viernes, 31 de julio de 2009

PANTALONES CAÍDOS.









PANTALONES CAÍDOS.

Estaba en un lugar que no diré, cuando surgió el tema del asesinato de los dos guardias civiles en Mallorca. Alguno comentó que la solución sería darles la independencia a los vascos. Sugerí que decisiones de tal calibre tienen que hacerse de acuerdo con la Constitución, si ésta previera la autodeterminación de una parte del territorio nacional. Que no está ni previsto, ni admitido. Pero mis palabras se perdieron en la discusión que siguió por otros derroteros. Aprovecho para decir que ninguna constitución democrática del mundo reconoce el supuesto derecho de autodeterminación.


Otra persona dijo que era imposible vencer a ETA. O sea, algo peor que los ejércitos de Temujin, el gran conquistador mongol, rey de la estepa. Más conocido como Gengis Kan. La razón de esta imposibilidad es que la banda terrorista está enraizada en la sociedad vasca. Y con la llegada de la cosecha anual, siempre surgen nuevos alevines dispuestos a matar por la causa.


Tengo poco respeto por la mayoría de los políticos. Pero sé que hay honrosísimas excepciones. Diré el motivo de mi profunda insatisfacción. No estoy molesto por una multitud de pequeñas y medianas miserias. Por supuesto, hay que erradicarlas, y una democracia digna de este nombre tiene que proponerse la limpieza y honradez en la actuación de sus representantes. Pero hay aspectos absolutamente fundamentales y a éstos me voy a referir.


Sin pretensión de exhaustividad, hay dos cuestiones que, hasta que no se solucionen, impedirán que le tenga respeto a la clase política, en general. Ya sé que les importa una higa lo que yo piense, pero esto lo damos por sentado. Una cuestión es la ley electoral. La vigente ley electoral es antidemocrática e injusta. ¿Por qué?


Siempre se ha dicho que, en democracia, ‘un hombre, un voto’. Dado que no soy políticamente correcto, y trato de no serlo, no he querido escribir ‘un hombre, o una mujer, un voto’. Cualquiera puede entenderlo, si quiere. Pues bien, resulta que los nacionalistas no responden a este principio democrático tan elemental.

En las pasadas elecciones generales, el PNV (con 300.000 votos) obtuvo seis diputados y UPyD (con 303.000 votos) consiguió un diputado.


Esto es un verdadero escándalo. Una muestra de la baja calidad de nuestra democracia. Pues bien, hasta que los dos grandes partidos no se pongan de acuerdo y modifiquen la ley electoral, en sentido democrático, mi falta de respeto por la clase política seguirá. No quiero que se comporten como los nacionalistas y cambien la ley de forma que el voto de un nacionalista valga menos que el voto de los demás. No. Tiene que valer igual. Pues no lo hacen.


Por eso digo que la calidad de la democracia española es baja.


El otro motivo de mi profundo disgusto contra la clase política tiene que ver con la lucha antiterrorista. Las hemerotecas pueden confirmar lo que digo. Que al finalizar la etapa Aznar, la banda terrorista estaba bajo mínimos. Desgraciadamente, el peor Presidente de nuestra democracia, Zapatero, tuvo la ocurrencia de ‘negociar políticamente’ con los terroristas.


Es falso que todos los demás Presidentes de Gobierno lo hubieran hecho igual. Lo que hicieron fue ofertar una salida. O sea, que entreguen las armas y discutir las condiciones de la entrega, etcétera. No negociar políticamente con ellos.

La consecuencia de este error histórico de Rodríguez Zapatero fue que se relajó (voluntariamente) la persecución debida a los terroristas. También que el Presidente Zapatero pronunciase aquellas deleznables palabras: ‘Otegui es un hombre de paz’. El Presidente mintió repetidamente a los españoles. Además, siguieron las negociaciones con los terroristas incluso después del atentado de Barajas, en el que hubo dos muertos.

En resumen, hasta que los dos grandes partidos no trabajen juntos, como dos hermanos, frente a los criminales, la clase política, en general, tendrá mi falta de respeto.


Alguien podría preguntar ¿es que no deseas el sistema democrático? Por supuesto que sí. De ahí mi enfado. Quiero más calidad democrática para nuestro sistema democrático. Y los políticos tienen la obligación de materializar esta demanda ciudadana. Sin esperar treinta años más.


Y con esto llegamos al final. Pero este final hará referencia a los ciudadanos. Si la mayoría de los ciudadanos cree que no se puede vencer a ETA, si cree que es mejor ‘que se vayan’, y prefiere hacer de avestruz, se repetirá lo que ya conocemos.


Es decir, lo que ha sucedido en las Vascongadas. Dejar que la bola de nieve crezca hasta que se haga muy difícil su manejo. Y luego decir que es imposible manejarla. Por supuesto, con la ayuda de subvenciones, prensa ‘independiente’, intelectuales orgánicos y jueces ‘progresistas’.


Por cierto, es un alivio que la Audiencia Nacional haya prohibido los actos etarras previstos para el 31 de Julio y 1 de Agosto en Villabona. El Magistrado S.Pedraz, un juez progresista, los permitió porque eran actos de ‘libertad de expresión’.


Decía Napoleón Bonaparte: "Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes". ...


PD. Mi apoyo y mi pésame a los familiares y amigos de los dos guardias civiles asesinados.


Sebastián Urbina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también, cada vez siento menos respeto por los políticos en general.

Sabemos de sobra como es esta izquierda de ZP, acomodaticia,cobarde, prepotente solo con el débil. Y que seguirá cediendo en todo, sin ningún principio que defender (salvo el principio de la continuidad en el poder), y dando lo que sea a cualquiera que le sirva simplemente para seguir chupando del Estado.

Pero la derecha, cuando pudo cambiar las cosas, tampoco lo hizo.

¡Qué solos y qué desvalidos estamos los ciudadanos de a pie!