domingo, 29 de abril de 2012

Entrevista a Sebastián Urbina












 



Entrevista a Sebastián Urbina.
(ElMundo/Baleares/277Abril/ Joan Font.



1.
¿Qué ha pretendido con este nuevo libro ‘Escribir nuestro tiempo’?

Durante mi vida académica, las publicaciones han ido dirigidas a un público especializado, minoritario. Ahora trato de llegar a más gente. Este libro recoge una selección de artículos y ensayos de los últimos diez años, en un lenguaje más cercano y comprensible, aunque trate sobre cuestiones de actualidad que, espero, sean de interés para cualquier ciudadano mínimamente interesado en el mundo en que vive.

2.
Veo que el libro está dividido en seis capítulos: ‘Izquierdas y derechas’; Conocimiento y libertad; Persona y sociedad; Nacionalismo; Educación; Cultura y sociedad global. Me centraré en el primer capítulo. ¿Qué entiende por izquierdas y derechas?

Las palabras, con el tiempo, se fosilizan. Iniciaron su andadura con cierto significado pero, con el tiempo, este significado cambia. Un ejemplo, la palabra ‘viejo’ tenía antes connotaciones positivas. Ahora, la misma palabra transmite connotaciones negativas. Sucede que la palabra, en este caso ‘izquierda-derecha’, es como una cáscara. Ya no traslada, en nuestro caso, la complejidad implícita en este binomio ‘izquierda-derecha’ sino una simplificación. Y se convierte en una simplificación-manipulación. Algo así como ‘buenos y malos’.

El marketing político hace que se utilicen frases fáciles de comprender, y un cierto público asimila que ‘derecha’ significa ‘especulación, explotación, insolidaridad, ricos’. Y que la palabra ‘izquierda’ significa ‘solidaridad, igualdad, generosidad’. Cuando estos significados se han asimilado, ya no hace falta dar explicaciones. Basta pronunciar la palabra mágica, y se produce la reacción esperada. Es decir, les vienen a la mente las imágenes, por ejemplo, de ‘especulación, insolidaridad, explotación, etc.’ O por el contrario, las de ‘generosidad, igualdad, solidaridad’. Es un modo de manipular a la gente.

3.
Usted es muy crítico con los nacionalismos. ¿Por qué?

Bien, los nacionalismos deben hoy  llamarse ‘separatismos antiespañoles’ (salvo para el que no quiere ver, ni oír). Han sido, y son, un cáncer para la democracia española y para España. Pero los principales responsables de sus efectos negativos no son ellos. Porque cualquier persona mínimamente enterada, sabe que lo que se puede esperar de los separatistas es chantaje, victimismo y desprecio a España. De muy variadas formas. No, los principales responsables de los negativos efectos que sufrimos, como falta de cohesión nacional, relativa ruptura de la unidad de mercado, deslealtad constitucional o la negativa a obedecer las sentencias judiciales que no les gustan, etcétera, se deben al Partido Popular y al Partido Socialista.

Por poner sólo un ejemplo. Si los dos grandes partidos (en número de votos, no en grandeza moral y política) hubieran tenido sentido de Estado y un mínimo de patriotismo, hubieran modificado la ley electoral. La ley electoral se aleja tanto del principio democrático, ‘un hombre un voto’, que en las elecciones generales de 2008 el PNV y UPyD obtuvieron el mismo número de votos (unos trescientos mil) pero el PNV obtuvo seis diputados y UPyD, solamente uno.

Esta injusta sobrerrepresentación de los separatistas ha servido para que pudieran chantajear (la expresión políticamente correcta es ‘hacer de bisagra’) a los diferentes gobiernos de la nación. Y esto es responsabilidad de los irresponsables partidos Popular y Socialista. No pretendo decir que sean iguales o que tengan la misma responsabilidad. Pero ambos son responsables, con la cuota que a cada uno corresponda.

Y esta desvergüenza ha ido acompañada de abrazos a quienes nos estaban chantajeando. Por no hablar de las conversaciones políticas con los asesinos de ETA, o la ‘ayuda’  para que sus hermanos políticos, como Bildu o Amaiur, pudieran entrar en las instituciones democráticas. Y cobrando de nuestros impuestos. Creo que no existe país en el mundo con tan altos niveles de cretinez política.

4.
Creo que a muchos ciudadanos les preocupa la educación de sus hijos, ¿cómo ve la situación actual? ¿Qué debemos hacer para mejorar?

En España nos preocupamos por cuestiones ya debatidas largamente y bien solucionadas en otros países. Hace muchos años que hablamos del tema pero no se toman soluciones. Podríamos hacer lo que han hecho en Finlandia, el número uno de Europa en calidad educativa.

Muy resumidamente, necesitamos que confluyan varias circunstancias. Que los padres colaboren con los profesores y no sobreprotejan a sus hijos, en un malentendido amor filial. Como decía Hannah Arendt, la educación no puede renunciar a la autoridad ni tampoco a la tradición, aunque esta educación esté incardinada en un mundo que ha dejado de sostenerse en la autoridad y la tradición. ¿Por qué?

Porque sin autoridad no hay jerarquías y sin jerarquías no hay transmisión de conocimientos. Porque ya nadie escucha a nadie porque nadie tiene autoridad para ser escuchado. En cambio, en la LOGSE, los estudiantes y los profesores son ‘colegas’.

Para terminar, sin tradición no hay conocimientos heredados que transmitir. Sin embargo, los seres humanos somos herederos de alguna tradición que hay que transmitir, y que debemos interpretar desde el mundo que nos ha tocado vivir.

Por el contrario, la educación actual no prioriza los contenidos sino las ‘destrezas, actitudes y experiencias’.  Y buen rollito.

5.
Bien, para terminar, ¿algún canto a la esperanza?

Decía Winston Churchill: ‘Un pesimista ve dificultades en cada oportunidad; un optimista ve una oportunidad en cada dificultad’.

 No es probable que una sociedad se enfrente a las dificultades con espíritu decidido si dominan valores como el relativismo y el hedonismo, como ocurre en  nuestra España invertebrada, que diría Ortega. En resumen, creo que necesitamos una recuperación de valores que deben empezar en la familia y en la escuela: cultura del esfuerzo, respeto, sentido de la responsabilidad y reconocimiento del mérito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sánchez Dragó es un loco de la colina que a veces tiene unas salidas de pata de banco verdaderamente pasmosas pero dijo algo en una ocasión que viene a la memoria una y otra vez como era el señalar, si es tal como lo decía, el que uno por ejemplo coge un periódico anglosajón y está lleno de noticias por todas partes, una universal al lado de una local, etc., y después hay dos o tres firmas de prestigio en el medio en cuestión. En cambio si coges un periódico español está lleno de cabo a rabo de opinión por todas partes donde además cualquier mindundi tiene cabida y noticias hay tres.

Basta encender cualquier televisión y están llenas de gente opinando, personas que saben de absolutamente todo y aunque no se entiende nada de lo que dicen no paran de pisarse unos a otros para acabar diciendo las mismas cosas siempre porque parecen sacados de una tertulia de 1979. Hacer nadie hace absolutamente nada pero todo el mundo sabe de todo y todo el mundo habla sin parar. Al no haber prácticamente ningún discurso político verdaderamente opuesto al pensamiento políticamente correcto dominante la realidad diaria queda anegada por el lodo politiquero y la cháchara. España, país de tertulias.

Sebastián Urbina dijo...

Así es, pero tertulias malas. Me conformaría con que fueran buenas.