lunes, 7 de abril de 2014

LA IZQUIERDA DE SIEMPRE.













 (Por desgracia, ya 'no llama poderosamente la atención' que la izquierda indignada española calle ante la salvaje represión del gobernante venezolano Maduro.


Hace tiempo que debiera conocerse su miseria moral. ¿Acaso ya han olvidado que, para el rojerío hispano, Fidel Castro era un 'dictador bueno'- en realidad ni siquiera un dictador- y Pinochet un dictador malo, un repugnante facha?


Si es de izquierdas puede cometer las mayores atrocidades, que no pasa nada. Y el que acuse y denuncie es fascista.

Esto es lo que puede esperar de la izquierda.

Y que conste que no voto a Mariano.)


Venezuela y la miseria moral de la izquierda 'indignada'


Sigue asesinando el socialismo realmente existente en Venezuela, por medio de uniformados o de patibularios y oficiosos malandros, a jóvenes indignados por los atropellos cotidianos a la libertad, la seguridad y el bienestar de los venezolanos que perpetran Maduro y sus sicarios, que están rematando un país al que ya había dejado boqueando el padre del engendro, el finado Hugo Chávez Frías.

Son ya 39 los muertos desde el pasado 12 de febrero, según las cifras de la propia tiranía bolivariana, que refiere asimismo la detención de 2.285 personas y el encarcelamiento de 192, entre las que se cuenta el líder opositor Leopoldo López. Los propios datos oficiales hablan también de 102 investigaciones en curso por violaciones de los derechos humanos.

Llama poderosamente la atención el silencio ominoso de buena parte de la izquierda indignada española ante la salvaje represión que están padeciendo los protestatarios venezolanos, a pesar de que a estos les asisten muchas más razones para tomar las calles como lo están haciendo para clamar contra sus gobernantes. "A pesar", no: probablemente sea por eso. Son más, y mucho más valientes y coherentes que los sedicentes luchadores por la libertad que padecemos aquí. Los retratan. Por eso callan. Ese silencio los desenmascara y cubre de infamia.


Pero también los hay que no tienen vergüenza en alinearse directamente con el régimen liberticida y aventar su propaganda basura, que invierte los términos de la realidad y pinta como fascistas a los que están dando sus vidas por la libertad y por desterrar de su patria el fascismo rojo encarnado por el grotesco Nicolás Maduro. Ojo con esta izquierda, nadie se engañe con ella: ella misma se está proclamando bolivariana, si pudiera impondría en España la misma tiranía que padecen en Venezuela.

Las instituciones y la sociedad españolas deben ser explícitas y rotundas en su apoyo a los demócratas venezolanos, así como en su repulsa a sus represores, indignos de ostentar responsabilidad alguna. De igual manera deben comportarse con quienes jalean desde aquí a los criminales, y que quieren para España los mismos males que están devastando aquellas tierras.

 (edit.ld)

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 Luego está la izquierda que no es, oficialmente, extremosa.
 


LA PALABRA TABÚ DEL PSOE.

LAS palabras son dos, en realidad. El concepto, uno: extrema izquierda. Al PSOE le cuesta un mundo condenarla, y nunca lo hace con claridad, como lo hemos visto tras las últimas manifestaciones violentas. Porque tiene un problema de base. Que no reconoce la existencia de la extrema izquierda mientras dedica una buena parte de su tiempo a denunciar los males de la extrema derecha.

 Y se trata de un problema del socialismo europeo, no sólo del español, como se ha vuelto a poner en evidencia en las municipales francesas. Y buena parte de la culpa es de la derecha, de una llamativa torpeza en este campo.

En Francia hemos asistido nuevamente a esa anomalía democrática en la que todos, incluida la acomplejada derecha europea, han entrado al juego progresista de condenar el avance de la extrema derecha del Front National, mientras que nadie ha abierto la boca para escandalizarse por los resultados de la extrema izquierda del Front de Gauche. Aún más patético, el socialismo francés ha llamado, también de nuevo, a la formación de un Frente Republicano, es decir, un pacto con la derecha para no apoyar al Frente Nacional allí donde podía optar a una alcaldía. Y la derecha no ha entrado a este pacto, pero ha sido incapaz, de nuevo, de exigir un Frente Republicano paralelo para evitar cualquier apoyo a la extrema izquierda del Frente de la Izquierda. Un Frente, este último, que ya apoyó a Hollande en la segunda vuelta de las presidenciales de 2012.

La anomalía democrática empieza por los analistas del progresismo, el diario Le Monde, por ejemplo, que otorgaba ayer 11 alcaldías a la «extrema derecha», 8 al FN y 3 a otros partidos, y ninguna a la «extrema izquierda», ya que colocaba todas las alcaldías del Front de Gauche, nada más y nada menos que 56, en el genérico «Izquierda». El Front de Gauche, que obtuvo nada menos que el 11% en las presidenciales, llama, entre otras cosas, a «la insurrección ciudadana para arrebatar el poder a los banqueros y dárselo al pueblo». Y, en un baremo de mensajes extremistas y antisistema, ganaría probablemente al Frente Nacional. A pesar de todo lo cual el socialismo francés no tiene problema alguno en recibir sus votos y en pactar con ellos cuando le parece oportuno.

Lo mismo que ocurre en España, con la diferencia de que aquí ni siquiera tenemos un partido relevante de extrema derecha, mientras que sí tenemos a una Izquierda Unida y varios partidos nacionalistas radicales cuyos votantes se sitúan en claras posiciones de extrema izquierda en la escala ideológica. Y que apoyan o justifican, como lo hizo Cayo Lara la semana pasada, la violencia de los radicales. Y, sin embargo, el progresismo aún se escandaliza cuando se utiliza el concepto de extrema izquierda para todo lo anterior. O para cualquier cosa, de ahí que sea incapaz de condenarla. Y tiene un problema bastante parecido con las dictaduras comunistas, que tampoco encuentra manera de denunciarlas. 

Una anomalía de la izquierda permitida por la torpeza de la derecha, en España y en el resto de Europa.
 (La opinión de Edurne Uriarte)

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