sábado, 12 de septiembre de 2009

¡ESPAÑOLES, DE RODILLAS!



¡ESPAÑOLES, DE RODILLAS!




Para lobby lobby, el catalán

EL TRABAJO realizado por los grupos de presión a sueldo de las aseguradoras médicas norteamericanas a fin de frenar la reforma sanitaria de Barack Obama es un juego de niños en comparación con la formidable campaña de intimidación desplegada por el lobby catalán para coaccionar al Tribunal Constitucional. Un torpe remedo.

Según nos contaba ayer Ricardo González en estas páginas, las empresas del sector afectado por los planes del presidente demócrata se han gastado ya 265 millones de dólares en anuncios televisivos contrarios al proyecto de ley y donativos destinados a influir en los congresistas. Se juegan sus garbanzos, los beneficios de un negocio tan legal como dudoso desde el punto de vista ético, que mueve tres billones de dólares al año a costa de dejar a 50 millones de ciudadanos huérfanos de asistencia médica. Un botín lo suficientemente jugoso como para recurrir a todas las armas disponibles, incluidas las destinadas a aniquilar cualquier resquicio de conciencia.

O sea, idéntica jugada a la orquestada desde los despachos del poder catalán, con la diferencia de que en Estados Unidos se apuesta con dinero privado, luz y taquígrafos, mientras aquí la timba se disfraza de nacionalismo y se paga de nuestros bolsillos.

¿Qué presupuestos manejará la Generalitat los próximos años al amparo del Estatut sin el menor control del Estado? ¿Cuánto nos costará su resignada disposición a seguir formando parte de España, por supuesto con sus condiciones? Nadie lo sabe.

Por el momento se habla de 11.000 millones de euros de financiación suplementaria en 2010, aunque se desconoce la cifra final. En todo caso, un pellizco suficiente como para desencadenar la más salvaje ofensiva de amenazas a la Justicia que se recuerda.

Abrió la veda en agosto Carod-Rovira anunciando una megamanifestación para el día de la Diada si el TC se atrevía a tocar el texto sagrado. Le siguió su compañero Tardà, proponiendo una retirada general «preventiva» de los diputados catalanes del Congreso a modo de advertencia. Luego Rubalcaba se inventó aquello de que «España no puede negar la decisión del parlamento catalán», en sintonía con Saura, que priva directamente de legitimidad al Tribunal.

Mas habló de «reacción popular en la calle», y el presidente Montilla se crece al afirmar que «nadie va a frenar nuestra voluntad de autogobierno».

¡Esto sí que es un lobby eficaz y no el que intenta enfrentarse a Obama! En el silencio ensordecedor de esos jueces amordazados, su voz resulta atronadora.


LA TRASTIENDA|ISABEL SAN SEBASTIAN
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¿Tan bajo ha caído el honor y la dignidad de los españoles?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sebastian,

Muchas gracias por tu blog...
¿ Pero como entiendes tu que en España haya tanta gente que vote al PSOE, un partido traidor a España?
¿ Como se puede entender que haya tanto seguidor del FCB cuando su presidente Joan Laporta se descamisa constantemente en apoyos al secesionismo ?

Yo entiendo que los votantes al psoe son: 20% funcionarios + un pico de cobradores del PER + otro pico de gente sin escrupulos que creen en el "ande yo caliente..."

Con respecto a Laporta; en España funciona mucho el separar al artista de su obra, eso si cuando es conveniencia de los de siempre, pq si el elemento es de derechas enseguida si se le hace boicot

Sebastián Urbina dijo...

Ser de izquierdas es parecido a tener un virus. Si no lo hubiera tenido no se me ocurriría tamaña explicación. Uno se siente mejor, más solidario, más emancipatorio, en contra del egoismo, del ladrillo, de la explotación, etcétera. La ideología nubla la vista. Una vez que se tiene el virus es dificil salir. Se pierden amigos y conocidos. Uno se convierte en un despreciable tipo 'de derechas'. En las sociedades,no sólo en ésta, lo más fácil es ser mediocre, moral y culturalmente. Recomiendo vivamente 'El desencanto' Andrew Anthony.
Cordiales saludos.

Joan dijo...

Senyor Urbina, quan era d'esquerres era tan vehement com ho és ara que és de dretes?

Sebastián Urbina dijo...

Cuando era joven era más ignorante de lo que lo soy ahora.
La vehemencia sin argumentos no sirve para nada. Nada bueno.
La distinción entre derecha-izquierda es una simplificación muy habitual, pero simplificación. Ya no acepto estas distinciones de 'buenos y malos'.Entre otros motivos porque ya no habría necesidad de reflexionar. Es lo que hace mucha gente. Por desgracia la idea (la de que mucha gente se pasa la vida sin reflexionar seriamente) no es mía. Es de Bertrand Rusell.