lunes, 24 de noviembre de 2008

LA IZQUIERDA.

Publicado el 23 Noviembre, 2008

Desde MD hemos escrito en otras ocasiones que en realidad los dos verdaderos bandos de nuestra guerra civil no estaban formados por los rojos y los nacionales. Más bien por aquellos que luchaban por el idealismo de una España mejor y los que estaban cegados por un fanatismo y una sed insaciable de sangre, que también existieron en ambos bandos. Esa debería ser la lectura con la que debíamos quedarnos para construir todos juntos un futuro ajeno a sentimientos guerracivilistas.

Pero con ocasión de este 20-N hemos podido volver a comprobar el alto grado de inmoralidad, falta de escrúpulos y rencor cainita que anida en la izquierda española. No sólo se trata de que 80 años después se pretenda falsificar la historia, haciendo pasar por demócratas a quienes en gran medida luchaban por imitar la tiranía soviética en España, por héroes a auténticos terroristas, ladrones y violadores o por víctimas a sanguinarios verdugos. Recordar los represaliados de un bando y al mismo tiempo silenciar a los de otro, es simple y llanamente mentir, engañar, manipular. Y si hace 80 años, recién terminada la contienda, podría comprenderse que en caliente sólo se recordase a las víctimas del bando vencedor a la vez que se ejercía la entendible vindicación sobre los responsables del bando vencido, hoy no hay justificación moral alguna para repetir lo mismo, salvo la más abyecta de las intenciones.

Acudir al Valle de los Caídos, como ha hecho uno de estos graciosillos a sueldo de la Sexta, a reírse de los muertos, lo dice todo sobre la catadura moral del individuo, su jefe, el tal Buenafuente, y la cadena mamporerra de ZP. Al mismo tiempo Cristina Almeida, expresaba su gozo por quemar los libros que lleven la contraria y canten las verdades del barquero sobre lo que sucedió durante la II República y la guerra civil, desmontando la versión de buenos y malos que nos quieren hacer tragar. Todo acompañado de las algaradas de grupos ultraizquierdistas por Madrid para cazar “fachas” que quisieran recordar el 20-N, algaradas, que por supuesto de haber sido protagonizadas por los contrarios, habrían abierto telediarios.

Hace 80 años, episodios como el asesinato del general Ochoa, cuya cabeza ensartada en una pértiga fue paseada por Madrid por las turbas socialistas, comunistas y anarquistas; el vil asesinato del hijo del coronel Moscardó debido a que su padre no cedió al chantaje del gobierno republicano que quería cambiar la vida de su hijo por la rendición del Alcazar; el cobarde secuestro y tortura inhumana de Andrés Nin que fue despellejado vivo; los cientos de religiosos que además de ser asesinados fueron terriblemente torturados antes de morir, castraciones, crucifixiones, vaciamiento de ojos … por poner sólo algunos ejemplos de los métodos del bando republicano, revelan el alto de grado de salvajismo que llevó a tildarles de hordas rojas, y que sin duda explica muchos episodios de venganza que se iban produciendo a medida que el ejército nacional iba liberando la zona republicana.

Hoy parece que algunos quieren rememorar aquel odio salvaje. Lo que consiguen, es retratar su inferioridad moral, la misma que D. Miguel de Unamuno sabiamente detectó en el Frente Popular y que por desgracia hoy vuelve a hacerse notar con fuerza de nuevo en la izquierda española y sus medios:

Y no se hable de ideología, que no hay tal. No es sino barbarie, zafiedad, suciedad, malos instintos y, lo que es –para mí al menos- peor, estupidez. De ignorancia no se hable. He tenido ocasión de hablar con pobres chicos que se dicen revolucionarios, marxistas, comunistas, lo que sea, y cuando cogidos uno a uno, fuera del rebaño, les he reprochado, han acabado pro decirme: Tiene usted razón. Pero luego se tragan un papel antihigiénico en que sacian sus groseros apetitos y ganas ciertos pequeños burgueses que se las dan de bolcheviques y de lo que hacen servil ganapanería populachera. Tragaldabas que reservan ruedas de molino soviético para hacer comulgar con ellas a los papanatas que les leen”.

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¡Y se creen moralmente superiores! Una buena muestra de su estupidez.

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