martes, 1 de abril de 2014

GARCIA-ABADILLO NO SE ENTERA.




 (Es descorazonador que el director, García Abadillo, de uno de los periódicos más importantes de España, no haya aprendido nada de los separatistas en más de 35 años.

Yo no dudo de la buena fe de García Abadillo pero me parece un peligro para la supervivencia de la democracia española y de España. ¿Por qué? 

Porque todos aquellos que interpretan que 'la concordia' se alcanza cediendo más a los separatistas, son cómplices de sus siniestros objetivos y de los perjuicios a España y a los españoles. ¿O estas cesiones salen gratis total?


¿No siente vergüenza al pedir más cesiones cuando los españoles llevamos cediendo más de 35 años? Digo 'cesiones', por ser suave.


Si en tanto tiempo no ha aprendido que los separatistas han utilizado- y siguen utilizando- el chantaje, el victimismo y la deslealtad constitucional, hay que buscar a otro director.
¿O sí lo ha aprendido? Sería, todavía, peor.)






Desafío separatista

La cesión como solución al separatismo


Asegura Casimiro García Abadillo este domingo en El Mundo:

Hay un problema político en Cataluña que no se resuelve sólo aplicando la ley, aunque hay que aplicarla en cualquier circunstancia. La cuestión es que hay un porcentaje alto de la población (¿30%, 40%?) que quiere la independencia para Cataluña. Y, además, que ese porcentaje va en alza y afecta a la población más joven.

El nuevo director de El Mundo se pregunta
cómo hacer para que esa parte de Cataluña quede reducida a un 10% o a un 15% que, pase lo que pase, seguirá reclamando la secesión.

Uno podría esperar que la respuesta a esta pregunta fuese, en primer lugar, la de dar completa certeza a los nacionalistas de que no van a estar por encima de una ley que persigue los delitos de desobediencia, prevaricación, usurpación de atribuciones y malversación de caudales públicos necesarios perpetrar para celebrar un referéndum ilegal y dotarse de estructuras de Estado

También sería de esperar que el director de El Mundo recordase los mecanismos de intervención que contempla la vulnerada Ley de Estabilidad Presupuestaria o los que contempla el artículo 155 de la Constitución, artículo precisamente redactado para atajar desafíos a la legalidad constitucional como el que nos ocupa.

Así mismo, y dado que el problema no radica únicamente en que en Cataluña no se cumple ni se hace cumplir la Constitución, el Código Penal, ni la Ley de Estabilidad Presupuestaria, también uno podría esperar que el nuevo director de El Mundo propusiera que el Estado central recorriera el camino inverso al que durante estos años ha ido paralelo, cesión tras cesión, al avance del separatismo desde una exigua minoría a unos porcentajes que, ciertamente, ya rondan casi la mitad de la población catalana.

Pero no. Lo que propone el nuevo director no es combatir judicial, política, económica e intelectualmente los delirios identitarios y liberticidas del nacionalismo. Lo que propone como solución es algo tan viejo como lo que ha contribuido a generar el problema: una nueva cesión a los nacionalistas mediante una reforma constitucional que, teniendo como horizonte un privilegiado tratamiento fiscal para Cataluña como el que tienen el País Vasco y Navarra, y abierta a "la cesión total de competencias en Educación y Cultura", otorgue al Principado un "mejor encaje dentro de España".

Lo que propone García Abadillo, en definitiva, no es sino conceder a los chantajistas aquello que Mas exigió a Rajoy hace dos años so pena de celebrar una consulta soberanista. Parecería que García Abadillo no es consciente de que es precisamente el elevadísimo porcentaje de los impuestos que las administraciones regionales en han ido acaparando de forma paulatina lo que les ha llevado a algunas de ellas a dotarse de estructuras de Estado, de monumentales redes clientelares y a aspirar a la independencia. Pareciera que no es consciente de que ha sido precisamente la ya casi total cesión de competencias en Educación y en Cultura lo que ha permitido a los nacionalistas inocular el sentimiento separatista, especialmente entre los jóvenes.

En lugar de corregir los errores de quienes han tratado de forma absolutamente contraproducente de contentar a los que no se van a contentar, García Abadillo insiste en perseverar en el error de la cesión. A eso se reduce su llamamiento a la "concordia". No nos extrañemos de que, con estas élites al frente, tanto de nuestro gobierno como de nuestros medios de comunicación, los nacionalistas pinchen, noten blando y sigan profundizando.

 (Guillermo Dupuy/ld)

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