viernes, 25 de abril de 2014

LA JUSTICIA EN ESPAÑA



(Por si no bastara el escándalo de la corrupción y el despilfarro, el independentismo catalanista que sigue siendo financiado por el Presidente del Gobierno, el 25% de paro, el dramático fracaso educativo, ahora se suma el escándalo judicial. El asesino De Juana Chaos cumplió diez meses de cárcel por cada asesinato. Y cometió 25. El impresentable delincuente que entró violentamente en la casa de Bárcena, sin que hubiera muertos ni heridos, castigado con 22 años de cárcel. Si esta es la ley, los responsables son los políticos. Una vez más. Y suponemos que los jueces han aplicado correctamente la ley.)










ESCÁNDALO ANTE LA DIFERENCIA DE PENAS EN LAS SENTENCIAS JUDICIALES

El Diariocrítico ha tenido el acierto de titular así: 18 años por matar a 25 personas, 2 por defraudar 100 millones, 14 por asesinar a su mujer… asaltar la casa de Bárcenas, 22 años. El debate ha saltado inmediatamente a las redes sociales y a las tertulias de radio y televisión.

Será difícil que el ciudadano medio acepte contemplar en la calle a un asesino de Eta tras cumplir una condena reducida, a pesar de llevar sobre los hombros la carga de decenas de abyectos asesinatos. ¿Por qué asaltar la casa de Bárcenas, con numerosos agravantes pero sin muertos ni heridos, le cuesta a Enrique Olivares 22 años de prisión y al etarra De Juana Chaos cuatro años menos como responsable del asesinato de 25 personas.

Diariocrítico subraya el desequilibrio del Código Penal. Y tiene razón. 

Seguro que los jueces han actuado aplicando la ley. Pero habrá que convenir el dislate de las dos sentencias a las que me refiero. Se comprende el escándalo producido en la opinión pública y el debate que se ha abierto en la ciudadanía, tan escéptica sobre la aplicación de las leyes. El buen sentido de algunos de nuestros políticos debería actuar para que en el Congreso de los Diputados se propongan las reformas necesarias que modifiquen las incongruencias y los despropósitos, causantes de tanto escándalo y estupefacción.

 (Luis María Ansón/El Imparcial)

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