miércoles, 10 de septiembre de 2008

OLÉ, ROSA.



OLÉ, ROSA.


(PD).- "Quiero parecerme a los países que diseñan coches, no a los que los montan". Así de contundente se ha mostrado Rosa Díez en su turno de palabra. Después de que Zapatero haya ido motu proprio al Parlamento para no anunciar ninguna medida nueva contra el paro y tampoco ha hecho balance de las anteriores medidas, la parlamentaria de UPyD también ha tomado la palabra.

Zapatero ha reconocido que los gastos sociales aumentarán y ha dicho que lo financiará con "el margen fiscal". Rosa Díez le ha echado en cara su autocomplacencia en materia de innovación afirmando: "yo quiero parecerme a los países que diseñan coches, no a los que los montan".

Más allá de la crisis económica, España sufre una crisis política. La crisis no sólo está en los mercados; está en las instituciones”.

Así ha comenzado su discurso la parlamentaria vasca:

"Usted ha venido al Parlamento a eludir su responsabilidad. Pero su gobierno es responsable ante los ciudadanos y yo le voy a recordar por qué. Su Gobierno hizo caso omiso a los síntomas de cambio de ciclo económico que se apreciaban en la segunda mitad de 2007 porque las elecciones generales estaban demasiado cerca y cualquier medida económica que se adoptase hubiera puesto en entredicho su única baza política dado que, tras el fracaso de la negociación con ETA y el convulso proceso de reforma estatutaria, el PSOE se había quedado con un único discurso: “los socialistas pueden gestionar la economía mejor que la derecha”. Y por eso usted negó la crisis, cometiendo así la enorme irresponsabilidad de poner en riesgo la economía de los españoles para no poner en riesgo el resultado electoral de su partido.

Y a medida que los datos económicos confirmaban los peores augurios, la oposición se empezó a sentir cómoda esgrimiendo el viejo discurso de que “la derecha gestiona mejor la economía que la izquierda”… Todos parecen olvidar que la economía española tiene importantes carencias competitivas que se derivan del modelo económico y productivo desarrollado durante la última década. El Gobierno socialista, su gobierno, Sr. Rodríguez Zapatero, ha heredado y dado continuidad al “Modelo Aznar-Rato”, haciendo caso omiso a las señales que indicaban su agotamiento. La crisis sería una buena oportunidad para cambiar un modelo de crecimiento económico basado en el ladrillo y los servicios, apostando por la calidad de producción y empleo. Pero eso requeriría cambiar los eslóganes por la política. Y eso es algo que usted no parece estar dispuesto a hacer.(Ya en la segunda legislatura de Aznar ese modelo debió revisarse, así lo aconsejaban todos los indicadores exteriores y así lo reclamaban los agentes sociales y económicos nacionales).

¿Es posible que no haya ni una sola persona en el Ministerio de Economía que pueda apuntar una medida correcta en el momento adecuado? No; la cosa es más grave. No estamos ante un problema de incapacidad; estamos ante un problema de irresponsabilidad, de un país en manos de partidos políticos sin sentido de Estado; de un estado débil, sometido a los intereses políticos de los partidos grandes o a las miserias y chantajes de los que no reconocen al Estado.

La gran irresponsabilidad del Gobierno ha erosionado la credibilidad, (con usted hemos llegado a un déficit por cuenta corriente que supera el 10% del PIB. Han bastado los primeros vientos de cambio en la coyuntura internacional para que se pusiera de manifiesto que nadie nos va a seguir financiando ese déficit) y por tanto la eficiencia de la política económica. Ustedes han realizado de forma interesada un mal diagnóstico (primero porque las elecciones estaban cerca y después para que no fuera tan evidente el engaño). Y todo porque los votos han pesado para ustedes mucho más que los puestos de trabajo".

Y ha concluído:

"Por último, Sr. Presidente. Un país competitivo debe ser, necesariamente, un país unido. Un país en el que no existan mercados fragmentados, en el que esté garantizada la libre circulación de las personas y mercancías y los capitales no encuentren frenos. En esto también estamos fallando. El Club Financiero Vigo acaba de señalar que determinadas políticas lingüísticas, que a usted tanto le gustan, son un freno para la competitividad de las empresas gallegas. Lo mismo se podría decir de lo que está ocurriendo en otras regiones de España. Otro tanto podría decirse de los efectos negativos que sobre la economía y el empleo está teniendo la proliferación de regulaciones de ámbito autonómico. La Constitución le reconoce al Estado competencias para la armonización, pero su Gobierno, Sr. Rodríguez Zapatero, ha renunciado a ejercerlas.

