jueves, 23 de septiembre de 2010

MENTIR, ESPECIALIDAD SOCIALISTA.







DE LA VEGA MIENTE DOS VECES.


"Todo es mentira", le respondió ayer una airada María Teresa Fernández de la Vega a la portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, cuando ésta le recriminó la fulminante destitución de la directora del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Belén Barreiro, a la que la vicepresidenta primera obligó a retrasar el último sondeo de intención de voto para tratar de favorecer a José Luis Rodríguez Zapatero.

El exabrupto lanzado por De la Vega a Sáenz de Santamaría en el Congreso iba en realidad dirigido a la información adelantada el martes por El Confidencial -y recogida un día más tarde en otros medios de comunicación-, que daba cuenta de las presiones de la vicepresidenta a Barreiro para que modificase el trabajo de campo del barómetro del pasado mes de julio. Pero en realidad fue la propia De la Vega quien, al menos en dos ocasiones, faltó ayer a la verdad durante la sesión de control al Gobierno.

Como informó este diario, la número dos del Ejecutivo ordenó a finales de junio a Barreiro que las entrevistas a domicilio para elaborar el barómetro se realizasen después del debate sobre el estado de la nación, que se celebró en el Congreso los pasados 14 y 15 de julio, en lugar de en la primera semana del mes, como ha hecho siempre el CIS desde que Barreiro asumió el cargo. Ésta rechazó la injerencia de De la Vega -no era la primera vez que ambas chocaban-, pero la vicepresidenta, finalmente, impuso su criterio "en contra de la voluntad" de Barreiro, según fuentes muy cercanas a la ex directora del centro.

No se pactó con la oposición

Una portavoz oficial de De la Vega aseguró el martes a El Confidencial que la decisión de retrasar el sondeo del CIS "se pactó con todos los grupos parlamentarios". Y la vicepresidenta repitió ayer esa mentira en el Congreso en su respuesta a Sáenz de Santamaría, después de que ésta le afease su "afición al cese de quien les dice a ustedes lo que no quieren escuchar", en alusión a Barreiro. "Usted sabe que es una polémica estéril, por falsa, porque todo lo que aparece [publicado] es mentira", le respondió De la Vega. Y añadió: "Usted misma recibió información de esta portavoz sobre lo que ha aparecido en la prensa; usted misma la recibió verbal y por escrito, y todos los portavoces de la Cámara".

Pero no fue De la Vega quien se puso en contacto con los portavoces parlamentarios, como aseguró ayer en el Congreso, sino el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis de Francisco. Y éste no pactó nada con los representantes de la oposición, sino que se limitó a informarles de la decisión de la vicepresidenta de retrasar el barómetro de julio. Sáenz de Santamaría lo aclaró al término de la sesión de control en los pasillos del Congreso: "No se negoció nada con nosotros. La decisión ya estaba tomada, y simplemente se nos comunicó la modificación de las fechas".

Fuentes del PP interpretan que la intención de De la Vega al retrasar el barómetro era alejar lo más posible en el tiempo el trabajo de campo -que finalmente se llevó a cabo entre el 15 y el 22 de julio- de las impopulares medidas de ajuste anunciadas por el Gobierno el pasado mes de mayo, para tratar de minimizar así el efecto negativo de éstas en la opinión de los encuestados. Y, sobre todo, para aprovechar el previsible impacto positivo para el Gobierno del cara a cara entre Zapatero y Mariano Rajoy en el debate sobre el estado de la nación, que en todas las ediciones anteriores se había saldado con un claro triunfo del primero.

Al concluir la sesión de control en el Congreso, De la Vega se dirigió ayer a La Moncloa para presidir el acto de toma de posesión del nuevo director del CIS, Ramón Ramos, al que también acudió Barreiro. Y en presencia de ambos, la vicepresidenta volvió a faltar a la verdad, al asegurar que la directora destituida siempre trabajó "con total autonomía". Una afirmación que fue rotundamente desmentida a El Confidencial por personas muy cercanas a Barreiro, que insistieron en los frecuentes "encontronazos" entre las dos y en las "injerencias" de De la Vega en el trabajo de su subordinada. La número dos del Gobierno presumió durante su breve discurso de la "transparencia" del CIS. (El Confidencial)

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