martes, 14 de abril de 2015

EL ABUSO IMPOSITIVO

 (Es una vergüenza que los políticos nos machaquen a impuestos.

 ¿No habrá políticos decentes?)






LAS COSAS DE COMER.

Ahora que, por un breve plazo de tiempo, los ciudadanos tenemos la sartén democrática por el mango, merced a nuestra condición de electores, es momento de estudiar propuestas, comparar y votar en consecuencia. He recordado hasta la saciedad en esta columna que la política es mucho más que mera gestión, por la sencilla razón de que España no es una empresa, sino una vieja Nación levantada sobre principios cuyo mantenimiento es condición sine qua non para la conservación del edificio. Dicho lo cual, si se trata de hablar de las cosas de comer, hablemos de las de verdad. Hablemos de los impuestos que sostienen el tinglado sometido a examen, convertido en un reino de taifas donde el ciudadano paga más o menos no ya en función de su renta, sino del lugar en el que habita. 

Hablemos de la desigualdad creciente entre españoles generada por esta arbitrariedad que ni siquiera depende del color político del dirigente de turno, toda vez que los barones de un mismo partido aplican criterios completamente distintos dependiendo del territorio que gobiernan. Denunciemos que ya está bien de pagar siempre los mismos por lo mismo, una y otra vez, en aras de una solidaridad devenida con excesiva frecuencia en asistencialismo destinado a comprar votos. Porque la solidaridad termina donde empieza el abuso, cuando no la confiscación equivalente a un expolio.

Según un reciente informe del Colegio de Economistas de España, la brecha que separa a los habitantes de las distintas comunidades autónomas no ha dejado de ensancharse en los últimos años. De manera que para unos ingresos anuales de 45.000 euros (la sufrida clase media, víctima por excelencia de la voracidad recaudatoria manifestada por el Fisco), un extremeño pagará 10.375 euros de IRPF; un gallego, 10.337,61; un catalán, murciano, balear, castellano o canario, 10.337, 57; y un madrileño, 10.090. A mayor riqueza, mayor desigualdad. Claro que la palma se la lleva un gravamen de por sí abusivo, injusto, desincentivador del ahorro y constitutivo de una invitación irresistible al fraude, llamado Impuesto de Sucesiones. En 2013 recaudó la friolera de 3.000 millones de euros, arrancados de los contribuyentes en un acto constitutivo de una exacción inicua fruto de una doble o triple imposición.

La carga que pesa sobre las herencias es competencia exclusiva de las comunidades autónomas, lo que significa que este es el momento de exigir a quienes nos piden apoyo un posicionamiento claro ante esta cuestión. Una cuestión de huevo, pero sobre todo de fuero, que nos afecta a todos y cada uno de nosotros e impide que nuestros hijos disfruten del fruto de nuestro trabajo y esfuerzo en aquellas autonomías donde esta práctica injustificable sigue vigente: Andalucía, Murcia, Aragón, Asturias, Comunidad Valenciana y Cataluña, con porcentajes de bonificación variables en función de la renta, frente a Madrid, Cantabria y La Rioja, donde la exención es del 99 por ciento en el caso de parientes en primer grado.


El contenido de una herencia, sea cual sea su naturaleza, procede de unos ingresos que ya tributaron en su día al ser percibidos. 

Imponerles un nuevo gravamen constituye por tanto un flagrante atropello, tanto más injustificable cuanto que castiga a quienes en lugar de optar por el muy hispano «carpe diem», confiando para la vejez en el colchón del Estado, van haciendo una reserva a costa del correspondiente sacrificio, pensando en disponer de ella o legársela a sus seres más queridos.

 No hay «cosa de comer» más importante que esa. Bueno será que tomen nota quienes aspiran a conquistar nuestro respaldo.

(Isabel San Sebastián/ABC)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué es un poliitico? Habrá de muchos tipos pero en general es uno que se apunta a un partido político.
Aquí es una salida para muchos. Too much.

Anónimo dijo...

De la manta que hay ahora ninguno tiene ni idea de Política, hacen politiquilla de pícaro pasmarote desangrando a la población, al territorio y a lo que ellos no han contribuido a crear. El trabajo de siglos se lo cargan las pulgas estas. Además son miles, ellos y loa parásitos que alimentan para generar reglamentaciones contradictorias y sobrantes para que unos no se metan en lo de los otros. Solo que no hay nada suyo, que no lo olviden.