miércoles, 18 de abril de 2012

ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES





 



ESPAÑA ZARANDEADA, POBRE Y DÉBIL.

En tiempos pasados -el primer tercio del siglo XX- España dispuso de la agarradera moral de una explicación a su propio desconcierto. “Nos pasa que no sabemos lo que nos pasa”, escribió José Ortega y Gasset, autor de “España invertebrada” y “La rebelión de las masas”. Pero no fue el único que alumbró con un potente foco los males de España: lo hicieron Gregorio Marañón y Miguel de Unamuno, entre otros muchos que, como en oleadas, integraron generaciones de intelectuales que alcanzaron a sus discípulos más relevantes, la mayoría exiliados por la inundación del franquismo, desde una María Zambrano a un Salvador de Madariaga, y en el interior, en la dictadura, a un Julián Marías que trató de explicarse y explicarnos la nación con su “España inteligible”. Sánchez Albornoz, para unos, y Américo Castro, para otros, compusieron una sinfonía de relectura histórica apasionante que han recogido hombres y mujeres que, más en la sombra de lo que merecen sus saberes y méritos, escriben esforzadamente textos que serán luego ilustradores del momento actual.
Ahora España está siendo zarandeada. ¿Cómo hemos pasado de constituir el milagro de la Europa de la Unión a la procaz imagen encaramada en la primera página de The New York Times (6 de abril pasado) que nos distingue por ser el país con más burdeles del Continente? ¿Cómo es que las fotografías turísticas han sido sustituidas en la prensa internacional por los embozados destructores en los graves incidentes callejeros de Barcelona el 29-M? ¿Por qué un Monti o un condecorado -nada menos que con el Toisón de Oro- Sarkozy utilizan España como chivo expiatorio o como coartada para sus intereses gestores o electorales cuando antes suscitábamos el elogio y la admiración? ¿Qué ha sucedido para que el número dos de la OCDE, el norteamericano Richard Boucher, declare públicamente que España sólo “vale para el flamenco y el vino”? Y lo más grave: ¿Cómo hemos llegado al punto de que la presidenta de la Republica argentina expropie, incurriendo en manifiesta ilegalidad internacional, una parte sustancial de la empresa energética más estratégica del sector como Repsol-YPF y lo haya hecho a pesar de las advertencias del Gobierno y, las menores, de la Unión Europea?
Demos tiempo al nuevo Gobierno, pero a condición de que entienda que su gestión no puede ser la ordinaria, ni la convencional, ni la meramente reformista, sino una gestión integral de cambio profundo y radical, algo así como un ‘auto rescate’ de España por España
El diagnóstico es relativamente sencillo: nos ocurre que, habiéndonos perdido el respeto como ciudadanos democráticos de un país con un sistema político que apuntaba a superar nuestros hándicaps históricos (“es español quien no puede ser otra cosa”, dijo Cánovas del Castillo), los demás también lo han hecho. Perderse el respeto a uno mismo es un reclamo para que lo hagan lo demás.
Y así ha sido. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades; nuestros dirigentes han omitido la preservación de los códigos de valores cívicos; se ha legislado contra el sentido común; se ha banalizado la excelencia, el esfuerzo y el rigor; la política española se ha convertido en el patio de Monipodio; los contrafuertes del sistema están fallando -ostensiblemente la Jefatura del Estado, que ha flaqueado en el peor momento en esté hondón en el que está instalada España--; nuestros Ejecutivos -en particular el anterior- nos han retirado de la escena internacional que nos correspondía (“España es el problema, Europa la solución” exclamó Ortega) llevándonos a aventuras improbables como esa de la Alianza de las Civilizaciones, deshabilitando la política exterior antes construida; hemos acentuado los vicios nacionales, regresando al despilfarro y a la corrupción que se han llevado por delante la mitad del sistema financiero, la viabilidad del modelo autonómico, la respetabilidad de la clase política, la democracia interna de los partidos y la independencia y futuro de buena parte de nuestro entramado informativo y de opinión.
Sea causa o efecto, toda esa situación nos conduce a la pobreza y la debilidad. El informe de ayer del Fondo Monetario Internacional resulta desolador y lo corrobora: España se sume en una recesión profunda en este 2012 (-1,8% del PIB) y no alcanzaremos el 3% del déficit hasta 2018. En términos técnicos ¿es la española una economía fallida? Quizás sea pronto para formular una repuesta rotunda y segura. Pero no lo es para advertir que el festival de improvisación normativa de los últimos años y la mala gestión de la crisis han descapitalizado a nuestras principales empresas: las del Ibex han perdido desde 2007 la mitad de su valor (en torno a cuatrocientos mil millones de euros).

Esta sangría ha dejado a nuestras empresas a la intemperie. Y al albur de mercados especulativos o de buscadores de saldos. El Estado ha colaborado activamente a esta desprotección peligrosísima: por una parte, se ha privado de algún arma de defensa a los sectores estratégicos (más allá de la llamada “función catorce”) y ha suprimido la limitación del ejercicio de los derechos políticos que protegía a los minoritarios y preservaba de especuladores los grandes proyectos industriales. Monti ha olfateado el peligro y ha reinstalado el blindaje de las empresas estratégicas italianas (defensa, energía y comunicaciones). El tecnócrata ha adaptado el régimen de intervención del Estado en las empresas públicas y privatizadas a las exigencias de la UE, logrando exactamente lo que España necesita.
El clarinazo que supone las fallas institucionales en el sistema; el zarandeo internacional de nuestra imagen y reputación; la descapitalización de nuestras empresas y su desprotección en un mercado global agresivo; la debilidad de nuestra política exterior y las peores expectativas posibles difundidas ayer por el FMI para nuestro país, deberían provocar una reacción inmediata cuando avanzamos hacia los seis millones de desempleados.

