sábado, 17 de septiembre de 2011

REBUZNOS DEL PSC






''BRAMAN CONTRA CATALUÑA"



Chacón califica de "politiquillos, tertulianos y togas" a los no nacionalistas.


La ministra y candidata del PSC dice que la "derecha anticatalana", que ha calificado de feroz, se encarna en "politiquillos, tertulianos y togas". (ld).
 
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
 
 
 
LAS FALACIAS CATALANISTAS.





1-El catalán es la lengua mayoritaria en Cataluña


Según las encuestas de la propia Generalidad, es la lengua habitual para el 35% de los ciudadanos de esta región. Un 10% menos que en 2003, cuando el Tripartito relevó a CIU en el Gobierno.


2-Las sentencias de los tribunales obedecen a reivindicaciones minoritarias de unas pocas familias


Las tres sentencias del Tribunal Supremo de diciembre de 2010 se refieren, efectivamente, a denuncias concretas de tres familias en particular. Pero no son las únicas familias que han mostrado su oposición a la política de inmersión lingüística. Desde los miles de profesores de secundaria que abandonaron Cataluña en los primeros Gobiernos de Pujol, la respuesta ciudadana a las políticas sobre la lengua del nacionalismo ha sido importante desde el punto de vista numérico. Baste citar el Manifiesto de los 2.300 de 1981 suscrito por intelectuales y profesores o, más recientemente, las 50.000 firmas recogidas por el presidente de Convivencia Cívica Catalana, Francisco Caja, en contra del sistema de inmersión.


3-La oposición a la inmersión responde a razones partidistas.


Al margen de lo dicho en el punto anterior, ocurre más bien al contrario. Han sido los movimientos nacidos en la sociedad civil los que han espoleado a los partidos políticos a tomar postura e incluso a nacer. De lo último da ejemplo la creación de Ciudadanos en 2006, fruto de una plataforma de intelectuales ajenos a las siglas partidarias, como Albert Boadella o Francesc de Carreras. Y de lo segundo se podrían citar muchos casos, pero hay una imagen que vale más que mil palabras: la de Alicia Sánchez Camacho junto a Francisco Caja presentando el pasado junio una instancia en la consejería de educación catalana para que su hijo sea educado en castellano y catalán. Un gesto que repitieron centenares de familias.


4-Se permite la educación en castellano


Para no decir la verdad, los nacionalistas suelen hablar de enseñar el castellano, en lugar de en castellano. El matiz no es superfluo, ya que lo primero se cumple en la actualidad. Basta con que se imparta la asignatura de Lengua Española, que forma parte del examen de selectividad, y sin ni siquiera llegar a la tercera hora que pretendió imponer un decreto del Gobierno central. Enseñar en castellano, por tanto, implicaría impartir en esa lengua varias asignaturas relevantes, como por otra parte se hace en los colegios de élite a los que acuden los hijos de muchos nacionalistas.


5-Los alumnos catalanes tienen un buen nivel de castellano.


Lo que tienen son unos buenos resultados en la prueba de selectividad. En unas pruebas que son mucho más fáciles que las de lengua catalana, pues así las diseñan las propias universidades de Cataluña, con autonomía para ello. Como relató en un artículo en ABC Xavier Pericay, en una de las pruebas se les daba a los examinados un texto de Miguel Delibes y se les hacía la siguiente pregunta: "Escriba todos los nombres de animales que se citan en el texto y clasifíquelos en aves y no aves". Juzgue el lector si es necesario estudiar todo un curso para terminar sabiendo distinguir a un gorrión de un perro. Por lo demás, si fuese cierto que el hecho de que los niños escuchen el castellano en la televisión o en la radio, además de en la calle, les hace competentes en ese idioma habría que preguntarse, por ejemplo, por qué los escolares ingleses se educan en la lengua de su majestad teniendo a mano la BBC.