La política española, dominada por las concesiones a los nacionalistas, está dejando al Estado sin instrumentos para desarrollar políticas económicas eficaces contra la crisis, que reclama una planificación racional centrada en el interés general y no en el de determinados partidos o elites regionales. Es un disparate que habiéndose cedido tantas competencias a instituciones comunes de la Unión Europea (por ejemplo la política monetaria) el resto de los instrumentos económicos, como el presupuesto del estado, se haya convertido en materia de mercadeo con comunidades autónomas, partidos nacionalistas o secciones autonómicas del partido del gobierno (como el PSC). El nacionalismo nos cuesta muy caro a los ciudadanos, aunque sea muy cómodo para algunos políticos que han perdido el sentido de estado. Lo que nos lleva a la triste conclusión de que, más allá de la crisis económica, España sufre una crisis política. Lamentablemente la crisis no sólo está en los mercados; está en las instituciones.

Y de eso su gobierno es también responsable. Es responsable del agravamiento de la crisis económica y de empleo por la mala gestión que ha hecho de la misma. Y es responsable de que el Estado se haya ido vaciando de instrumentos en materia financiera, en las infraestructuras de transporte, en la política hidráulica, en el ejercicio de la función pública…- y que ahora, cuando hay que enfrentarse a una crisis, se vea impotente para hacerlo. El Gobierno ha renunciado a hacer política de Estado y se ha conformado con ser el coordinador de las diecisiete Comunidades Autónomas. Eso, Sr. Presidente, es lo que se llama, no tener ambición de país. Su intervención en el Pleno de hoy ha sido un buen ejemplo de esa carencia".

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Sí señor. Este es un discurso político que vale la pena. Lamentablemente no tiene apoyos suficientes. Pero debemos esperar que el sentido de supervivencia, sí de supervivencia, de los ciudadanos haga que los próximos resultados electorales sean mucho más favorables a UPyD. No se trata sólo de que se lo merecen. Que por supuesto. Es que España y los españoles necesitamos un partido que conserve la dignidad perdida. Que no se avergüence de defender cosas obvias. Al menos para un demócrata español.

Estamos en una grave situación económica y política. Pero lo más grave no es la situación económica. En absoluto. Una sociedad unida por un proyecto común, capaz de solidarizarse para empujar el carro conjuntamente, no debe temer a nada. Todo se puede solucionar con objetivos claros, trabajo y austeridad. El más grave problema está en el deterioro de las instituciones, su preocupante falta de independencia. Por otra parte, la desunión y la descoordinación que no sólo afectan, y ya es muy grave, al buen funcionamiento del mercado nacional. La fuerza centrífuga de diecisiete baronías es una pesada carga. Unas afirman tener más avales históricos que otras, más agravios que otras, pero todas (ridiculeces aparte) con un objetivo común. Coger el máximo de la tarta aunque sea perjudicando a los demás.

Se trata, también, de la continua destrucción o debilitamiento de los vínculos que nos unen. Como Estado y como sociedad. Se ha visto, y es sólo un ejemplo, con las balanzas fiscales. No hay ningún problema en revisarlas y ponerlas al día. El verdadero problema está en la deslealtad, en la ausencia de proyecto común, en el desprecio que los políticos nacionalistas tienen por España y lo que representa. Y los que no se dicen nacionalistas, procuran disimularlo. Porque no tienen principios, que es una forma elegante de decir que no tienen vergüenza.

Necesitamos gente decente con sentido de Estado. Que sepa defender, con la cara bien alta, la solidaridad interterritorial. Que, es cierto, podría haber nacido en Tananarive, pero no fue así. Resulta que es español, y no debe esconderse y ofrecer excusas. Que no se arrodille ante los nacionalistas. Aunque sea con una rodilla, diciendo que la nación es un concepto discutido y discutible. La nación española, por supuesto. Las demás son sagradas y debemos público acatamiento.Y si no está orgulloso de representar a España, que se vaya. Que reflexione en la biblioteca de alguna Fundación.

Ya no podemos mantener por más tiempo a políticos que se aprovechan del cargo y desacreditan nuestro sistema democrático. Estamos jugando con fuego. No es bueno que se extienda la decepción entre los ciudadanos. Las consecuencias podrían ser funestas. Es el momento de la firmeza y las ideas claras. Ya no valen medias tintas y consensos para aferrarse al sillón. ¡Basta!


Sebastián Urbina.


1 comentario:

Anónimo dijo...

No hace mucho, tuve la oportunidad de enterarme de primera mano.

La cuenca minera asturiana, muy deficitaria en el coste de extracción del carbón, no ha planteado problemas graves a los gobiernos de turno.

Los mineros se han ido acogiendo a las prejubilaciones pactadas con los sindicatos. Prejubilaciones de 6.000,- Euros mensuales, que no son moco de pavo, con ayuda de la Unión Europea supongo.

¿Y que han hecho los beneficiarios con estos dineros? Pues gastarlos y vivir de puta madre.

¿Y que harán cuando el chollo se acabe? Veremos, decía un ciego.

Pues esto es lo que le ha pasado a la economía española, no le demos más vueltas.

Menos mal, que el previsor Zapatero no improvisa cada dos por tres.

FERNANDO SANTAYANA