domingo, 23 de mayo de 2010

DESPILFARRO.

EL DESPILFARRO DE LAS AUTONOMÍAS

Luis María ANSON

En lugar de legalizar los Estatutos vasco y catalán de la República, que era lo que tenía sentido común, a Fernando Abril se le ocurrió la fórmula del café para todos que Adolfo Suárez respaldó con entusiasmo. Se ponía en marcha el Estado de las Autonomías, sin calibrar los riesgos que eso suponía. Hemos creado diecisiete jefecillos de Estado con sus palacios, sus protocolos, sus secretarías, sus incontables funcionarios, sus escoltas, sus viajes gratis total, sus canales de televisión, sus caravanas de coches blindados, su descomunal parafernalia. Un derroche insoportable.

José Bono, con el buen sentido que le caracteriza, ha subrayado lo que pesa la losa de las Autonomías sobre la economía nacional con la duplicidad de las Administraciones. De los 600.000 funcionarios públicos que los españoles pagaban en 1976 hemos pasado a los más de 3.000.000 que nos agobian ahora. En plena crisis, las Administraciones han contratado a 215.000 funcionarios más. Una carga imposible de soportar.

El problema, pues, no radica sólo en el despilfarro del Gobierno de Zapatero que ha sido abrumador. Es que las Autonomías, salvo alguna excepción, hacen lo mismo y gastan sin freno, sin control, porque disparan con pólvora del rey.

Hay que reducir a cero el déficit de las Comunidades Autónomas y de los Ayuntamientos y embridar sus presupuestos. De nada le sirve al Gobierno el esfuerzo de austeridad si luego se despilfarra en Autonomías y Municipios. Es un escándalo lo que está ocurriendo con la inmensa mayoría de los Gobiernos autonómicos y con no pocos de los grandes Ayuntamientos. Hay que tomar muchas medidas pero la primera es una ley que diga: “Hasta que el número de funcionarios públicos se reduzca a un máximo de 700.000 en las tres Administraciones, de cada diez empleados públicos que se jubilen o fallezcan sólo se sustituirá a uno”. (El Imparcial).

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX


CAFÉ PARA TODOS (pagando).

En una sociedad democrática, en la que se defiende la igualdad de los ciudadanos ante la ley, hubiera resultado insoportable una España en la que hubiera unas Comunidades con especiales privilegios frente a otras.

El pasado no determina nada lo que hagamos en el presente. El que nuestros bisabuelos fueran monjes o corsarios, no nos hace responsables. Ni nos obliga a repetir lo que ellos hicieron.

Si así fuera, estaríamos condenados a repetir la historia para siempre, a partir de un determinado momento histórico, tomado al azar. ¿Por qué no empezar con los Reyes Católicos? ¿O con Don Pelayo?

Exigir prebendas, hoy, porque algo sucedió ayer, es estúpido e injustificado. En resumen, creo que el Estado de las Autonomías, en el momento actual, es inasumible. Así no podemos seguir. Es un auténtico desastre. Pero con el sistema de dos Comunidades privilegiadas se hubieran producido agravios que difícilmente se hubieran soportado. O sea ¿por qué ellos (Cataluña y Vascongadas) son más que nosotros? No tiene sentido retomar privilegios históricos sin fundamento democrático.

Lo que hay que hacer es, limpiar a fondo el Estado de las Autonomías actual, en el sentido de darle eficiencia, eliminar el despilfarro, y rescatar las competencias de educación y sanidad, por ejemplo. También supone reforzar la unidad de mercado, que se está destruyendo paulatinamente.

Si esto no bastara, hay que replantearse el Estado de las Autonomías. Tanto en el primer caso como en el segundo se requiere un pacto de Estado entre (al menos) el PP y el PSOE.

La tercera opción es hundirnos, todavía más. En tal caso, maldigo (una vez más) a los políticos socialistas y populares. Con las excepciones de rigor y con la respectiva cuota de responsabilidad.

Sebastián Urbina.




No hay comentarios: