por todos los descosidos) pero liderado por la TRIBU MESIÁNICA.
8. pedro dice:
Abril 16th, 2008 at 9:49
Los culpables
yo creo que el nacionalismo en si no es malo, creo que es peor que los políticos y funcionarios campen a sus anchas porque no hay ley que les pare los pies cuando interpretan la norma como les da la gana perjudicando al administrado, creo que el problema político de mallorca es el exceso de discrecionalidad en las decisiones de la administración pública, de ello tienen la culpa los dos grandes partidos por no legislar bien y los nacionalistas por utilizar los huecos legales con fines románticos.
9. Hans von Rotenhan dice:
Abril 16th, 2008 at 10:52
Gracias Señor Urbina. Más claro, imposible
En la presente discusión surgen cuestiones sobre la calidad, la maldad o la bondad de ciertos nacionalismos.
De entrada: El nacionalismo nunca ha aportado nada bueno a la humanidad. Patriotismo quisás, pero nacionalismo nunca.
Normalmente, el nacionalismo se define como tal de un estado, como escudo contra posibles pretenciones de sus vecinos. Lo que pase en España es, que ya no necesitamos el nacionalismo español, por encontrarnos integrados en Europa. Por ello, el nacionalismo español ahora ya no es nada beligerante y nada excluyente.
El fenómeno de España es, que tenemos unos nacionalismos interiores, fuertemente beligerantes, fuertemente chantajistas, fuertemente excluyentes. Lo necesitamos como necesitamos un bocio.
Lo que pasa es que me da la poderosa impresión de que son los propios nacionalistas que necesitan su nacionalismo regional, porque si salen de la política tendrían que trabajar de aparcacoches, porque a parte de haber aprendido ser poliítico, no han aprendido nada. A ver: ¿Quien de nuestros nacionalistas baleares, antes de entrar en política, ha triunfado en otra profesión?
10. Moriscot dice:
Abril 16th, 2008 at 10:54
A Benjamín López
Touché!!!
Je, je, je…
11. Benjamin López dice:
Abril 17th, 2008 at 22:04
Nacionalismo, lengua y libertad
Unas palabras sobre el último comentario del sr. Hans Von Rotenhan: si nos proponemos distinguir claramente el nacionalismo del patriotismo, corremos el riesgo de pillarnos los dedos. Nadie es capaz de decir dónde acaba uno y empieza el otro, por mucha teoría que se haya elaborado, o perpetrado, sobre este asunto. Habermas lo intentó con lo del “patriotismo constitucional”, una idea que retomó Aznar en su segunda legislatura para decir que todo súbdito español debía estar muy orgulloso de serlo, pero sin desmelenarse. Por cierto, usted sabe bien que la reivindicación de ese patriotismo es una actitud muy alemana. ¿Cómo hacer para amar a nuestra patria sin complejos, y al mismo tiempo conjurar el fantasma del viejo nacionalismo germano? ¿Por qué a nosotros nos están vetadas las grandes proclamas de orgullo patrio a la manera francesa o norteamericana? Definir el propio sentimiento nacional como patriotismo, y al mismo tiempo colgar el sambenito nacionalista a los sentimientos nacionales ajenos, sobre todo si entran en conflicto con nuestra concepción de la patria/nación, es ciertamente una hábil maniobra discursiva. Ahora bien, si aceptamos que existen un patriotismo alemán y un patriotismo español, entre muchos otros, y que tales actitudes son perfectamente legítimas, no parece fácil mantener que no pueden existir, pongamos, un patriotismo bávaro, catalán, flamenco, escocés, lombardo o transilvano. Del mismo modo, si se critican los nacionalismos periféricos o “centrífugos”, es cuando menos sospechoso que jamás se alce la voz para dejar en evidencia a aquellos nacionalismos que representan y fundamentan las estructuras estatales (y sé que con esto repito una idea ya expresada en un comentario anterior).
En otro momento se recordó en este foro que la CEE fue creada por los estados. Cierto es, pero no lo es menos que para aquellas sensibilidades nacionales que, con más o menos justificación, no se acaban de sentir representadas por el Estado, Europa representa un espacio de libertad superior al estatal y, sobre todo, mucho más sugerente en el plano simbólico. Por eso, el catalanismo pretende llegar a París, a Bruselas o a Berlín sin tener que pasar antes por Madrid. Y ya es curioso que tradicionalmente aquél se haya dejado deslumbrar por París, cuando en los últimos siglos Francia ha ido fagocitando sin contemplaciones sus identidades regionales. Fascinante paradoja.
Volviendo a la falta de libertad que el sr. Urbina identificaba mecánicamente con su concepto de nacionalismo, y en concreto a una de sus manifestaciones: la así llamada “imposición lingüística”. Hay quien se pregunta por qué razón (de naturaleza lógica, jurídica, moral o de cualquier otro tipo) sólo los estados pueden arrogarse el derecho de imponer una lengua, mientras que a las entidades territoriales inferiores al Estado se les niega o se les discute ese derecho. La cuestión es mucho más peliaguda de lo que parece a simple vista, y no es fácil abordarla desde unas convicciones “liberales”. Para no quedarnos empantanados en el enrarecido debate hispánico, sugiero mirar al otro extremo de Europa: en países que hace apenas dos décadas pertenecían a la Unión Soviética, y en los que se imponía el ruso en casi todos los ámbitos de la vida pública, hoy en día la ley decreta el uso del ucraniano, el letón, el lituano o el estonio. Las tensiones que la legislación en materia lingüística ha creado en algunos sitios hacen que nuestras discusiones en torno a la “inmersión lingüística” parezcan casi un juego. Pero, lo que son las cosas, la aguda controversia lingüística en el espacio post-soviético no parece haber despertado ningún interés en Europa Occidental. ¿Por qué? Sí, Ucrania queda muy lejos… Pero, lo más importante: Ucrania es hoy un Estado que aspira a integrarse algún día en la UE y que acepta gustoso las carantoñas de Bush. Con estas credenciales, casi nadie se fija en el tema lingüístico. Así que Ucrania tuvo vía libre para imponer el ucraniano como lengua de la administración y el sistema educativo, a pesar de que el ruso es la lengua materna de más de la mitad de la población. Por lo tanto, no es una cuestión de respeto a la libertad, sino de jerarquía en el concierto de las naciones que tienen mando en plaza.
12. Moriscot dice:
Abril 18th, 2008 at 9:47
Las monstruosas tesis de Benjamín López
Es muy interesante observar a este personaje que se prodiga en los foros de este periódico en defensa del catalanismo, eso sí, siempre de forma tangemcial y disimulada. Obsérvese que Don Benjamín casi nunca debate, entendiendo el debate como una confrontación dialéctica. El va a su bolo, aparca las cuestiones que le resultan incomodas( el fascismo estructural del catalanismo, su deriva autoritaria, su carácter minoritario, las diferencias entre el nacionalismo español y el catalán, etc…) y abre, sistemáticamente, otros frentes dialécticos. Es el típico recurso de esta gente: aprovechar cualquie espita, cualquier dato secundario para desviar la atención y abrir un nuevo frente que haga olvidar el auténtico frente. Los comunistas eran maestros en estas tácticas
En su última intervención contestando a Rotenhan se pregunta por qué si existe un “patriotismo español” o francés o alemán no puede haber un “patriotismo catalán” , bávaro o escocés. ¿ Por qué no? ¿Quién lo impide? De hecho, existen un “patriotismo” mallorquín, siciliano o ateniense. La cuestión no es ésta. La cuestión es que el patriotismo catalán- el que defiende Don Benjamín- es excluyente, no admite identidades superpuestas- ser catalán y español al mismo tiempo- y necesita del “odio al otro” para autafirmarse. Esto, y la voluntad de imponerlo por parte de una minoría, es lo que le convierte en fascistoide y deleznable.
Pero lo monstruoso de Don Benjamín es la conclusión a la que llega al final del segundo párrafo de respuesta a Rotenhan: la cuestión lingüísitica no es un problema de libertad, sino de fuerza y ahí está el ejemplo de Ucrania que tras pisotear derechos y libertades de una población que, en más de su mitad, habla ruso, ha impuesto el ucraniano como lengua nacional y hoy Ucrania negocia con la Unión Europea y acepta las carantoñas de Bush. No debe sorprenederle al señor López que, ante estos planteamientos, se reafirma, no sólo el caracter estructural del fascismo en el catalanimo, sino la condición personal de fascista de quién sostiene estas tesis.