6-La inmersión garantiza la cohesión social


No parece que lo haga si el niño cuyos padres quieren educación en castellano tiene que ser atendido al margen de sus compañeros. Tratamiento que consiste en explicaciones discrecionales en castellano por parte del profesor señalando al alumno del resto de sus compañeros. Al menos, así reconocen los nacionalistas que sucede. Tampoco si el que acaba de llegar a la región catalana, o está de paso, no puede expresarse oralmente y por escrito en la lengua vehícular de la enseñanza, o si hasta en los recreos se impone el catalán y se excluye el castellano.


7-Es un modelo integrador para los inmigrantes


Al margen de lo que ocurre en la escuela, el nacionalismo ha intentado extender la inmersión a otros ámbitos. Buena prueba de ello es la Ley de Acogida que el año pasado recurrió ante el Tribunal Constitucional la Defensora del Pueblo a instancias del entonces diputado José Domingo. La norma, aprobada con la oposición del PP y Ciudadanos, aseguraba que el inmigrante debe alcanzar las competencias básicas en catalán y castellano, si bien precisaba: "...el catalán, como lengua propia de Cataluña (el concepto que introdujo el nuevo Estatuto), es la lengua común para la gestión de las políticas de acogida e integración" y añadía "el aprendizaje lingüístico ofrecido por los servicios de primera acogida empieza por la adquisición de las competencias básicas en lengua catalana"


8-La señalización viaria respeta el bilingüismo


Los espectadores de LDTV recordarán la cara de pasmo del ex alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, cuando una redactora de esta cadena le preguntó por qué el consistorio prefería no cobrar muchas multas de tráfico a establecer una señalización bilingüe en la Ciudad Condal. El entonces primer edil, del PSC, atribuyó la pregunta a las obsesiones de determinada prensa y aseguró que nunca se le había quejado un ciudadano por esta cuestión. Lo cierto es que en Barcelona no se respeta el bilingüismo en las señales viarias y eso permite recurrir con éxito las multas.


9-El catalán no sobreviviría sin discriminación positiva


En este punto el nacionalismo no deja de caer en una cierta contradicción. Pues si el catalán necesita de la discriminación positiva para existir, como dicen, parece difícil sostener al mismo tiempo que ya es la lengua mayoritaria en Cataluña y que de ahí su preeminencia en la escuela pública.


10-Existen prácticas de discriminación del catalán, particularmente en los medios de comunicación


Cualquiera que haya frecuentado las ruedas de prensa políticas en Madrid habrá observado que el catalán es un idioma muy hablado en los corrillos. Algo lógico dada la gran cantidad de periodistas que trabajan en medios de Cataluña, muchos de los cuales emiten en la lengua catalana. Más allá de la anécdota, cualquier espectador de televisión en España puede escuchar declaraciones en catalán, convenientemente subtituladas, de protagonistas de la vida política o social. Por ejemplo muchas de las palabras públicas del entrenador del Barcelona, Josep Guardiola. Sin embargo, la obsesión por excluir el castellano llevó a TV3 a establecer en su libro de estilo que los mensajes de móvil con los que el público participa en determinados programas se tradujesen de manera automática al catalán. (Mariano Alonso/ld)

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX




LO QUE EL CATALANISMO OCULTA.




El catalanismo, con apenas un siglo de historia, pretende encarnar el alma de una Cataluña casi milenaria, reconfigurando no sólo la historia de Cataluña, sino la del propio catalanismo». Lo escribe el investigador barcelonés Javier Barraycoa en la introducción de su libro «Historias ocultadas del nacionalismo catalán», en el que desmonta los mitos con los que se ha construido un relato para justificar su pretensión de iniciar, como declaró en la celebración de la Diada Artur Mas, presidente de la Generalitat, su «transición nacional catalana» y convertirse en un país al margen de España. Estos son algunos de los aspectos históricos y sociales que Barraycoa aclara:







UN CATALANISMO, CON ESPAÑA DE «NACIÓN», ALEJADO DE LA SOCIEDAD






En los primeros capítulos de su libro, Barraycoa recuerda que «por lo común, para cualquier republicano federal catalán del siglo XIX, siempre regía el lema: “Cataluña es la Patria y España la Nación”». Y prosigue: «Un catalán en la onda del federalismo, Juan Illas Vidal, [...] en su obra titulada “Cuestiones catalanas, Cataluña en España” (1855), propone: “La unidad nacional es un sentimiento político fundamental común a todos y vivo en cada uno: formadlo si no existe, y no temáis el provincialismo”».






