sábado, 19 de septiembre de 2009

UPYD.


UPYD.


En la nueva sede de UPyD (Unión, Progreso y Democracia) en la madrileña calle Cedaceros se respira optimismo. A la vista del deterioro del PSOE y del Gobierno -enfangados en la crisis económica y con un grave problema de modelo de Estado-, y de las carencias del PP, los dirigentes de la organización que lidera Rosa Díez afirman que, “sin lugar a dudas”, en las autonómicas y municipales de 2011 UPyD será un partido decisivo tanto en la Comunidad de Madrid como en Valencia, y obtendrá importante presencia en los Parlamentos autonómicos de La Rioja, Asturias, Cantabria y Castilla y León. No así en Cataluña, donde la debacle de Ciudadanos ha contaminado a UPyD de tal manera que sus aspiraciones quedan suspendidas hasta más adelante.

Este pronóstico tan optimista se sustenta en cuatro variables:

1) La gente está “aburrida” del funcionamiento endogámico de los partidos, y UPyD va a constituirse y funcionar de una manera distinta a los tradicionales.

2) En Madrid, el Partido Socialista carece de liderazgo y Tomás Gómez no es alternativa a Aguirre “ni remotamente”. Sin embargo, el PP se ha desgastado en la Comunidad y en el Ayuntamiento. “Esperanza lo va a tener difícil y por eso quiere presentarse a la alcaldía y no a la Comunidad”.

3) La proyección de los votos obtenidos en las elecciones europeas del pasado mes de junio (un total de 449.499) sitúa a UPyD como tercera fuerza en Madrid (155.000 sufragios y el 6,85% de los votantes) y cuarta en Valencia (40.223 votos, el 2,14% de los ciudadanos que emitieron sufragio).

4) Rosa Díez está en condiciones de proyección pública para dar la “batalla” a Esperanza Aguirre y a Rita Barberá. Rosa ‘es un lideresa’, dicen sus incondicionales, tanto o más que la alcaldesa de la ciudad del Turia o la presidenta madrileña.

El próximo 20 de noviembre, UPyD lanzará ese mensaje a la opinión pública durante un Congreso constituyente que romperá los esquemas habituales de los partidos. La organización no se regirá por una Ejecutiva al uso, sino por un Consejo de Dirección que será elegido por sufragio universal entre los más de siete mil afiliados al corriente de sus cuotas. Se va a implementar un sistema informático que garantice la corrección del voto emitido desde las sedes provinciales. El Consejo de Dirección se configura como un equipo -puede haber varias candidaturas- al frente del que habrá un portavoz, pero la ponencia de estatutos ha suprimido cualquier referencia a las denominaciones de presidente/a y secretario general, de organización… Sólo habrá encargados por áreas temáticas.

Por su parte, los delegados, sin atender a cuotas territoriales, elegirán en listas abiertas a un Consejo Político. Nadie duda de que Rosa Díez estará al frente del Consejo de Dirección como portavoz, con Carlos Martínez Gorriarán como encargado de Comunicación y Programas y alter ego de la vizcaína. Por otra parte, Fernando Savater ha hecho saber que no desea “bajo ningún concepto” cargo alguno o responsabilidad orgánica, aunque todas las apuestas le incluyen como miembro del Consejo Político. ¿Y Mikel Buesa? Se fue de UPyD de manera fulminante y crítica ante el protagonismo de Rosa Díez –fue ella la que personalmente le invitó a sumarse a la organización- porque se encontró “sin sitio en la organización”.

España, un Estado Federal Cooperativo

Pero ¿es Buesa la única y fundamental manifestación de una disidencia frente a modos y formas caudillistas o una defección sin mayores consecuencias? Aunque los responsables de UPyD sostienen que los episodios críticos han sido más de “crecimiento y madurez” que otra cosa, otros militantes opinan que es urgente armar bien la organización para que trascienda a Rosa Díez y cumpla la función de romper el esquema tradicional de partidos en España. Y más aún: UPyD considera que su programa es “ahora más necesario que nunca”.

Por eso va a apostar por una reforma constitucional que haga de España un Estado Federal Cooperativo de base nacional, en el que todas las comunidades tengan las mismas competencias y se reintegre al Estado central las de Sanidad y Educación, y todas aquellas que permitan políticas de igualdad para los ciudadanos, vivan donde vivan. Además, UPyD -que dice contar con muchos apoyos en la Universidad- pretende la transversalidad, es decir, ser un punto en el que converjan derechas e izquierdas en un proyecto de consensos básicos sobre el Estado, la ciudadanía y una ética pública común. Críticos radicales con los nacionalismos, Rosa Díez y su equipo suponen van a arrastrar voto del PSOE y del PP con estos argumentos, que son los que la “gente reclama en la calle”.

La irrupción de UPyD en noviembre va a ser potente a poco que los medios de comunicación presten atención al Congreso y las disidencias de estos últimos meses -algunas en Madrid y otras en Cataluña- no sean activas. Esto último no es seguro: Clemente Polo, catedrático de la Autónoma de Barcelona, lanzaba un virulento ataque a UPyD desde las páginas de El País (5.09.09) en un artículo titulado ¿Herejes o comisarios políticos?, en el que afirmaba que es “insufrible que un partido vaya de ser el más demócrata y no permita la discrepancia interna”.

La financiación, el talón de Aquiles

Por otra parte, el talón de Aquiles de UPyD sigue siendo la financiación: buenas palabras, dicen sus responsables, pero apenas ayudas o créditos. “La Cajas están para financiar a los grandes partidos” aducen, dirigiendo contra estas entidades fuertes reproches. Pero no sólo la financiación sigue siendo un problema para Díez y los suyos: el PP se pondrá las pilas porque en la calle Génova han valorado los 155.000 votos de UPyD en las europeas en Madrid y los más de 40.000 en Valencia. En la Comunidad que preside Camps no hay duda de que los populares volverán a ganar –ahora sacan una ventaja al PSOE de veinte puntos- pero la popularidad del presidente de la Generalidad ha descendido notablemente después de los avatares del caso Gürtel.

Lo cierto es que si en alguna coyuntura los nuevos partidos tienen chance es en etapas históricas de crisis como la que atravesamos en España. Los nacionalismos insolidarios, un modelo de Estado que rompe la igualdad de los ciudadanos, el despilfarro público y la corrupción interna en las organizaciones políticas, hastían a los electores que pueden verse tentados por opciones rompedoras. Por el momento Rosa Díez está en el Congreso, UPyD ha obtenido un escaño en el Parlamento de Vitoria, otro en el Europeo, decenas de concejales… y ella, con sus filias y sus fobias, con sus incondicionales y con sus detractores, se ha ido haciendo una lideresa de la política española que trata de poner a su organización en plenitud en un congreso constituyente que innovará formas, maneras y criterios.

La cuestión es si el sistema –en su peor acepción—atrapará en sus redes a UPyD, o, efectivamente, tendrá fortaleza para, desde una posición cualitativa, impulsar cambios. La respuesta se demorará hasta 2011, pero tiene que apuntar maneras mucho antes porque las expectativas fueron superiores a los resultados en los comicios europeos (se llegó a especular con que la candidatura de UPyD alcanzaría el millón de votos) y la organización no aguantaría en las municipales y autonómicas unos resultados que, al menos en Madrid y en Valencia, no fueran determinantes en las respectivas asambleas autonómicas. La ilusión en política es un combustible sólo suficiente para espacios cortos de tiempo. Después, o se toca poder pronto o el fracaso acecha a la vuelta de la esquina.
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NO ES UNA CUESTIÓN NOMINAL.


El problema no es poner nombres bonitos como 'Estado Federal Cooperativo' u otros. El problema es cómo se hace. A menos que UPYD obtenga muchos votos y sea bisagra necesaria para que socialistas y populares puedan gobernar, no veo cómo se puede hacer.

Desgraciadamente, socialistas y populares no han evitado (no diré, por ahora, han colaborado) el aumento de la descoordinación nacional y el debilitamiento del Estado. Es urgente y necesario reforzar el Estado y sus competencias. Es necesario y urgente reforzar las fuerzas centrípetas y frenar las fuerzas centrífugas (nacionalistas y sus cómplices) que conducen a la desiontegración de España.

No es necesario inventarse nombres bonitos. Bastaría con recuperar competencias, como Educación y Sanidad, y reformar la antidemocrática ley electoral. Estos cambios serían revolucionarios. Y podríamos mantener la denominación de 'Estado de las Autonomías'. Pero ¿por qué no se ponen de acuerdo los dos grandes partidos?


Sebastián Urbina.

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