viernes, 21 de agosto de 2009

CATALANISMO TOTALITARIO.








CHANTAJE AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.

No es la primera vez ni será la última. La esencia del nacionalismo catalán es la de toda nación en construcción: "Su" verdad es "la" verdad. O sea, tiene el alma inconfundible de cualquier mentalidad sectaria y totalitaria. Si las leyes les son favorables, son buenas y si le son adversas, las denigran e incumplen. ¿Cuándo se van a dar cuenta los dirigentes del Estado de esa evidencia?

La última cacicada es la diarrea de declaraciones, preparativos y manifestaciones patrióticas contra una posible sentencia adversa del Tribunal Constitucional al Estatuto de Cataluña. El comienzo del aquelarre lo inició el expresidente de la Generalitat, Pascual Maragall, miembro perteneciente a una de las doscientas familias burgueso-catalanistas que han logrado confundir Cataluña con sus intereses personales de clase. Y el remolino de asociaciones catalanistas, nacionalistas e independentistas al uso: "Òmnium Cultural", nacida en 1961 para imponer el catalán como único idioma de Cataluña, "Sobirania i Progrés", un guirigay de voluntades y grupos nacidos en 2006 para fortificar lo más reaccionario del Estatuto, "Deumil.cat", promotora de la marcha en Bruselas para pedir un Estado propio para Cataluña... y un sin fin de grupos, todos subvencionados por el Gobierno del Sr. Montilla, y transversalizados por políticos de ERC, CiU, PSC e ICV.

Y es que en la Cataluña virtual que han logrado imponer, cualquier propuesta que ponga en cuestión España o, como en este caso, al propio Tribunal Constitucional, lo consideran rentable. Tanto es así que han comenzado una competición a ver quién la dice más ofensiva o propone la salida más radical. Joan Tardà, diputado por ERC acaba de proponer que abandonen temporalmente su escaño en el Congreso todos los diputados. ¡Lástima que no renuncien definitivamente a su sueldo! Esto es lo que tiene el histerismo nacionalismo en la política, puro teatro para doblegar a esos mansos que nos gobiernan en España. Y su vicepresidente en el Gobierno de la Generalitat, Carod Rovira, propone que se monte una mani contra el Tribunal Constitucional para presionarle antes de que se pronuncie (digámoslo a secas, para chantajearle): "Si salimos después, ¿de qué serviría?", dijo sin rubor democrático.

Parece mentira que estas sinvergüenzadas les cojan de nuevo a muchos de nuestros políticos nacionales. Hace ya muchos años que las practican con éxito en colaboración con los gobiernos nacionales de turno. En 1994, con ocasión de la sentencia del Tribunal Constitucional 337 a la que le había abocado el Tribunal Supremo por la Ley del Catalán de 1983, Herrero de Miñón, tapado de Miquel Roca y abogado pagadísimo del Gobierno de la Generalitat de Cataluña, hicieron una labor de zapa contra el Tribunal Constitucional que culminó con el chantaje de Jordi Pujol al entonces presidente del Tribunal Constitucional, Tomás y Valiente en su propio despacho, un día antes del fallo.

Las portadas obscenas de entonces sirvieron para publicitar aún más si cabe el descaro de Jordi Pujol y las amenazas veladas de insurrección legal si el Tribunal Constitucional no se plegaba a los intereses de la política lingüística del nacionalismo. Y se plegó. Por entonces Felipe González había perdido la mayoría absoluta y dependía de los votos de CiU (entonces minoría catalana). Risa da la separación de poderes.

Cuatro años más tarde, la nueva Ley de Política Lingüística de 1998 no era recurrida por el PP del Sr. Aznar, pero sí por el conjunto de las asociaciones catalanes por la libertad lingüística, bajo las siglas de CCC, con un recurso de amparo ante el Defensor del Pueblo. Nuevamente las mismas presiones. Por entonces era otro pardillo quien sucumbía en los Pactos del Majestic ante el chantaje de Jordi Pujol. Me refiero a Aznar. Accedió a cortar la cabeza a Vidal Quadras en Cataluña y a presionar, él mismo, al Defensor del Pueblo, Álvarez de Miranda, para que no recurriera la Ley de Política Lingüística. Y no se recurrió. Las consecuencias ya las conocemos, hoy se está sancionando a comerciantes por rotular en el idioma oficial del Estado. El último, el Sr. Xurde Rocamundi, de Areins de Mar.