Además, Barraycoa afirma que «los primeros catalanistas reconocían que el catalanismo era algo alejado de la realidad social de Cataluña». Así lo explica: «Otro fenómeno psicológico y sintomático del catalanismo es que, nada más emerger, adoptó la conciencia de estar en crisis. Uno de los personajes más curiosos y olvidados de los primeros años del catalanismo fue José Pella Forgas. [...] En 1906 escribía una obra hoy poco conocida y titulada “La crisi del catalanisme”. Uno de los puntos de interés de este libro es constatar cómo los primeros catalanistas eran conscientes de que el catalanismo surgía como algo alejado de la realidad social de Cataluña. [...]






La crítica estaba dirigida a todos aquellos que volcaban sus energías en redescubrir la cultura catalana pero que no tenían la más mínima intención de proyectarla políticamente. Sospechaba que así nadie les seguiría. Un poeta catalanista, Joaquín Folguera Poal, ...] se quejaba: “La falta de conciencia nacional es uno de nuestros ridículos. En la esfera de los intelectuales tampoco hay mucha dignidad de raza. Mucho ruido y pocas nueces. Mucha ferralla literaria y poca consistencia política”. Los primeros catalanistas no entendían por qué la mayoría de catalanes no eran catalanistas y por qué les costaba tanto despertar en ellos la conciencia nacional».






EL CATALÁN, UNA LENGUA HABLADA DURANTE EL FRANQUISMO






«Poco a poco, los nacionalistas más radicales han conseguido introducir la expresión “genocidio cultural” para describir la situación del catalán durante el franquismo», sostiene Barraycoa. A lo largo de varios capítulos, recopila obras de teatro, poesía, certámenes, premios y editoriales escritos en catalán durante el franquismo. Contra los argumentos de ese nacionalismo más exacerbado, escribe:






«Un libro ecuánime, escrito en catalán, que no revela un resentimiento especial hacia el franquismo, es el de Albert Branchadell titulado “L’aventura del català”. El autor reconoce que el franquismo no puso en peligro la literatura catalana y que aunque hubo represión, “lo que sí es cierto es que las dificultades del catalán durante el franquismo fueron de más a menos: la política lingüística del régimen se fue relajando con el paso del tiempo, paralelamente a su liberación en general. [...] Si uno piensa lo que pasó con el catalán, no se diferencia mucho de la situación del castellano en la actual Cataluña», critica Barraycoa.






«Intentando sintetizar esos primeros años, cosa harto imposible, se podría decir que hubo un primer momento de presión contra el uso escrito del catalán. Sin embargo, la mayor parte de los conflictos vino, curiosamente, a causa de su uso por eclesiásticos en sus homilías o en pequeñas publicaciones parroquiales. Durante algunas celebraciones litúrgicas, a las que asistía alguna autoridad militar, si el sacerdote se dirigía a los fieles en catalán, entonces se liaba. Fuera de estos ámbitos, los conflictos fueron muy reducidos. A los pocos años de acabada la guerra, se reemprendían las publicaciones en catalán. En diciembre de 1946 se autorizó el primer concierto público de l’Orfeó Català. Ese mismo año, el Institut d’Estudis Catalans (foco cultural del catalanismo) iniciaba sus publicaciones en catalán. [...] Incluso se produjeron intentos del Régimen para lanzar publicaciones literarias en catalán, pero los catalanistas se negaron a participar».






