lunes, 17 de mayo de 2010

SOCIALISMO. HUMO Y MENTIRA.






FELIPE GONZÁLEZ, HUMO Y MENTIRA.


Leo a Felipe González en un par de artículos en El País:

Estamos ante un poder financiero global condicionante del poder representativo de los gobiernos... el sistema financiero y los actores que lo acompañan, que nos ha llevado a esta catástrofe, tiene que ser regulado y controlado. La paradoja se hace cada vez más chocante para todos: por sus errores nos llevaron a las operaciones de rescate y ahora atacan a los gobiernos por los desequilibrios que este rescate provocó... Hay que cambiar el funcionamiento de estas instituciones, de estos fondos sin control, de estas figuras llenas de humo y mentira. Hay que hacerlo ya, incluso para dar tiempo a que cambien las prácticas que han deteriorado al sistema, pero, y sobre todo, para salvar al sistema de sí mismo, de su voracidad y desmesura. Vamos con retraso. Como no los regulamos, terminan por regularnos ellos, a su capricho especulativo y con costes insoportables.

Humo y mentira. No hay ningún poder financiero global que condicione a los gobiernos porque las finanzas están condicionadas por los gobiernos, porque están intervenidas y reguladas por autoridades públicas en todo el planeta. Esto no quiere decir que los gobiernos no tengan límites, claro que los tienen, pero esos límites están marcados por la lógica de la propia política y no por las finanzas: digamos, si un gobierno decide tener un déficit del 10% del PIB, no puede decidir a la vez que quienes le prestan el dinero voluntariamente lo hagan siempre con alacridad y sin inquietud.

Humo y mentira. González relaciona el sistema financiero con los rescates, de modo que piensa que son los bancos los que han llevado a la catástrofe, como si los bancos no tuvieran dependencia de los bancos centrales, instituciones a las que asombrosamente no menciona.

Humo y mentira. Hay que controlar más y rápido. La prisa es una clave del intervencionismo, y aún más en este caso, porque Felipe González, como hemos visto, ignora la clave de las finanzas, y es que el control que se reclama ya existe, es público, y es copioso.

Humo y mentira. "Salvar al sistema de sí mismo". Es un viejo y peligroso camelo: las autoridades atacan a los ciudadanos, pero es para defendernos, para salvar la libertad nos quitan la libertad. Como el mercado se autodestruye, vamos a destruirlo para evitarlo. Como el capitalismo da lugar a perturbaciones y corre el riesgo de desaparecer en manos del socialismo, vamos a socializarlo para garantizar la paz social, etc.

Humo y mentira. Si no regulamos los mercados nos regulan ellos, caprichosos y costosos. Pero el mercado no regula a los políticos y legisladores. Los gobiernos y los ciudadanos no están en pie de igualdad: es el Estado el que regula el mercado y no al revés. En cuanto a caprichos y costes, igual Felipe González pretende que la capacidad de los ciudadanos para imponérselos a las autoridades es idéntica a la de las autoridades para imponérselos a los ciudadanos. (Carlos Rodriguez Braun/LD)

1 comentario:

Juan Luis dijo...

Este Felipe González debe ser el mismo que, siendo presidente del gobierno, se empecinó en que España debía tener una divisa fuerte, a pesar de las sucesivas devaluaciones que él mismo había promovido. Fueron las devaluaciones las causantes de que los tipos de interés nominales llegaran a situarse en el 18%, la financiación de la deuda se tornara insostenible, como también que la primera partida de costes en los balances de muchas empresas fuera de naturaleza financiera antes que laboral. Como ningún socialista entenderá jamás que no habrá venta con margen salvo a costes racionalizados, y que sin márgenes no se sostiene la actividad, el desempleo creció pavorosamente, se desplomó la fiscalidad y se disparó el déficit. Hubieron de privatizarse la mayoría de las empresas estatales para salir de aquel atolladero, pero muchos ciudadanos anónimos lo perdieron todo, atrapados en aquel fangal de tipos nunca vistos (en España)y que superaban de largo lo que históricamente se tenía por usura.

Que aquel sujeto impresentable, capaz de telefonear para recomendarte, sin el menor escrúpulo, que compraras dólares «porque mañana devalúo», que debería haber sido procesado por estas y otras más vergonzantes actuaciones (Gal, por ejemplo) tenga todavía pista, prueba al menos que ni él tiene pudor ni memoria quien le presta oídos.