miércoles, 20 de octubre de 2010

PENSIONES.

Día 20/10/2010 - (ABC)
En un momento de máxima crispación por los cuestionados Presupuestos Generales del Estado, el debate sobre el modelo de financiación que han de seguir las pensiones en nuestro país también ha llegado a los blogs.
Entre las principales anotaciones, nos gustaría rescatar la publicada en la bitácora de Ana Ariza, donde explica las principales señas de identidad del completo sistema de seguridad social sueco y analiza, no sin cierta envidia sana, hasta qué punto España podría desarrollar un modelo similar.
El viejo sistema de reparto del país escandinavo sufrió una reforma casi obligada en el 94, porque, al igual que el español, la pensión se calculaba con cierta generosidad a partir de los ingresos de los quince mejores años de la vida laboral, reajustando a la inflación y eran los trabajadores en activ,o los que con sus aportaciones cubrian el pago de las pensiones. Los suecos, previsores por naturaleza y teniendo en cuenta los duros años que atravesaron en los noventa, con «altas» cifras de paro -rondando el 12%- y con un gasto público disparado, no tardaron en calificar este método como insostenible en el tiempo.

Entre sus principales reformas para hacer frente a esta crisis, la financiación de la educación (como también han hecho después sus vecinos finlandeses), los recortes en el subsidio de desempleo, y la reforma de las pensiones.

En concreto, y para este último tema, cambiaron el tradicional sistema de reparto por uno doble manteniendo, por una parte, las pensiones mínimas para todos aquellos ciudadanos que no alcanzaban rentas mínimas para una "vida digna" y por otra, implantaron un sistema de capitalización mediante el cual la pensión recibida no depende del porcentaje de población activa que haya en el país, sino de lo que cada trabajador, individualmente, haya aportado a lo largo de toda su vida laboral, (sin tener en cuenta los mejores quince años).

De esta forma, nuestros vecinos escandinavos evitan que las pensiones se utilicen como arma electoral y de paso, consiguen un sistema sólido, autónomo y autoprotegido, de gestión más racionalizada.

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