miércoles, 14 de enero de 2009

CAMINO DE PERDICIÓN.


Jesús Cacho. España, camino de perdición. ElConfidencial.


Me llamó ayer tarde un amigo socialista que suele estar al tanto de lo que ocurre en la zahúrdas de Moncloa para decirme que, oh sorpresa, Rodríguez Zapatero, el de la dulce sonrisa, estaba deprimido, y que pocas veces la gente de su entorno le había visto con gesto tan desolado, tan superado por los acontecimientos, como este fin de semana. Días para olvidar. Datos de desempleo el jueves, medio millón de nuevos parados en solo tres meses, último terrorífico trimestre del año ocho; demoledor dato de Producción Industrial al día siguiente, viernes, con la caída más pronunciada en 16 años, y Madrid sitiado ese mismo viernes, literal y anímicamente colapsado por un nevadita de tres al cuarto, y esa sensación de frustración e ira que en otras épocas solía apoderarse de unos españoles llenos de complejos y que ya creíamos superada, porque, coño, éramos una gran potencia, lo recitaba antes Aznar como un mantra, y nos lo repite ahora Zapatitos, cuando lo cierto y verdad es que nada funciona, todo está manga por hombro, nadie asume su responsabilidad, las instituciones parecen no existir y sus líderes están desaparecidos en combate. “Como la Venus de Milo, España es una bella estatua, pero sin brazos”, que decía Joaquín Costa.

Y en esto que sale doña María Teresa por la tele, recién llegada de unas vacaciones que los españoles le hemos pagado en India, bien acompañada por una cohorte de periodistas, para pedir “tranquilidad” a esos mismos sufridos españoles, monísima ella, como siempre, con los últimos aderezos de su poblado ajuar: tranquilidad ante el colapso de Madrid, pide, y tranquilidad también, sugiere, ante la crisis abisal que se cierne sobre un país en estado de shock. Sensación general de que estamos ante algo desconocido para la inmensa mayoría de los españoles. Esto no tiene nada que ver con lo ocurrido en el 92/93. Esto es algo distinto, de una profundidad desconocida. El ritmo de destrucción de empleo es tan violento que cabe concluir que una parte importante de la Economía está colapsando, y eso contando con que, al decir de gente sabia, el daño se circunscribe de momento a la construcción y el inmobiliario, porque el verdadero ajuste no ha empezado aún en sectores tales como el turismo, la hostelería, el comercio, bancos y cajas, etcétera.

Lo cual que vuelve mi amigo monclovita a la carga para decirme que le ha extrañado mucho el súbito cambio de humor de ZP, porque en las últimas semanas parecía más contento consigo mismo que nunca, disfrutando en su papel de maquinista de La General dándole a la manivela de hacer billetes, gozando como un niño con el gasto público, gustándose en el uso y abuso de la deuda pública, deuda para que Gallardón pueda levantar por enésima vez la calle Serrano, para que los reyezuelos de los taifas autonómicos puedan seguir dilapidando a manos llenas, para aumentar el salario mínimo el doble que la inflación prevista, para… ¿Cabe escenario más idílico para un populista sin formación que el poder tirar del gasto sin que nadie le ponga colorado? Nuestro hombre es muy capaz de anunciar un día de estos una mejora de las prestaciones por desempleo, y no me extrañaría que mañana mismo, para superar el bache anímico, reúna de nuevo en Moncloa a sus banqueros favoritos y nos anuncie, tras pedirle a Pepe Pérez (Intermoney) otro par de folios para explicarlo en directo por TVE, un nuevo plan de salvamento multimillonario con cargo a las futuras generaciones de españoles. ¡Ánimo, José Luis, campeón, tú sí que puedes! Viva el gasto público. Zapatero en su salsa y España camino de perdición.