La neutralidad ante los Tribunales no va con ellos y es tan eficaz como estúpidas e ignorantes las declaraciones del ministro de Justicia, Francisco Caamaño, cuando les hizo la pelota con aquello de que el Estatuto "se aplica desde hace dos años y medio y no pasa nada". No le pasará a él, pero la mayoría de las 32 leyes que desde entonces se han aprobado en el Parlamento de Cataluña tienen algún artículo inconstitucional o son claramente inconstitucionales, como la Ley de Educación de Cataluña que impiden estudiar en español, entre otras muchas sinvergüenzadas, o la Ley del Consejo de Garantías Estatutarias que suplanta al propio Tribunal Constitucional en decisiones que sólo a él compete decidir.

Digámoslo claro, no son los nacionalistas los culpables, han sido y son los diferentes presidentes de España que no han sabido ni posiblemente querido defender los intereses generales de todos los españoles por motivos coyunturales o, simplemente, de poder. Jordi Pujol ha sido un gran hombre de Estado, aunque de un Estado en construcción que nada tiene que ver con España.

"Estamos construyendo un Estado propio", ese será el slogan del próximo 11 de Septiembre de los cachorros amamantados durante años por papá Pujol, hoy emancipados en ERC. Y mientras tanto, el socialista Montilla, engordándolos en su gobierno tripartito. Y después nos multan por pasar los 80 kms por hora en las autopistas de acceso a Barcelona. (Antonio Robles).
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Tiene razón. La culpa no es de esa gentuza totalitaria catalanista. Es de los partidos supuestamente nacionales, que dan asco y repugnancia. Reproduzco un artículo mío para 'a más a más', evidenciar la cobardía de los partidos supuestamente nacionales y el chantaje y la deslealtad de los catalanistas.
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NACIONALISMOS: NO SOMOS IGUALES.
Decía Miguel de Unamuno: ‘Soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio». Así expresó Miguel de Unamuno su amor y pasión por España, de lo que dejó constancia en algunos de sus textos. Es el caso del artículo País, paisaje y paisanaje, publicado el 22 de agosto de 1933 en el periódico Ahora, e incluido, posteriormente, en el libro Paisajes del alma.

Pero no todos los sentimientos son iguales.

Si el patriotismo español fuese, por ejemplo, como el de los nacionalismos periféricos, el sistema público de enseñanza, en toda España, sería exclusivamente en lengua española. Es lo que hacen los nacionalismos. Los padres castellanohablantes no pueden escolarizar a sus hijos en español. En Cataluña, solamente lo pueden hacer en catalán. Afortunadamente, ha habido cambios, recientemente, en Galicia y el País Vasco. De ahí que los nacionalismos periféricos sean, y así lo han demostrado repetidamente, excluyentes e intolerantes. Aunque nieguen los hechos. Por eso la mentira es una de sus especialidades. Pero ya es tarde. Mucha gente se ha enterado, aunque algunos no se atrevan a decirlo en público, por si acaso.

Saben lo que les pasa a los disidentes, como el famoso Albert Boadella, (y tantos otros) que tuvo que marcharse de Cataluña. Es la libertad del Oasis, y de los nacionalismos periféricos, en general.

En cambio, el patriotismo español, no sólo ha permitido sino que ha reconocido legalmente el uso del catalán, euskera, gallego. Con una profunda y amplia descentralización política, deslealmente utilizada por los nacionalistas. O sea, el patriotismo español es incluyente, no excluyente.

