domingo, 17 de mayo de 2009

LA REVOLUCIÓN DE 1934.

Primer artículo escrito por D. Francisco Alamán Castro, como réplica y respuesta a una serie de fascículos que publicará semanalmente el diario “La Nueva España”. Como quiera que este autor, así como el propietario de este blog, estamos vetados por el citado diario, nos vemos en la obligación de recurrir a la prensa digital para aclarar los hechos que en los citados fascículos irán apareciendo, hechos que serán siempre los mismos y contados por los mismos.

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Revolución del 34 ( I )

Esto debería salir en La Nueva España, pero la censura en ese medio es estricta con la reciente historia de España, sobre todo cuando quien la cuenta es su historiador de cuota.

Yo ya lo intenté sin ningún éxito en la anterior "LA GUERRA CIVIL EN ASTURIAS” y no me dejaron decir la verdad.

Nos anuncia la Nueva España (16-5-9) una historia de la revolución del 34 escrita por el historiador (dicen él y sus amigos íntimos) don Javier Rodríguez Muñoz.

Este historiador, ya en el 2006, publicó en el mismo periódico una lamentable y larga "LA GUERRA CIVIL EN ASTURIAS". Un tercio falso, otro tendencioso y el resto falso y tendencioso.

Verbigracia, hay a decenas: Se refiere al verano de 1936. Nos cuenta

Oviedo: "El orden apoyado por una fuerte represión, volvió lentamente al interior de

Oviedo", p.123 de la historia citada

Gijón: "la vida se complicó especialmente para las personas más significadas de la derecha", p.129.

Parece decir: En Oviedo una terrible represión. En Gijón llevadera.

Muertos por la represión:

Oviedo. Con nombres y apellidos ninguno. Dos o tres desconocidos aparecieron asesinados. Si hubiese sido fuerte represión los muertos serían gente conocida de izquierda y mucha. Hubo unos muertos en la lucha del cuartel de Santa Clara pero combatiendo. La razón era obvia, fuera había diez veces más combatientes que dentro, fuera había más cañones, más aviones, más munición y más dinamita. Era fácil que entrasen. Dentro todo el mundo sabía las burradas de Gijón y no era cosa de cabrearles, pues allí sin ningún motivo habían asesinado a cientos, si dentro les daban motivos podía ser serio el asunto.

Gijón. Con nombres y apellidos, 366 (trescientos sesenta y seis) Sin nombres y apellidos pero registrados en el juzgado otros tantos.

Todos personas de derechas conocidas, algunos tan eminentes como el creador de la Feria de Muestras, asesinado viejo, ciego y enfermo. Don Romualdo Alvargonzález Lanquite: "Herida por arma de fuego en la región occipital y otra en la escapular derecha".

Certificaba la muerte don Honorio Manso Rodríguez, médico forense del Juzgado de Instrucción del distrito de Oriente en Gijón. Esto sí fue una fuerte represión. Certifica asimismo la muerte de otros seiscientos en ese verano.

Esto bien lo sabe don Miguel, lo ocultaba, él sabrá explicarlo.

Cuenta el glosador de don Javier http://www.lne.es/secciones/seccion.jsp?pRef=2009051600_42_0__Asturias

“En la misma Asturias se producirán hechos que estimulan a las izquierdas”. El estímulo de las izquierdas consistía que la CEDA anuncia que el 8 de septiembre se quieren reunir sus jóvenes (JAP) en Covadonga sin meterse con nadie, si hubiesen querido jaleo habrían ido a Oviedo o Gijón, eran cinco mil.

Fueron saboteadas las vías férreas y postes telegráficos, llovieron piedras y a veces tiros sobre los autos que transportaban a los cedistas, algún tren fue parado pistola en mano, las carreteras de Covadonga aparecieron sembradas de clavos o cortadas con árboles. Gil Robles, No fue posible la paz, p.101. No hay ningún caso en la segunda República, que cuando las huestes de la izquierda se concentraban, la CEDA tratara de impedirlo de ninguna manera, al revés casi todas las veces, lo reconoce hasta Tuñón de Lara en La España del siglo XX, que ya es reconocer.

