martes, 14 de diciembre de 2010

¡¡¡ENCIMA ES NEGOCIO!!!

PROYECCIÓN CULTURAL

Saber español, un buen negocio

Por Carlos Segade

El profesor José Luis García Delgado ha publicado recientemente el informe El español, lengua global. La economía. Una de sus conclusiones, según han recogido los medios, es que la lengua de Cervantes contribuye a la riqueza nacional con aproximadamente el 16% del PIB.

Es bien sabido que el español es la segunda lengua de comunicación del mundo por número de hablantes, y la cuarta más utilizada en internet, por detrás del inglés, el japonés y el alemán –en este orden– y por delante del chino mandarín. La demanda es creciente en aquellos países con los que España tiene una relación muy directa desde el punto de vista económico, como por ejemplo Brasil, por citar una economía emergente, y los Estados Unidos, bastión del avance industrial y tecnológico. En los países anglófonos europeos, Inglaterra e Irlanda, la demanda es igualmente muy fuerte, al punto de que compite abiertamente en los centros escolares con el francés, la segunda lengua de estudio por antonomasia en la enseñanza media.

En los Estados Unidos habla español el 10,7% de la población, según el World Factbook de 2010; se trata de un porcentaje que prácticamente triplica el que suman juntas las demás lenguas indoeuropeas. En términos numéricos, hablamos de más de treinta millones de personas, a las que hay que sumar a aquéllas que lo conocen pero no lo emplean de forma habitual. En California hay casi seis millones de hispanohablantes; en Texas, más de tres millones y medio, y en Nueva York unos dos millones, más o menos como en la Florida. El español es la segunda lengua más hablada y entendida del país, la primera potencia mundial en el orden económico.

Lejos de ser consciente de esta realidad, el ciudadano español vive ajeno e incluso de espaldas a ella. Los españoles tienen un gran complejo en lo relacionado con el uso de su lengua común, alimentado por cuestiones políticas internas incomprensibles para el resto del mundo. Desde España se tiene la impresión de que hay una lengua dominadora, el inglés, que lo puede todo y otra, el chino, de crecimiento imparable y que representa el futuro, y que todas las demás hacen lo que pueden como lenguas minoritarias.

Los nacionalistas han convencido a los castellano-parlantes de que su lengua es tan minoritaria con respecto a las demás como lo son sus lenguas vernáculas con respecto al español. Ambos presupuestos son falsos. La realidad es que el resto de hablantes no peninsulares compiten de tú a tú con los hablantes de las lenguas mayoritarias, mientras que los peninsulares no abren la boca por miedo a hablar sólo español.

Aunque el factor más importante para aprender una lengua debe ser la cultura y no la economía, es cierto que la expansión del español por el mundo podría procurar a España un incremento notable de renta mediante la exportación de profesorado, material y recursos lingüísticos; de todo ello existe ya una fuerte demanda, que de hecho no está siendo debidamente atendida. Eso, a su vez, tendría como efecto el incremento del número de estudiantes de español interesados en nuestro patrimonio cultural (el segundo en importancia, después del de Italia).

Por otro lado, el estudio del profesor García Delgado destaca, con acierto, el ahorro de costes empresariales que supone utilizar una lengua mayoritaria. Sin embargo, influidos por la equivocada creencia popular de que renunciando al español conquistarán el mundo, muchos empresarios españoles se empeñan, con iniciativas que rozan el ridículo, en anglosajonizar sus compañías.

España está dejando pasar una oportunidad histórica para su desarrollo económico y cultural, una oportunidad como tal vez no se vuelva a presentar en varias generaciones. Es necesario que a los españoles se les diga la verdad sobre su propia lengua, y que no se dejen engañar por las élites acomplejadas. España debe convertirse en un gran proyecto cultural internacional. En este sentido, hay que alabar la dedicación del Instituto Cervantes y de todos los profesionales que lo componen, pero aún hay mercado para quintuplicar sus centros y el número de matrículas.

Cualquier esfuerzo que se haga, especialmente si viene de la iniciativa privada, a favor del proyecto cultural español supone automáticamente una desviación de renta a favor del resto de los españoles. Si además se contara con la colaboración de un Estado comprometido con aquél, se conseguiría un efecto multiplicador con unas consecuencias favorables para los españoles difícilmente imaginables.

© Fundación Burke

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Sr. García Delgado. No tiene razón en que los separatistas periféricos han convencido a los castellano-hablantes de que su lengua es minoritaria.

Es más correcto decir que tales separatistas antiespañoles han convencido a una parte de los castellano-hablantes. Y además, han convencido o chantajeado a buena parte de la casta política que padecemos. Unos han aceptado complacidos y otros acomplejados.

Dan asco casi todos ellos. Pero no se puede generalizar con los ciudadanos .

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