En Estados Unidos, con una tasa de desempleo situada en el 7,2%, el nuevo presidente Obama, ídolo de nuestro Zapatero remendón, se ha manifestado consternado ante la posibilidad de que el paro llegue al 10%, un guarismo insoportable para el sistema de valores de esa sociedad norteamericana tan sedicentemente individualista. En España, en cambio, los tres millones y pico de parados (13,4%) no parecen producir gran conmoción, como si esta sociedad anestesiada fuera capaz de tragarse cualquier sable sin pestañear. Y vamos camino de tasas de paro de entre el 17% y el 18% (más de cuatro millones) para finales del año nueve, con PIB negativo de entre el 2% y el 2,5%, y déficit público del 8%. En realidad, todo apunta a que 2008 se ha cerrado ya con un déficit del 3,5% para el conjunto de las Administraciones Públicas. Un desastre sin parangón en términos de empobrecimiento colectivo.

Colapso económico y crisis democrática

Empieza a resultar tedioso afirmar que la recesión de caballo a la que estamos abocados nos ha llegado en el peor momento posible: con la clase política más feble de las últimas décadas y con el propio sistema democrático en la fase más baja de su prestigio, víctima del tironeo de unos nacionalismos solo interesados en su corralito y de la incuria dolosa de las elites españolas, incapaces, si no abiertamente contrarias, a forzar un movimiento de regeneración democrática capaz de insuflar aires nuevos a la Constitución del 78. Acusamos una clamorosa falta de liderazgos. Lo del presidente del Gobierno en ejercicio es sencillamente una desgracia colectiva. Un líder digno de tal nombre hubiera creado un comité de crisis o algo parecido, un grupo reducido integrado por personas del máximo prestigio, a ser posible independientes, para, con un ministro de Economía creíble a la cabeza, y desde luego con el propio ZP, entregarse sin tregua a la tarea de adoptar iniciativas y transmitir confianza, empezando por decir la cruda verdad, convencidos todos de la urgencia histórica del momento que vivimos.

Lo que hoy tenemos, por el contrario, es un Gobierno que sigue empeñado en enmascarar la realidad, en engañar, en disfrazar la dimensión del problema. Ahora resulta que en marzo todo estará resuelto, o casi. En la tarea de expandir esta mercancía averiada se emplean a fondo a través de los medios de comunicación. Ha tomado sí, alguna medida interesante, como los avales del Estado para la emisión de deuda de bancos y cajas, una medida, además, básicamente gratis, y dieciocho iniciativas descabelladas, gasto público sin sentido de Estado ni de futuro, como la compra de activos a bancos y cajas, innecesaria, o los 9.000 millones para los Ayuntamientos, puro despilfarro. Las toman con el único argumento de fondo de que también lo hacen en otros países, y encima no las saben gestionar. Es el caso de la obra pública, asunto que ahora se antoja clave, un departamento al frente del cual sigue una señora que convierte en caos lo que toca, que no se entera de casi nada, y se ha enfrentado en bloque al sector privado.

Y lo mismo cabe decir de la oposición, cuyo estado de postración apunta firmemente a la necesidad de refundar una derecha moderna, sin adherencias del pasado. El escándalo en curso en torno al control de Caja Madrid, explica bien lo que hoy es el PP. Pero esto no le va a salir gratis a ninguno de los grandes partidos dispuestos a seguir viviendo de la sopa boba. Este guiso se va a poner muy caliente. Esta recesión, reflejo de la profunda crisis de nuestra democracia, va a tener un coste social y político importante. Ningún país, por muy narcotizado que esté por el ridículo buonismo de moda, puede soportar durante mucho tiempo un panorama como el que se cierne sobre España. En 1907, otro Roosevelt, Theodore, escribió que “cuando el hombre común pierde su dinero, se comporta sencillamente como una serpiente herida, y ataca a derecha e izquierda a todo lo que, inocente o no, atrae su atención”. Esto tendrá consecuencias trascendentes, porque todos, empezando por las clases medias, vamos a ser más pobres, lo somos ya, y algunos millones ni siquiera podrán seguir creyéndose parte de un sistema cuyos patrones siguen empeñados en perpetuarse en el Poder sobre la base de la mentira reiterada, la corrupción generalizada, la manipulación de la Justicia, el control de los medios de comunicación y el panem et circenses.

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