martes, 16 de octubre de 2012

FALDILLA ESCOCESA






 (Rogamos encarecidamente a don Artur Mas, al sr. Carod Rovira y a otros ilustres representantes del Oasis, que lleven calzoncillos. Por ejemplo, los de Sabadell. Por favor, Artur ¡Aparta de mí este cáliz!

Nada perjudicaría más a la noble causa de la independencia de la Cataluña oprimida que mostrar al mundo los perendengues catalanistas. ¡Caballeros! ¡Piensen en sus familias!
Ustedes no tienen pelotas, sólo tienen nísperos arrugados. cat. En fin.)








NUEVO MANTRA: 'CATALUÑA ES ESCOCIA'

ERC, dispuesta a ir "en faldilla de cuadros y con gaitas escocesas" al Congreso

El referéndum en Escocia desata la euforia de los independentistas catalanes y vascos. Su nuevo mantra: "Londres permite el voto; Madrid, el veto". (ld).

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(ERC y CIU se equivocan gravemente, una vez más. Lo normal, en fanáticos cretinizados.)

CATALUÑA Y ESCOCIA, CASOS MUY DISTINTOS.

TAN solo 24 horas después de que el Congreso decidiera por amplia mayoría refrendar que la soberanía reside en el pueblo español y que no es posible la celebración de una consulta en Cataluña sobre su autodeterminación, la Generalitat hacía pública ayer una encuesta en la que el 74% de los catalanes se manifiestan a favor de realizarla.
No es lo mismo un sondeo que una votación en el órgano de la soberanía nacional como tampoco es comparable la situación de Cataluña con la de Escocia, donde, según acordaron anteayer Alex Salmond y David Cameron, se celebrará una consulta antes de acabar 2014 para preguntar a los escoceses mayores de 16 años si quieren seguir dentro del Reino Unido.


Ayer surgieron las primeras voces señalando que Cataluña no puede ser menos que Escocia, que tiene una menor población. Pero hay importantes e insalvables diferencias entre uno y otro caso. 

El primer argumento que evidencia que Escocia no es comparable con Cataluña es puramente histórico. Durante cuatro siglos, Inglaterra y Escocia fueron reinos independientes con distintas dinastías. Decidieron de común acuerdo crear el Reino Unido en 1707 a partir de la llamada Union Act para resolver un problema dinástico. Por eso, los escoceses emplean ahora el término «devolution of powers», es decir, devolución de unos poderes a los que ellos habían renunciado en la Union Act, que era un tratado entre iguales. A nadie se le escapa que Cataluña nunca ha tenido como Escocia un Estado propio, aunque formara parte de la Corona de Aragón.

El segundo argumento es igualmente obvio: el Reino Unido carece de Constitución, mientras que los artículos 1 y 2 de la española establecen que «la soberanía nacional reside en el pueblo español» y que la nación es «indisoluble» e «indivisible». Esos artículos hacen claramente imposible la consulta independentista de Artur Mas. En relación a ello, hay que señalar que la Constitución de 1978 fue votada por más del 90% de los ciudadanos catalanes, siendo uno de los territorios donde obtuvo más respaldo popular. Por tanto, mientras esté vigente, la Carta Magna obliga a los partidos y las instituciones de Cataluña.

En este contexto, el Gobierno no tiene que «españolizar» a los alumnos catalanes, como afirmó el ministro de Educación en respuesta a la consejera Rigau, ya que Cataluña forma parte de España, aunque a Wert no le falta razón al querer erradicar ese odio que se transmite a lo español en las aulas catalanas y transformarlo en un legítimo sentimiento de orgullo.


Los nacionalistas insultaron al ministro, tachándole de «franquista» y «preconstitucional». Suena ridículo que invoquen una Constitución que no acatan, pero además para ellos la idea de «españolizar» tiene siempre connotaciones negativas. En cambio, consideran un valor muy positivo «catalanizar» la educación, la cultura o el deporte.  

No entienden que es posible sentirse catalán y español como tampoco comprenden que haya padres que quieran educar a sus hijos en castellano como lengua vehicular. Ese doble rasero es la prueba de su intolerancia y de su desprecio a las reglas básicas de una convivencia democrática. (editorial El Mundo).


 

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