lunes, 26 de diciembre de 2011

BALEARES. CASO MATAS

Editorial

No se puede instruir ni acusar así: hará bien el actual Govern en revisar sus personaciones si no quiere ser cómplice de una infamia
Antonio Alemany

  • Bien, se veía y venir y ha venido: estamos ante la primera querella que plantea graves cuestiones sobre la rectitud del proceso instructor practicado por el juez Castro y el fiscal Horrach. Vendrán algunas querellas más, bastante más duras que esta primera. La presentada por la defensa letrada de Matas hace referencia únicamente al “caso Undargarín”, pero hay otras piezas que merecerán, con mayor intensidad, un feroz y justo ius retorquendi contra los que han acusado falsamente, sin escrúpulos y con total desprecio del sistema garantista de nuestro derecho penal. Aquí ha habido unos aprendices de brujo- algunos jueces, no todos por fortuna, y todos lo fiscales, cielo santo, “anticorrupción”- que han puesto en marcha unas dinámicas que se volverán en su contra. Deberán responder por ello.
  • Una simple ojeada sobre el “caso estrella”- el Palma Arena- nos muestra que, tras varios años de instrucción, ni el juez Castro y ni el fiscal Horrach han sido literalmente capaces de confirmar y probar la principal acusación sobre el enriquecimiento ilícito de Matas. Todo han sido procesos de intenciones, juicios apodícticos y utilización de medios de comunicación deshonestos para escenificar estos repugnantes linchamientos públicos llamados “juicios paralelos”· Ni una prueba, ni una sola prueba digna de este nombre, pero con algo peor desde el punto de vista jurídico-procesal: se han mezclado casos claramente inconexos entre si para justificar la “causa general” y sortear torticeramente el derecho al juez predeterminado por ley; se han ignorado contrapruebas concluyentes e inatacables que desbaratan de forma clamorosa las falsas acusaciones sin merecer siquiera someterlas al principio de contradicción; se han impuesto fianzas desmesuradas que han apuntado claramente a la muerte civil, a la muerte económica y a la muerte profesional de los imputados que veremos como se reparan y quién las repara; y, para colmo, quienes así se han comportado tienen- ellos, personalmente- unos antecedentes muy poco ejemplares que los deslegitiman- salvo que la Justicia practique dos varas de medir- para acusar de irregularidades que ellos han cometido sin que, por el momento, hayan provocado consecuencia alguna.
  • Y, después, está el Govern- el anterior y el actual- y los servicios juríicos de la Comunidad Autónoma- los anteriores, con el letrado jefe y los actuales con la letrada-jefe- que se han personado, instado y acusado con los resultados que, a estas altura de la película, muestran, de forma cada vez más clara: la inconsistencia de las acusaciones. Lo más incomprensible es el actual Govern que se ha subrogado en la acusación ejercida por la panda de Antich y compañía en lugar de proceder a una evaluación rigurosa caso por caso para, bien desistir de la acusación, bien para mantenerla.
  • Esto significa que el actual Govern piensa y asume que todas las instrucciones practicadas son merecedoras de la criminalización de los injustamente imputados. Ellos verán lo que hacen, ya que esta subrogación como acusación significa que, en el previsible caso de absoluciones, archivos o sobreseimientos, deberán responder personalmente, desde el presidente del Govern hasta la letrada-jefe de sus servicios jurídicos, por unas acusaciones que se revelen como falsas. Si no corrigen con urgencia esta injusta y miserable personación, ellos verán lo que hacen y la cuenta que les trae por lo que hacen. Hay que ser bobos para meterse en berenjenales montados por sus predecesores, asumiendo unos riesgos absurdos, pero evidentes, a la vista de cómo se están desarrollando los acontecimientos y a la vista que como se han instruido determinadas piezas y por determinados jueces y fiscales. Yo, personalmente, ya lo advierto aquí y ahora: a mi no me acusan falsamente, ni el señor Antich ni el señor Bauzá, ni el letrado Pedro Gonzalo Aguiló ni la letrada Perelló. (Antonio Alemany/LB)


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