13. Álvaro García dice:
Abril 18th, 2008 at 11:50
Responda a mi pregunta
El problema no es ser esto o lo otro. El problema es exigirle a los demás que lo que han de ser. La tiranía, el totalitarismo es imponer un patriotismo o una acciones favorables o convenientes a ese concepto o interpretación del patriotismo a todos los miembros de una comunidad por el mero hecho de ser de esa comunidad.
El problema está en servise del partidismo y de las elecciones, y después de las instituciones y la ley para cambiar a tu vecino, y ello sin solucionar problema alguno. El problema está en arrogarse una potestad sobre la determinación general de la cultura, de los idiomas o de los usos y tradiciones que una sociedad ha de tener, sin preocuparle lo más mínimo lo que realmente pasa en esa sociedad. Usted, Benjamín, puede ser patriota de donde le dé la gana, de Ucrania o de Transilvania si quiere. Lo que ha de comprender es que a la gente, a las personas, como no puede imponérsele unos amigos, ni unas aficiones, ni unas convicciones, no puede imponérsele un idioma por mucha fuerza que tenga, por muchas elecciones que gane, por muchas leyes que apruebe, por muchas sanciones, multas o retorsiones que se apliquen. El idioma no tiene nada que ver con las Instituciones, ni con lo jurídico, ni con lo filosófico ni con los modelos económicos. Apropiarse del idioma en términos políticos y a partir de él tratar de imponérselo a la sociedad de un determinado territorio, para luego reinvindicar sobre la base de ese idioma la legitimación de un Estado porque sus ciudadanos hablan tal o cual idioma, es tan absurdo como defender un Estado para los sordo-mudos, o defender la conversión de todos los países sudamericanos en comunidades autónomas. El Kultutkampfismo es una excusa colonial e imperalista que en España sólo usan los nacionalismo vasco y catalán, y en menor medida el gallego.
En Mallorca he oído cientos de veces legitimar la imposición del catalán en peteneras variadas sobre la reconquista “catalana”, pues bien, hoy mismo llegarán a Son Sant Joan más alemanes que catalanes llegaron a lo largo de varios siglos a la Isla. La sociedad balear es la que es hoy, no la que algunos quieren que fuera hace 700 años, o desde hace 700 años. El problema del idioma no es más que su imposición está arruinando el futuro académico de miles de jóvenes, está castrando posibilidades laborales de miles de trabajadores, y está alejando de las instituciones a miles de ciudadanos. El único problema que hay con el idioma en Baleares está en que es usado como excusa por las castas políticas para preformar a la sociedad a su gusto, precluir intereses legítimos e ignorar y desistir de su obligación de hacer los servicios públicos al servicio de la sociedad, de la sociedad de hoy.
Por tanto, su patriotismo, sus pajas mentales con el nacionalismo y demás dogmas me dan igual. Usted puede ser, creer, pensar y hablar lo que quiera, y por ese mismo principio no puede exigirle a nadie como ha de ser, creer, pensar y hablar solamente en función de sus apetencias estéticas. Ni usted ni nadie tienen la potestad de emitir carnés de mallorquinidad, ni de catalanidad, ni de españolidad, ni de hacer exámenes con tal objeto.
Desde estas páginas de “libertadbalear.com” yo y otros lo único que defendemos es que los servicios públicos estén al servicio de los ciudadanos, que sean de calidad y que no excluyan a ningún ciudadano, ni obliguen culturalmente a los ciudadanos para poder aprovecharlos. En otro caso deberán cobrarle impuestos sólo a aquéllos que hablan en catalán. Se defiende asimismo que la agresividad totalitaria de las castas políticas sólo está generando un rechazo a lo que tratan de imponer. De igual forma a que en España durante 40 años se impuso el catolicismo y el español a varias generaciones, les agradase o no, hoy en día se impone el laicismo y el catalán, nos guste o no. Ello no son más que fronteras intolerantes y totalitarias que pretenden apropiarse de las instituciones, de la ley, de la economía y de la sociedad para hacerlas a su gusto, y no conforme a las necesidades de la organización institucional, de la ciencia jurídica, de la ciencía económica y de la sociedad actual.