No necesitaban estímulos las izquierdas, llevaban estimulados desde noviembre del 33 que habían perdido las elecciones. Avisaban: 27-9-34. El Socialista: “Las nubes van cargadas camino de octubre: repetimos lo que dijimos hace unos meses: ¡Atención al disco rojo! El próximo mes puede ser nuestro octubre. Nos aguardan día de prueba, jornadas duras… Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado… y nuestros planes de socialización. JS. Vidarte (historiador socialista), El bienio negro y la insurrección de Asturias, Grijalbo, Barcelona, 1978, p.238.

Sigue contando: El 4 de octubre, Gil Robles logra derribar al Gobierno de Samper y colocar a cuatro de sus hombres en el nuevo Gabinete.

Solo fueron tres, por cierto lo hicieron muy bien: Justicia Rafael Aizpún Santafé; Agricultura, Manuel Jiménez Fernández y Trabajo, Sanidad y Previsión Social, José Oriol Anguera de Sojo. Empezamos bien.

Y sigue: «Una de las cosas que más llamaron la atención fue el empleo del Tercio de Legionarios y de los Regulares», señala el historiador Javier Rodríguez Muñoz, director del Club Prensa de LA NUEVA ESPAÑA y autor del volumen sobre la Revolución de 1934 que este periódico comienza a entregar mañana. «Era la primera vez que eran traídos a la Península a sofocar un movimiento revolucionario, ya que eran fuerzas creadas para actuar en África».

Don Javier o no está bien enterado o nos quiere engañar, no sería la primera vez, ni la segunda.

Veamos que nos cuenta Azaña en sus diarios:

10-8-32. “He enviado órdenes a Valencia… y Ceuta para que… pongan en marcha… diversas fuerzas”.

3-9-32. “como se trajo un puñado de regulares a Cádiz el 10 de agosto”.

El puñado de moros era:

Azaña “movilizó importantes fuerzas militares de Marruecos… su movimiento se produjo con una celeridad realmente ejemplar”. Las FAS. españolas, Alambra, Madrid, 1986. Prologada por Narciso Serra.

“Las tropas que desembarcaron en Algeciras y Cádiz fueron un tabor de infantería y un escuadrón de caballería del grupo de regulares de infantería de Ceuta núm. 3 y los batallones de cazadores núms. 2 y 8 de Larache y Ceuta con sus compañías indígenas (más de tres mil moros)” Lo confirma R. Salas Rarazabal: “Estaba previsto la presencia de dos grupos de fuerzas regulares indígenas, el escuadrón y dos batallones de cazadores”. Un aspecto poco conocido del 10-8-32, periódico Ya, 10,11,13,14-8-79. En total siete mil moros.

Yo no manipulo ni exagero los hechos, a Azaña ni le quito ni le pongo una coma. Él sabría lo que escribía, de todas maneras, aunque no es mi ídolo, le creo más que al historiador paisano.

Se ve que el pobre Franco imitó a Azaña. También imitó al heroico González Peña que en el 34 se hacía llamar el generalísimo, el gallego era un “imitón”.

Los hechos no hay que ocultarlos, no es honrado, hay que contarlos como fueron. Luego cada uno se fabrica su verdad, yo la mía y don Javier la suya, evidentemente contrarias, pero siempre sobre hechos ciertos.

Tenía toda razón el Bachiller Sansón Carrasco en el Quijote: “El poeta puede contar o cantar las cosas, no como fueron, sino como debían ser, y el historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna”.

Azaña intentó, gastándose muchas pesetas, que los moros peleasen a favor de la República en el 36. Estos prefirieron a Franco, a pesar de que la paga era sensiblemente menor, menos de la mitad.

Y por fin don Javier amenaza: “La actuación de algunos de estos cuerpos (Tercio y Regulares) en Asturias dejó bastante que desear”. Lo dejaremos para cuando nos cuente la truculenta represión, cuando los moros colgaban de las alas de los trimotores a las mujeres e hijos de los mineros y los tiraban encima de ellos. O a lo mejor encuentra tormentos más interesantes.

Francisco Alamán Castro

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