domingo, 28 de junio de 2009

CACIQUISMO CONFEDERAL.

José Luis Requero

Magistrado de la Audiencia Nacional

«Ceder la Justicia a las autonomías nos ha devuelto al caciquismo»

Por Blanca Torquemada.: 28/06/2009 (ABC)











ABC

Fiel de la balanza_Requero (Madrid, 1959) ni se apea de los principios ni escucha los tópicos que le motejan como «juez conservador». Padre de diez hijos y magistrado especialista de lo contencioso-administrativo, está destinado en la Audiencia Nacional.

En su libro «El asalto a la Justicia, la última barrera ante el totalitarismo» (editado por Ciudadela), Requero pasa su sólida erudición por el filtro divulgativo y desvela los porqués de la politización de las togas.

Al leerle creo entender que lo de «Montesquieu ha muerto» es para usted, más que una «boutade» de Alfonso Guerra, casi un principio general de la izquierda...
Es un poco arriesgado simplificar, pero sí es cierto que la izquierda se caracteriza por tener ciertos prejuicios sobre la Justicia, sobre el sistema judicial y sobre los jueces. Y cuando el Partido Socialista llegó al poder, vio al CGPJ como un último reducto de caciquismo (no le faltaba razón, en buena parte), pero en vez de corregir ese aspecto lo que protagonizó fue una vocación de conquista. El hilo argumental de este libro es razonar que el pacto constitucional fue abandonado, traicionado, a partir de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985.

¿Tal vocación de conquista a estas alturas no se ha aplacado?
Se ha ido reciclando. Ahora hemos llegado al predominio del poder político territorial sobre el poder judicial, al darles el relevo a las Comunidades Autónomas. El gran peligro de la «autonomización» de la Justicia es que retrocedamos un siglo y volvamos a la España caciquil, aquélla en que los señores territoriales lo controlaban todo.

¿Corregir eso obliga a reformar la Constitución?
No debería. Pero la Constitución ha sufrido ya una reforma, si Dios no lo remedia, que es el Estatuto de Cataluña, en el que una región de España le dice al Estado cómo ha de organizarse.

Desde mi ignorancia me atrevería a decir que si ese exceso es posible quizá la Carta Magna esté mal hecha.
Es que esto es inconstitucional. Pero también en el libro hablo de los «neoconstitucionalistas», de los juristas de cámara que se dedican a hacer decir a la Constitución lo que no dice.

En otro flanco, reprocha a los legisladores que se muevan a golpe de coyuntura.

Es lo que llamo relativismo jurídico:cuando el Derecho no es un límite del ejercicio del poder, sino coartada para la acción política. Así no sólo cae el respeto a las instituciones del Estado, sino también el respeto a determinadas instituciones de la vida en común, como, por ejemplo, la regulación del matrimonio o el respeto a la vida.

¿Una especie de «todo vale» con tal de captar una determinada bolsa de votos, como la de los homosexuales?
¡Y para eso se cargan una institución milenaria (jurídicamente hablando) como el matrimonio!

Por afirmaciones como ésta le han colgado el sambenito de «conservador».
Es un tópico. El problema viene cuando una minoría, apenas el 10 por ciento de la judicatura, se proclama de izquierdas y ejerce esa condición con la toga puesta. Eso repercute en el resto porque, si hay jueces de izquierdas, los demás, por exclusión, somos de derechas. Y, lo que es peor, los ciudadanos sacan la idea de que los jueces resuelven en función de esos criterios.

Desvele a los profanos los mecanismos de manipulación de la Justicia.
Son sibilinos y sofisticados, porque pueden ir desde la manera de redactar una ley a un Tribunal Constitucional elegido por los partidos, o al hecho de que los jueces estamos sujetos a la interpretación del Supremo, designado discrecionalmente por el CGPJ, elegido a su vez por los grupos parlamentarios... Y otros muchos factores.

Ve mala praxis en el «caso Pinochet», que tantos laureles dio a Baltasar Garzón.
Se acuñó una forma de hacer Justicia en la cual el fin justifica los medios: como voy a por un dictador, me llevo por delante todos los principios jurídicos. Y ahora vemos las secuelas en casos abiertos, como el de la «Gürtel» o la memoria histórica.

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Casi todo bien. Dice 'como voy a por un dictador.....'. No, lo correcto es: 'cuando voy a por un dictador de derechas'. ¿Acaso ha habido actuaciones judiciales de los 'jueces estrella' contra el dictador Castro? En fin, volvemos al caciquismo. Confederal, eso sí. ¡Y luego se quejan los políticos de que la política española (?) de asco a mucha gente!

1 comentario:

Anónimo dijo...

AXJ lo ha publicado en sus foros: www.axjforo.com