Por tanto, todos los que piden silencio y estigmatizan a los que defendemos algo tan lógico, sencillo y fácil de instrumentar como la libertad de lengua vehicular no dejarán de abusar de circunloquios y desmarques para justificar la imposición de algo a alguien que no quiere que se le imponga. Unos veces la excusa será la ley, otra la conquista “catalana”, otras Ramón Llull, otra Ucrania, otra lo nostro y tal, y así hasta el infinito.
Responda a mi prengunta,
¿POR QUE NO PUEDE UNA FAMILIA MALLORQUINA TENER EL DERECHO A QUE SUS HIJOS SE EDUQUEN EN UN CENTRO PUBLICO EN LA LENGUA OFICIAL QUE LA FAMILIA DECIDA?,
¿POR QUE HA DE SER LA CASTA POLITICA QUIEN DECIDA QUE CULTURA HAN DE TENER LOS JOVENES?
14. Alien dice:
Abril 18th, 2008 at 17:12
El artículo 3 de la Constitución
“Lo que ha de comprender es que a la gente, a las personas, como no puede imponérsele unos amigos, ni unas aficiones, ni unas convicciones, NO PUEDE IMPONÉRSELE UN IDIOMA POR MUCHA FUERZA QUE TENGA, por muchas elecciones que gane, por muchas leyes que apruebe, por muchas sanciones, multas o retorsiones que se apliquen. El idioma no tiene nada que ver con las Instituciones, ni con lo jurídico, ni con lo filosófico ni con los modelos económicos.” De acuerdo. Perfecto. !Un 10!
Ahora expliquen esto:
“Artículo 3ª
1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el DEBER de conocerla y el derecho a usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.”
El artículo 3º crea una situación de desequilibrio entre las distintas lenguas del estado – y por ende entre sus hablantes y habitantes- al establecer que todos los españoles tienen la obligación de conocer el castellano y que esta es la lengua oficial en todo el territorio, en cambio, el conocimiento de las otras lenguas del estado (que no especifica cuales son) es solo un derecho y solo son oficiales en sus respectivos territorios históricos. ¿No éramos todos iguales ante la ley o es que unos son más iguales que otros?
Nihil novum sub sole: se les continua viendo el plumero.
15. Boyano dice:
Abril 18th, 2008 at 18:57
El Articulo 3 de la Constitución: ¿y qué?
Creo que es el señor Alemany (que me corrija si me equivoco) el que ha sostenido que esta obligación del artículo 3 es inconstitucional porque va en cotre de los valores superiores de la propia Constitución y que hubiera bastado un remedo del artículo 6-1º del Código Civil, algo así como “La ignorancia de la lengua oficial del estado no excusa el cumplimiento de las leyes”, ya que la finalidad de la “obligatoriedad” del artículo 3 de la Constitución es garantizar la seguridad jurídida de que las leyes serán, siempre, entendidas.
Dicho lo anterior ¿ y qué si el artículo 3 de la Constitución impone la obgatoriedad del castellano? Pida el señor Alien cuentas a los constituyentes- incluidos los constituyentes catalanes- de por qué propugnaron este artículo y pida cuenta al 80 0 90% de los catalanes, baleares y valencianos que, con su voto, sancionaron esta obligatoriedad. Y exija cuentas a estos catalanes, baleares y valencianos y a sus representantes constituyentes por no haber establecido la “obligatoriedad” del catalán.
Probablemente estuvieron impregnados de sentido común, unos y otros: el castellano es la “lengua común” o “lingua franca” de todos los españoles y lo es prácticamente desde hace quinientos años. Las cosas son como son y no como, contra evidencia, querrían los catalanistas: el catalan no es lingua franca de nadie y, en la misma Cataluña, Valencia y Baleares, se habla menos que el castellano. Para colmo, y gracias a los catalanistas, cada vez se habla menos: la han convertido en una lengua agresiva y antipática. Recogen lo que han sembrado y establecen ridículos paralelilismos- desde el punto de vista jurídico y sociológico- entre la “lengua común” y la lengua autonómica, todo lo respetable que se quiera, pero minoritaria..