Demos tiempo al nuevo Gobierno, pero a condición de que entienda que su gestión no puede ser la ordinaria, ni la convencional, ni la meramente reformista, sino una gestión integral de cambio profundo y radical, algo así como un ‘auto rescate’ de España por España

Hay que desprenderse de la sugestión que provoca al suicida el vértigo del abismo. A veces -y tenemos algún antecedente en nuestra historia- nos hemos entregado colectivamente al vacío. Y para protegernos debemos estar unidos: ser solidarios en el esfuerzo de ganar un futuro que teníamos al alcance de la mano y que se nos ha ido de las manos. (J.A. Zarzalejos/El Confidencial).

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ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES.



¿Por qué ha sido posible que una gobernante corrupta y populista, como la Presidente de Argentina, nos haya 'robado' con todo descaro y violando las reglas del derecho internacional? Me refiero al caso Repsol.


Porque no asustamos a nadie. Porque no nos hacemos respetar.

¿Cómo ha sido posible?

Me remontaré a los últimos 34 ó 35 años. Los principales responsable de que España esté a los pies de los caballos, con perdida de prestigio y de respeto, no son los nacionalistas, son los partidos popular y socialista.


De los nacionalistas, o sea, de los separatistas antiespañoles, podemos esperar chantaje, mentiras, deslealtad y victimismo. No hay sorpresas salvo para los cretinos, los cobardes, o los propios nacionalistas.


La más grave responsabilidad (cada uno con su respectiva cuota) recae en los dos grandes partidos, supuestamente nacionales. ¿Qué han hecho? Han vaciado de competencias al Estado central y las han transferido a las Comunidades Autónomas. Entre ellas, a los 'territorios comanches', que las han utilizado para aumentar su distancia con España. Para hacerse las víctimas. Para desunir. Para boicotear el proyecto común.


Además, los dos grandes partidos, (grandes por el número de votantes) no han utilizado el artículo 155 de la Constitución para rescatar competencias que las Comunidades Autónomas no ejercían adecuadamente. Tampoco han utilizado la Alta Inspeccción del Estado, por ejemplo, para controlar las diversas enseñanzas en los reinos de Taifas. Han permitido (culpablemente) que se enseñara cualquier cosa en contra de España. Inventando 'historias' para mayor gloria de su terruño, y enseñando (especialmente en los 'territorios comanches') que España oprime y explota. 'Madrit ens roba' dicen los despreciables gilipollas catalanistas.


¿Qué han hecho los dos grandes partidos? Su irresponsabilidad y cobardía (cuando no connivencia) han impedido que reformaran la ley electoral, dando a los partidos nacionalistas (separatistas antiespañoles) el peso real que les dan los votos. Pero no. Han permitido que un voto de un español decente valiera tres veces menos que el de un nacionalista.


Un ejemplo (entre otros) lo tuvimos en las elecciones generales de hace ocho años, cuando el PNV y UPyD obtuvieron los mismos votos (casi, un poco más UPyD), pero el PNV obtuvo seis diputados y UPyD, solamente uno.


O sea, los dos grandes partidos han permitido que los separatistas antiespañoles siguieran chantajeando a España y a los españoles. Haciendo de bisagra. Palabra finísima que sustituye a otras más elocuentes y precisas.


Conclusión. Sin desconocer que hay, y ha habido, políticos decentes e inteligentes, hablando en términos generales (en conjunto) el Partido Popular y el Partido Socialista (con su respectiva cuota de responsabilidad) son los grandes responsables del estado de postración en que se encuentra España. Por supuesto, nunca intentaron reforzar los lazos de cohesión nacional. Himno, bandera y otros. Eso es de fachas. ¡Malditos gilipollas!


En más de veinte años viajando por Europa no he visto nunca nacionales de la mayoría de los países europeos que estuviera avergonzado de agitar su bandera nacional. Solamente los españoles (una parte, la parte más gilipollas) está avergonzado de su patria.


Ya lo dijo Zapatero, 'el concepto de nación es discutido y discutible'. El de nación española, por supuesto. Jamás el de nación catalana o vasca. Y los socialistas aplaudiendo con las orejas. ¿Cómo nos van a respetar los demás si nosotros no nos respetamos a nostros mismos?


¡Miserables! Tienen todo mi desprecio, como políticos. Como seres humanos, respeto su dignidad intrínseca, propia de cada ser humano por el hecho de serlo. Pero como políticos sólo tengo palabras de reproche. No de insulto. Porque llamarles 'estúpidos, irresponsables e incompetentes' no es ningún insulto. Es una descripción, más o menos precisa, de su comportamiento (global) a los largo de más de treinta años.


No puedo terminar sin añadir que una buena parte de españoles (?) se sitúan a una altura parecida. No tienen tanta responsabilidad como los políticos, pero la tienen. Cuando usted está avergonzado de decir 'España', por que un cretino progre podría llamarle 'facha', o tiene miedo de agitar la bandera española, está favoreciendo los intereses de los separatistas antiespañoles, y favoreciendo el debilitamiento de la nación española. Y así nos va.


A todos aquellos que sigan este camino, que les den. Lástima que sean mis compatriotas.

Sebastián Urbina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tiene toda la razón. Qué empiezen ya a poner expedientes a colegios adoctrinadores, ayuntamientos imbéciles que ponen la bandera catalana, a esos ni agua, ni subvenciones ni rien de rien, que se lo pidan a Cataluña. He visto hoy la bandera catalana en el ayuntamiento de Artá, creo que hay otros municipios.