COMPANYS Y MACIÀ, DOS MITOS DEL NACIONALISMO MUY ESPAÑOLISTAS






«Macià [uno de los iniciadores de ERC] pasó de ser un apasionado españolista, a un apasionado nacionalista», escribe Barraycoa. A Lluís Companys, presidente de la Generalitat durante la Guerra Civil, le define como «hiperespañolista» que «buena parte de su vida no fue catalanista, las circunstancias le arrimaron al catalanismo y la historia lo convirtió en un mártir del independentismo». De él narra lo siguiente: «Otro caso de evolución política más que significativo es el del ahora tan venerado Lluís Companys. Por aquella época, uno de los corresponsales en Cataluña del ABC era Juan Pujol. Era amigo de Companys mucho antes de que alcanzara la presidencia de la Generalitat y recuerda que nunca —de joven— se le conoció la más mínima afición catalanista».






En cuanto a Macià, «un coronel del Ejército español, monárquico empedernido» que «llega a transformarse en el líder e icono del separatismo catalán», reproduce la evolución de sus proclamas, recogidas en el Diario de sesiones del Congreso de los Diputados. En 1907 hablaba de una «España grande y noble» y aseguraba que «Cataluña no es separatista ni quiere serlo». En 1918, el mensaje variaba: «Solamente os digo que nosotros queremos formar una nacionalidad catalana libre e independiente». En 1923, se radicalizaba: «El dilema es el siguiente: o nosotros continuamos bajo la opresión del Estado opresor, del Estado centralista, en una esclavitud moral, peor cien veces que la material, o vamos a la violencia».






GUERRA DE SUCESIÓN Y LOS MOSSOS D'ESCUADRA COMO «BOTIFLERS»






Barraycoa apunta que «la Guerra de Sucesión se interpreta desde los ámbitos del nacionalismo como una guerra de Castilla contra Cataluña donde algunos catalanes, los “botiflers” —uno de los peores insultos políticos que uno puede recibir en Cataluña—, traicionaron a Cataluña. En ningún momento los nacionalistas reconocen que fue una guerra de disputa dinástica, donde los catalanes, al igual que los castellanos, lucharon por el Rey de España». Sin embargo, el autor aclara que «si bien, indudablemente, buena parte de Cataluña se posicionó con el Archiduque Carlos, también muchos catalanes estaban a favor de Felipe V y hubieron de sufrir una persecución atroz por parte de otros catalanes».






Otro de los epígrafes de esta nueva publicación remite al origen «botifler» de los Mossos d' Escuadra, la policía autonómica de Cataluña: «Este cuerpo policial pretende ser una continuación de los antiguos Mossos, cuya historia conviene recordar. El fundador de los Mossos d’Escuadra fue Pedro Antonio Veciana, un felipista no muy destacado pero que consiguió hacer una pequeña fortuna pertrechando al ejército de Felipe V. ...] El cuerpo de los Mossos fue suprimido en 1868, y no por un madrileño, sino por un catalán: el General Prim. La excusa fue económica. [...] Pero detrás se escondía otro motivo: el carácter monárquico de los Mossos, que los convertían en sospechosos conspiradores monárquicos tras la caída de Isabel II».






LA ZARZUELA, ÉXITO EN BARCELONA






Barraycoa alude a la obra «La cultura del catalanismo», en la que Joan-Lluís Marfany «realiza una recopilación de datos sobre la enorme difusión que tuvo la zarzuela en Cataluña a finales del XIX». En ella concluye: «Era el espectáculo preferido de la mayoría de catalanes». Así describe la situación en uno de sus capítulos: «Hubo una época, entre los años veinte y treinta, en que las zarzuelas se estrenaban antes en Barcelona que en Madrid, como es el caso de las composiciones de Sorozábal “Katiuska” o “La tabernera del puerto”. [...] Sin embargo, hoy es prácticamente imposible asistir a una representación del género chico en la ciudad condal. Ahora bien, si uno quiere asistir a obras de teatro en catalán subvencionadas y de lo más extravagantes, no encontrará problema».


Ficha


Título. «Historias ocultadas del nacionalismo catalán»


Autor. Javier Barraycoa (Barcelona, 1963). Doctor en Filosofía y profesor de Sociología en la Universidad de Barcelona. También ha impartido clases en la Abat Oliba CEU


Editorial. LibrosLibres


Páginas. 365


Precio. 22 euros

No hay comentarios: