viernes, 30 de abril de 2010

UN GOBIERNO SIN CRÉDITO.






UN GOBIERNO SIN CRÉDITO.


La noticia de la rebaja en la calificación de la deuda española por la agencia de Standard & Poor’s tiene un mayor calado del que pudiera apreciarse en un primer momento. Las agencias de calificación miden el riesgo que asignan a las deudas soberanas, como a las empresas privadas, con un código de letras y símbolos que es indescifrable para los profanos, pero que tiene una indicencia importante sobre la economía, sobre el desempeño de empresas y familias. La principal razón de S&P es que rebaja sus previsiones de crecimiento de nuestra economía hasta una media del 0,7 por ciento entre 2010 y 2016, lo que limita su capacidad de generar los suficientes ingresos, en línea con lo previsto por el FMI, que calcula que España no alcanzará un nivel de crecimiento suficiente para crear empleo.

Esta rebaja encarecerá el endeudamiento de España, por lo que los contribuyentes tendrán que pagar más por la deuda, la ya asumida y la que vamos a adquirir en los próximos años. Esta rebaja, además, se proyecta sobre las empresas españolas. Especialmente sobre los bancos españoles, que además son tenedores de la deuda española. El hecho de que la financiación del Estado se encarezca y sea más escasa repercute sobre la financiación de la vida privada, y eso en un momento en que el crédito es ya de por sí escaso.

El Gobierno conoce perfectamente las implicaciones de esta decisión, que estaba prácticamente anunciada. Ya en su anterior rebaja añadía una perspectiva negativa, y las rebajas de Grecia y Portugal anunciaban la decisión sobre España, y de hecho la bolsa española comenzó a caer antes de que S&P diese su opinión sobre nuestea deuda. Pero su reacción ha sido la de siempre: actúa como si la realidad fuera otra y responde con su habitual “optimismo antropológico”, una mercancía que sólo compran los medios afines, y sin mirar la fecha de caducidad. Pero ésta llegó hace años, en las muchas ocasiones en que la realidad ha dejado el discurso falsamente optimista al descubierto.

Grecia es el espejo en que debemos mirarnos. No hemos llegado a esa situación, pero seguimos el camino que lleva a ella. El Gobierno anda ese camino paso a paso, pero mira para otro lado como si la situación no fuera con él ni con los españoles.

No le cuesta anunciar gastos supérfluos, como el circo de traducciones del Congreso. Y hay que recordar que S&P mantiene una perspectiva negativa, un avance de que, o se cambia ya el rumbo, o volverá a rebajar la deuda española. Y si llega ese momento, puede que sea muy tarde para enderezar la situación. Ha llegado el momento en que el descrédito del Gobierno se está convirtiendo en el descrédito de todo un país. (Factual).

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