El artículo 3 de la Constitución no es la agresión de nadie ni contra nadie, sino la constatación de un hecho. Y si fuera una agresión lo sería de todos los que han votado la Constitución, el 90″ de catalanes, entre ellos.
16. Moriscot dice:
Abril 18th, 2008 at 19:17
No diga tonterías, Alien
El artículo 3 de la Constitución no “crea una situación de desequilibrio” entre las diversas lenguas españolas como dice Alien, sino que constata y regula un desequilibrio preexistente, real y abrumador. No diga tonterías, Alien: el artículo 3 no tiene ninguna culpa de que el catalán sea una lengua pequeña, muy digna, pero pequeña.
17. Alien dice:
Abril 18th, 2008 at 20:47
El castellano por imposición
¿Y qué?¿Y qué, dice? Se ha descubierto Boyano. ¿No son todos ustedes los que por activa y por pasiva defienden que no se debe de imponer nada a nadie? ¿Y luego me salen con éstas? El castellano es la lengua comunún de todos los españoles,sí, pero se equivoquen, lo es por imposición. ¿Creen que todos los españoles venimos con español de serie, ignorantes? Si la propia lengua materna es una imposición cultural de padres a hijos ¿cómo no lo va a ser una que no es la materna?
Y el articulo 3 crea desigualdad jurídica, quieran ustedes verlo o no.
Y por cierto, la Constitución puede haberla votada todo el mundo, el 90% de los votantes, que no es lo mismo que el 90% de los españoles, que no es así ni de lejos, pero eso no implica que sea perfecta.
18. Benjamin López dice:
Abril 18th, 2008 at 22:24
Sólo unas cuantas puntualizaciones al último comentario del sr. Moriscot:
Dice que aparco las cuestiones que, según usted, me resultan incómodas, que voy a mi bola y abro otros frentes dialécticos. Bueno, a mi modo de ver, lo que ocurre son dos cosas. Una, que el espacio en cualquier foro de internet es muy limitado, así que no se trata de debatirlo “todo”; es lógico que cada cual intente arrimar el ascua a su sardina: lo hace usted, lo hago yo, lo hacen todos los que tienen algo que decir aquí. Y dos: no creo que usted tenga más autoridad que cualquier otro forista (entre ellos, un servidor) para decidir qué opiniones se pueden exponer aquí. Intento, muy modestamente, recoger algunas ideas y lugares comunes sobre un puñado de asuntos que me interesan, dando por supuesto que aquellos son de algún modo “representativos” de la sociedad balear; eso es todo.
Usted queda en evidencia, y no tanto al responderme a mí como al reprender a Alien de esta suerte: “No diga tonterías, Alien”. Curioso lenguaje el suyo, sr. Moriscot, y curiosos sus modales. Lo que queda claro es que usted habla ora del fascismo, ora del comunismo con mucha ligereza, pasando de uno al otro como un verdadero ilusionista. Jamás he sido comunista, que yo recuerde. Sí fueron comunistas, trotskistas, etc. muchos antifranquistas que con el tiempo se han convertido en figuras señeras de la derecha sociológica y que ahora se autoproclaman genuinos defensores de la libertad. Mejor hable del comunismo con ellos, de la propaganda y de los métodos que aprendieron entre el rojerío sesentayochista, a los que tanto partido han sabido sacar.
Al referirme a la situación lingüística en Ucrania (sobre todo en las provincias tradicionalmemte rusófonas), quizá no me expresé del todo bien. Dice el sr. Moriscot que llego a la conclusión “monstruosa” de que la cuestión lingüística no es un problema de libertad, sino de fuerza. Bueno, para mí esa conclusión es una evidencia: los grupos humanos, sobre todo cuando han logrado constituirse en Estado-nación, han tendido siempre a imponer una única lengua en su territorio (esa que ustedes llaman “lingua franca”, refiriéndose, faltaría más, única y exclusivamente al español) y, a la mínima ocasión que se les ha presentado, también en territorio ajeno. Las excepciones son escasas (Suiza, quizá) y no hacen sino confirmar la regla. Puede que esta sea una realidad “monstruosa”, como afirma el sr. Moriscot. En todo caso, lo deleznable es la evidencia de ese hecho, y no el que yo haya llegado a esta conclusión.
