domingo, 18 de noviembre de 2012

AROMAS DEL OASIS

 

 (Aromas del Oasis. Solamente apestan para la gente decente. Los afectados por el virus catalanista no perciben nada desagradable. Al contrario. Es la enfermedad identitaria.)

 

 

 

La corrupción no tiene castigo electoral en Cataluña


 
El escándalo de corrupción al por mayor destapado esta semana por el periódico El Mundo, con Jordi Pujol y Artur Mas como principales beneficiarios de una vasta trama de comisiones ilegales, habría provocado una escalada de dimisiones en cualquier otro partido que no fuera el nacionalista CDC, además de un enorme terremoto electoral ante la proximidad de las elecciones autonómicas.

El informe de la unidad especial de la policía para este tipo de delincuencia resulta devastador para los dos implicados y, en el caso de Pujol, también para su esposa e hijos, así mismo involucrados en las actividades presuntamente delictivas del patriarca del nacionalismo catalán. Hasta el momento, la unidad especial de la policía ha detectado no menos de 137 millones de euros depositados en cuentas suizas a nombre de los Pujol, cuyo origen no puede explicarse si no es a través de la captación masiva de capitales de origen delictivo. Días antes, Libertad Digital ya había abierto esa prometedora línea de investigación con un reportaje en el que se daba a conocer el entramado de sociedades radicadas en Centroamérica que, según la policía, habría servido al clan de los Pujol para blanquear las enormes sumas depositadas en cuentas opacas de Suiza y Liechtenstein.

La respuesta de los dos afectados ha sido anunciar públicamente la presentación de sendas querellas contra uno de los medios de comunicación que ha sacado a la luz esta trama, si bien hasta este momento, tres días después de la publicación de las primeras informaciones, todavía no se han sustanciado en sede judicial. Con esta somera mención a una futura iniciativa jurídica que todavía está por concretarse, Mas y Pujol han saldado el expediente del que probablemente se va a convertir en el caso de corrupción más grave de toda nuestra democracia.

Las evidencias de una gigantesca trama de corrupción como la destapada en Convergencia Democrática de Cataluña se habría llevado por delante a los responsables si hubiera ocurrido en cualquier otra parte de España, no digamos ya en otro país con mayor trayectoria democrática. Sin embargo en Cataluña, región que su clase política suele presentar como el epítome de los valores cívicos y democráticos en contraposición a la atrasada España, el saqueo masivo de las arcas públicas no parece que vaya a recibir el menor escarmiento electoral.

Los votantes catalanes de CiU, la mayoría del censo, han permitido el régimen de impunidad con que el nacionalismo ha venido operando desde hace más de tres décadas, convirtiendo a sus dirigentes más contaminados en figuras intocables. Con unos medios de comunicación apesebrados a golpe de subvención, los resortes de la sociedad civil para castigar la corrupción de sus políticos han sido estrangulados a mayor gloria de su casta dirigente, con seguridad la más putrefacta de cualquier país con gran diferencia.

A los ciudadanos catalanes con sentido de la decencia democrática sólo les queda confiar en que la acción de la Justicia sancione debidamente a los culpables llegado su momento. El merecido castigo político que un partido como CiU debería recibir en las urnas, desde luego no es algo que resulte previsible en un lugar tan acostumbrado a la corrupción de su clase dirigente como Cataluña. (edit.ld)

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