miércoles, 22 de abril de 2009

TRAMPAS CON LA FINANCIACIÓN.


22-4-2009.





TRAMPAS CON LA FINANCIACIÓN.

LA reunión que ayer mantuvieron el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, y el presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla, ha reavivado el debate sobre la financiación autonómica con las mismas bases ya amortizadas que se vienen manejando desde la anterior legislatura. El Ejecutivo de Rodríguez Zapatero no sabe o no puede desentrañar el laberinto financiero provocado por sus promesas a la carta a todas las Comunidades autónomas, pero sigue embarcado en un discurso de expectativas para todos sin introducir el mínimo de la racionalidad que demanda la situación de crisis económica actual. Todo cuanto se dice en este asunto está ya amortizado, empezando por las rutinarias amenazas de los socialistas catalanes al Gobierno central para el caso de que no se atiendan sus reclamaciones de financiación. Amenazas contra la estabilidad del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero que son tan inverosímiles que se vuelven contra quienes las emiten, porque acaban desvelando una manifiesta impotencia por romper el estancamiento de las posiciones.

A este escenario de por sí complejo, Rodríguez Zapatero ha añadido la confusión competencial que provocan dos vicepresidencias -la económica y la de cooperación territorial- con funciones solapadas sobre el modelo autonómico del Estado, que privan de un interlocutor definido para tratar asunto de tanta magnitud. El galopante déficit del Estado y la merma de sus ingresos se suman al conjunto de factores que embarrancan cualquier iniciativa sobre financiación autonómica que no se base en una visión nacional de los intereses en juego, apoyada, por un lado, en la solidaridad y la igualdad, y, por otro, en un plan de gestión eficaz de los recursos públicos.

La certeza de que los hechos han vuelto a dar la razón a las críticas del Partido Popular, como ya ha sucedido en economía, inmigración y terrorismo, puede forzar al Gobierno, sobre todo en este tiempo preelectoral tan poco halagüeño para los socialistas, a una estrategia que utilice como pantalla de su fracaso a los populares, tentando a las Comunidades autónomas que están bajo su gobierno con propuestas de financiación que rompan el gran activo político de Mariano Rajoy, que es el ofrecimiento de un discurso homogéneo y coherente a nivel nacional.

Las encuestas revelan una caída de voto a los socialistas, paralela a un declive de la valoración del presidente del Gobierno, y la reacción de entrampar a la oposición con un debate interno divisorio es una opción que la dirección popular ha de contemplar como probable. Es indudable que los ciudadanos quieren ahora más que nunca políticas comunes que no incurran en agravios, siquiera en diferencias de trato por razón del territorio o como pago por apoyos políticos. El PP debe sentirse emplazado a representar una alternativa que garantice la cohesión nacional frente a la disgregación de intereses locales que ha propiciado la fallida política de pactos del PSOE con los nacionalismos más radicales.

Una oposición firme y coherente del PP en esta materia cuenta ahora con un contexto mucho más favorable que en el primer mandato de Rodríguez Zapatero, porque la opinión pública ya está inmunizada frente a las tópicas acusaciones contra la derecha, ante la realidad de que nuevamente es el PSOE quien gobierna mientras una crisis arruina el empleo y la economía nacional. (ABC)

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