Los últimos comentarios del sr. Boyano y del sr. Moriscot lo dejan todo muy clarito, aunque nos obligan a leer entre líneas. Justificar la imposición jurídica del español porque esta ha sido la “lengua común” de los españoles “prácticamente desde hace quinientos años” es una pirueta discursiva de campeonato, digna de la olimpiada pequinesa que se nos viene encima. A lo que vamos: ¿por qué lo ha sido? ¿Quién se ha encargado de que lo fuera? ¿Con qué recursos, con qué armas, con qué mecanismos coercitivos? Por supuesto, el sr. Boyano no entra en esa zona de penumbra, porque sabe bien que es una penumbra densa e inhóspita, y quien entra en ella corre el riesgo de no encontrar la salida. Asimismo, el sr. Boyano sabe que no hay historia de la cultura que no lo haya sido también de la barbarie (cito de memoria), aquí y en la Conchinchina, pero quizá sea imprudente recordarlo. No les quepa la menor duda de que cuando el sr. Boyano dice “desde hace quinientos años”, en realidad nos está diciendo otra cosa, a saber: “siempre ha sido así, desde el principio de los tiempos”. De eso se trata. De hacer ver que es lo lógico, lo normal, lo natural, porque siempre fue así, sin conflicto, sin fuerza de choque, “¡¡sin imposiciones!!” (Rabasco dixit), porque lo que siempre ha existido llega un momento en que ya es parte del paisaje, y se acepta con tanta naturalidad como el fluir de un río o la presencia de una montaña. Por supuesto, el paso siguiente consiste en hacernos creer que el catalán o mallorquín, en justa correspondencia, “siempre” fue una lengua pequeña, que es como decir vernácula, o familiar, o poco apta para según qué: de esto se encarga, visto lo visto, el sr. Moriscot. En realidad, nada nuevo bajo el sol: esa concepción un tanto retorcida y ambigua de lo que significa la libertad, y que ya ni siquiera hace el esfuerzo de ocultarse detrás de la reivindicación del “bilingüismo” (tan en boga hace unos pocos años).
Si el sr. Moriscot tiene ganas de seguir con el debate, confío en que en otro momento encontraremos un espacio en este foro, si para entonces aún no nos hemos cansado y “Libertad Balear” nos lo permite. Llegado el caso, sugiero amablemente al sr. Moriscot que cuide un poco más ciertas expresiones, que no caiga en el insulto fácil, y que piense que hay vida más allá del fascismo y el comunismo. Un saludo.
19. Moriscot dice:
Abril 19th, 2008 at 1:28
Es la demografía, Alien y Benjamín, la demografía
Ni pirueta discursiva, ni zona de penumbra, ni coerciones, estimados Alien y Benjamín: demografía. En la ESpaña del siglo XIII el Reino de Castilla León tenía 355.000 km 2, el Reino de Aragón, 106.000 km 2. En la ESpaña de los Reyes Católicos hablaban el castellano más de 10 millones de personas; el catalán. valenciano y mallorquín, apenas 250.000. En Montserrat, traducían y editaban libros en castellano, no porque fueran “españolistas”, sino por razones de mercado obvias. Las traducciones de Petrarca y del gran movimiento literario italiano al castellano fueron obra de catalanes, no porque fueran “españolistas”, sino por razones de mercado. Los Estatutos fundacionales del Estudio General Luliano estaban redactados en castellano, no en mallorquín. El carácter de “lingua franca” del castellano no fue imposición alguna, sino consecuencia de la estructura demográfica de España. Y, por si fuera poco, Castilla era un reino económicamente pujante y Cataluña. concretamente, vivía momentos de seria depresión. ¿Qué chorradas nos cuentan Alien y Benjamín?
20. Felipe dice:
Abril 19th, 2008 at 10:08
Nacionalismo opresor
Para mi, todo es mas simple.
Si repasamos la historia de la humanidad nos damos cuenta de que se ha utilizado el nacionalismo para oprimir, explotar y exterminar al diferente.