De esto se han aprovechado los nacionalismos periféricos para excluir el castellano, o español, de las instituciones. Este es su verdadero rostro, el desprecio por la libertad ajena. Con la patética colaboración de los socialistas y la acobardada genuflexión de los populares. Con las honrosas excepciones de rigor.

El ser humano, aunque haya contadísimas excepciones, no sólo tiene sentimientos hacia otros seres humanos o, incluso, animales no humanos. También tiene sentimientos hacia entes colectivos. Es inevitable tener emociones y sentimientos hacia la ‘patria’. Por ejemplo, yo no tengo ni puedo tener los mismos sentimientos hacia Madagascar (con todos mis respetos) que hacia Mallorca y hacia España. El problema no es éste.

El problema es si tales sentimientos, que son prácticamente inevitables, se sacralizan, junto a sentimientos de superioridad frente al ‘forastero’, el maketo, o el charnego. Es normal tener sentimientos positivos hacia la patria, pero es despreciable que en nombre de la misma se rechacen o minusvaloren las personas que no tienen los mismos sentimientos, o los mismos orígenes.

En resumen, los supuestos intereses del ente colectivo, la patria, no pueden estar por encima de los intereses de las personas de carne y hueso, si hubiere conflicto. Y esta barbaridad, la primacía de los supuestos intereses de la nación sacralizada, sucede con el fanatismo nacionalista. Del que catalanes, vascos y gallegos han dado lecciones, seminarios y masters. Por no hablar de la quema de banderas españolas, silbidos al himno nacional, quema de fotos del Rey y otras muchas ofensas que, en parte, se han exhibido en las televisiones periféricas, pagadas con los impuestos de todos los españoles.

Por cierto, las televisiones nacionales no han hecho lo mismo que ellos, lo que muestra, una vez más, las diferencias entre el patriotismo español y los nacionalismos periféricos. A tal efecto, recordemos el conocido, ‘me cago en la puta España’, en la TV3 catalana, vomitado por Rubianes y jocosamente comentado por el presentador, entre las risas periféricas del auditorio. No hubo excusas, por supuesto. Es más, la Ministra de la Guerra, la señora Carmen Chacón, se puso un suéter, en una manifestación ‘progresista’, que decía: ‘Todos somos Rubianes’. Todos los que son como ella, naturalmente.

Por no hablar de la absurda e injusta ley electoral que privilegia a los nacionalistas. Recordemos que en las pasadas elecciones, 300.000 votos le valieron al PNV para conseguir seis diputados. Pero 303.000 votos le valieron a UPyD para conseguir un solo diputado. ¿Cómo pagan estos privilegios feudales? Con chantajes, ofensas y victimismo.

A mí no me interesa que alguien tenga sentimientos positivos exclusivos hacia Cataluña, País Vasco o Galicia, y negativos hacia España. Es su problema. Lo que critico, y muestra la decadencia y corrupción de nuestra clase política y de nuestra democracia, es que tales sentimientos puedan conducir a privilegios y ventajas económicas o políticas, o ambas. Y que en nombre de estos sentimientos, se impida que los padres castellanohablantes (o los que quieran) puedan escolarizar a sus hijos en castellano o español. La lengua oficial del Estado.

Aunque no puedo evitar que me lean nacionalistas periféricos, no escribo para ellos. Escribo para los convencidos y para los dubitativos, para los que, todavía, no han aclarado si los nacionalistas periféricos tienen cuentas pendientes a su favor, que el resto de españoles debamos pagar. También escribo para los que se han creído la acusación nacional-periférica, de que ‘todos los nacionalismos son iguales’.

Este es el intento de blindar sus creencias nacionalistas. Si todos los nacionalismos son iguales, ningún españolista (supuestamente nacionalista) podría, legítimamente, criticar a un nacionalista periférico. Pero no somos iguales. Cree que ladrón que todos son de su condición. La mayoría de los españoles de hoy, somos patriotas. Si fuésemos nacionalistas, como ellos, ya se habrían enterado. Y lo pasarían mal.


Sebastián Urbina.



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