lunes, 25 de mayo de 2015

BARCELONA, ADA COLAU


 (Todo pueblo tienen el gobierno que se merece ... si puede elegirlo.')




SALVADOR SOSTRES

"El desprestigio internacional de Barcelona será absoluto, salvo en las repúblicas bananeras"

Redacción, 25 de mayo de 2015. (Periodista Digital)


Y concluye que:
El desprestigio internacional de la ciudad será absoluto, salvo en las repúblicas bananeras, que supongo que a partir de ahora serán nuestras hermanas.


Los pactos serán difíciles, y los equilibrios todavía más. Pero Barcelona ha sido derrotada en lo más hondo de su alma y de su dignidad.



NACIONALISMO, EL PEOR POPULISMO.

Qué ha pasado para que Barcelona sea hoy un recinto dominado por esa visión estrecha, provinciana y profundamente inculta que es el nacionalismo? Mario Vargas Llosa dejó en el aire la pregunta que muchos barceloneses se plantean desde que Pujol devino Gran Timonel de Cataluña y su delfín, Artur Mas, convirtió la ciudad que fue cosmopolita en manifestódromo de «estelades». Flanqueado por Cayetana Álvarez de Toledo y Arcadi Espada, el Nobel de Literatura había congregado a doscientas personas en la cena-coloquio de Libres e Iguales en el Círculo Ecuestre: «No recuerdo esta sala tan llena desde hace mucho tiempo... cuando la visita del Papa Benedicto XVI», comentaba Borja García-Nieto, presidente de la entidad.


En esta ciudad que debe elegir entre el independentismo balbuciente del convergente Trías y el peronismo «descamisado» de Ada Colau, Cayetana Álvarez de Toledo situó la «Zona Cero del populismo», que era el tema del encuentro. «El nacionalismo es la forma más perniciosa del populismo», señaló Vargas Llosa. En la memoria de los asistentes, la imagen del día: Trías y Mas con la monja Lucía Caram, como si fueran los Tres Sudamericanos.Nada mejor para confirmar la advertencia del autor de «La fiesta del Chivo». 


Populismo televisivo «low cost» -en acertada definición de Álvarez de Toledo- agitado cual cóctel con ese nacionalismo que Vargas Llosa califica de cuestión de fe: «Esa religión que no quiere decir su nombre...». Como en las viejas guerras de religiones, añadió, el nacionalismo entraña una violencia potencial: «Ya sé que existen nacionalistas benignos, pacíficos que quieren llegar al poder a través de las elecciones, pero a la larga producen violencia».


Tras evocar la Barcelona, capital cultural del «boom» latinoamericano en los años setenta, la ciudad donde vio nacer a su hija Morgana y a través de la cual se modernizaba España, el Vargas Llosa concluyó que el error de la Transición fue creer que el nacionalismo -”ese llamado de la tribu”- era modernizador y regenerador: «El nacionalismo -sea vasco, catalán, o gallego, no prosperará porque sólo traería retroceso y empobrecimiento...». En el coloquio, alguien mentó lo del nacionalismo español, y Arcadi Espada respondió: «El nacionalismo español es la Constitución del 78». La ovación fue cerrada.
 (ABC)

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