No ha habido un solo desastre, una sola guerra, un solo holocausto que no haya sido causado por el nacionalismo.
No se habla en igualdad de condiciones cuando uno tiene una pistola encima de la mesa. El nacionalismo lleva, por su propia naturaleza, a la exterminación del otro en todas y cada una de sus singularidades, “por las buenas o por las malas”.
Luego, si prescindimos de este ideario, podemos hablar del resto de cuestiones. Lo contrario solo es levantar las manos enfrente a un pelotón de fusilamiento.
21. Benjamin López dice:
Abril 20th, 2008 at 10:12
Darwinismo lingüístico
Nos ha salido usted darwinista, Moriscot. Los datos que aporta son todos de peso y muy pertinentes, pero deliberadamente sesgados. Usted descubre la parte de verdad que le conviene y oculta esa zona de penumbra (insisto en la metáfora) que se esconde detrás. Incluso Don Juan Carlos I nos sermoneó una vez diciéndonos que el español nunca jamás fue “lengua de imposición”, sino que había sido acogido por “la voluntad libérrima de los pueblos” o algo no menos melifluo que no recuerdo bien; muchos creímos entonces que, en buena lógica, el monarca nos estaba gastando una simpática inocentada.
El suyo es el eterno caballo de batalla del nacionalismo lingüístico español (y francés, que para el caso es lo mismo, aunque este ha sido muchísimo más expeditivo al vencer toda resistencia): la imposición de la “lengua mayoritaria” como único idioma oficial del Estado y única lengua efectiva de comunicación es algo natural, lo práctico, lo que pide el “pueblo”, lo que aconsejan la evolución histórica y el buen sentido. Al contrario, todo lo que conduzca a la implantación y/o imposición jurídica de las “lenguas regionales” en el territorio que históricamente ha ocupado su comunidad lingüística, es algo injusto, liberticida, conflictivo, ligado a todo un serial de controversias de nunca acabar. Proclamaba alguien en otro foro de internet: “Consideramos que la lengua española es suficiente para vivir en cualquier lugar de España sin ser discriminado”. Lo que ocurre es que, en una discusión con tantas aristas como la presente, la no-discriminación implica casi siempre arrogarse privilegios; dicho de otro modo, llega un momento en que es casi imposible –por desgracia– que nadie se sienta discriminado. Bueno, creo que las ideas están delimitadas muy claramente, así que no hay por qué insistir mucho más. Fijémonos en el llamado “país vecino”, para ganar un poco de distancia: cualquier análisis de la pujanza histórica de la lengua francesa debe tener en cuenta los frutos formidables que esta ha dado en todos los frentes de la cultura; pero, al mismo tiempo, no se puede ignorar el tradicional espíritu colonizador, el dominio ejercido a fuerza de leyes y decretos con la lengua como instrumento, o aquella máxima insuperable que parece ser una perversión refinada del moralismo del s. XVIII: “Soyez propres, parlez français!”. No se trata, ni mucho menos, de reescribir un memorial de agravios, sino de llamar las cosas por su nombre. Tan difícil como eso. Que ustedes lo pasen bien.
22. Moriscot dice:
Abril 20th, 2008 at 10:45
Para usted la perra gorda
No me gusta, usted, Benjamin y no porque sea catalanista, sino porque es insidioso y, además, no debate, se escapa. Prefiero a los que discuten frontalmente, incluso aunque se pasen: son más noblotes.
Cuando se le han agotado todos sus argumetos recurre a conceptos etéreos e insidiosos como este de “zonas de penumbra”, con el que insinua y no prueba, deja entrever maldades, pero no las cita, y, en el caso que nos ocupa. tras ser dialéctica y literalmente machacado por varios blogueros que saben más que usted se sale con lo de las zonas de penunmbra y las imposiciones del castellano.
¿Pordría usted citarme una sola imposición del castellano entre la Baja Edad Media y la ESpaña de los Reyes Católicos? Una sóla, no le pido más. Lo digo porque, ya en esta época, estaba consoidado el mercado lingüístico español.
Por lo demás, creo que están suficientemente claros los distintos planos morales en los que nos movemos, ustedes los catalanistas y los que no lo somos. Ustedes promueven su lengua dando una patada en el culo y en las libertades de los ciudadanos. ESto, salvo ustedes, en la ESpaña democrática no lo hace nadie.
Y como veo que es inútil, y estéril, seguir con este debate, para usted la perra gorda, Don Benjamín. Que le aproveche, pero, lo siento: ni vencerán ni convencerán.
23. sebastián urbina dice:
Abril 20th, 2008 at 11:19
Apasionante debate
Apasionante debate. Sería incoherente que me hubieran gustado los comentarios de Benjamín y Alien. Aunque todos son interesantes e iluminadores, el último define correctamente, en mi opinión, el tipo de argumentación de los catalanistas. Al final, no queda más remedio que olvidarles, por los motivos señalados. Como dice Moriscot, no actúan con nobleza. Mienten con descaro y por sistema. Y se desvían de la argumentación central, cuando interesa. No olvidemos que, todavía, las autoridades catalanistas (y la prensa dócil, que es casi toda) niegan que haya ningún tipo de discriminación lingüística en Cataluña. Acabo de leer el artículo de X. Pericay en la tercera de ABC, y confirma, una vez más, las opiniones de los críticos al catalanismo y a sus representantes.
Sebastián Urbina.
24. Benjamin López dice:
Abril 20th, 2008 at 13:00
Se equivocan el sr. Urbina y el sr. Moriscot al dividir la sociedad entre dos únicos bandos, “los catalanistas y los que no lo son” (Moriscot scripsi). Eso me suena a la vieja patraña de las “dos Españas”. Me temo que aquí “catalanista” significa exactamente lo que ustedes quieren que signifique. Por suerte, las opiniones son bastante más dispares, más matizadas. No tengo la menor intención en negarles a ustedes su parte de razón, que la tienen. En otro comentario, que curiosamente no apareció publicado, yo me reconocía partidario de un bilingüismo equilibrado en la enseñanza pública, siempre que se tradujera en un conocimiento suficiente, operativo de las dos lenguas oficiales al acabar los estudios. El castellano/español es una de las cuatro lenguas que, en distinta proporción, uso habitualmente, así que no tengo el menor interés en marginarlo ni en limitar su uso; ocurre que, como ustedes saben, es infinitamente más fácil vivir en castellano en Palma o en Barcelona (no digamos ya en Valencia) que hacerlo en esa otra lengua que ustedes consideran pequeña e insignificante. Defiendo los derechos de los demás, siempre que esos “demás” se presten a defender los míos.
En cuanto a la imposición del castellano, sr. Moriscot: como usted sabe, la identificación de las lenguas con los Estados-nación surge con la Ilustración y se da con fuerza a partir del s. XVIII, en el caso de España con las primeras administraciones borbónicas. Repito que no me interesa redactar ningún memorial de agravios; si le interesan esas listas, seguro que sabe usted dónde encontrarlas.
Me temo que con sus alusiones a la “nobleza” a la hora de debatir están ustedes insinuando que sólo aceptan como antagonista a un tipo exacerbado, un forofo de una causa, que se sepa si es rojo o si es azul, o que sea directamente un catalanista con cuernos y rabo. Lo siento, no me suelo identificar con los colectivos, me cuesta saberme miembro de un grupo o partícipe de una ideología. Por eso los políticos me suelen parecer extraterrestres, supongo.
Sobre el último comentario del sr. Urbina: si con lo de que “se desvían de la argumentación central” se refiere a mí, ya nos dirá usted cual es la argumentación central. A lo mejor luego resulta que estamos de acuerdo en lo esencial. Y eso de que no queda más remedio que “olvidarles”… difícil tarea, la amnesia voluntaria; me temo que aquí la única solución es que aprendamos a conllevarnos, a soportarnos, que sepamos que el otro existe y que todos tenemos el mismo derecho a ocupar un pedazo de tierra y a alzar la voz. Otra opción podría ser una especie de exilio interior, tan tentador a veces (y lo digo por propia experiencia).
En, fin, sr. Urbina: que le seguiremos leyendo, si usted nos lo permite. Un abrazo.
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1 comentario:

Joan dijo...

La nació espanyola, també és un "ente mítico"?