martes, 24 de noviembre de 2015

PAÍS DE COBARDES Y PROGRETAS.




 (ESPAÑA, UN PAÍS DE COBARDES Y PROGRETAS.)





 PAÍS DE COBARDES Y PROGRETAS.


(País de cobardes y progretas. Somos la vergüenza de los países democráticos. Sin que los terroristas nos respeten, como creen los idiotas de progreso. Todo lo contrario. Se dan perfecta cuenta de lo cobardes que somos. Nos desprecian. Y hacen bien. Nos lo merecemos.

 ¡ Uy, que miedo! ¡Mamá!)


TENEMOS MUCHO MIEDO.

Los atentados de París han sido un test para los partidos políticos españoles. Pocos lo han pasado. Puestos por las circunstancias en el dilema de hacer frente al terrorismo yihadista o hacer campaña electoral, la mayoría optó por lo segundo. La situación requería manifestarse acerca de la estrategia para combatir al ISIS tanto sobre el terreno, esto es, en Irak y en Siria, como en Europa, ante la radicalización islamista que está nutriendo desde hace tiempo las filas de la yihad. Sobre todo, requería como mínimo una toma de posición clara: ¿estamos por cooperar con Francia en aquello que sea necesario para combatir el terrorismo islamista que la ha golpeado o no?

Pues va a ser que no. El primero que dijo que no fue el Gobierno de España. Para empeorar las cosas, antes dijo que sí. Conviene recordar la secuencia de esta retirada preventiva. El jueves, según informaciones periodísticas, el Gobierno estudiaba reforzar los contingentes militares que España tiene en Mali y en la República Centroafricana. El ministro de Exteriores prácticamente confirmó la información durante una entrevista esa misma noche en un canal de televisión. El propósito de aumentar las tropas españolas en la región africana era contribuir más a la lucha contra grupos yihadistas en el Sahel, y relevar así parcialmente al ejército francés desplegado en la zona para que pudiera concentrarse en el ISIS.

Era una señal de cooperación con Francia después de la masacre parisina, y una señal de que España no se iba a quedar atrás en los esfuerzos internacionales por acabar o reducir, al menos, la amenaza yihadista. Las dos señales se apagaron horas después, y de la peor manera posible. El viernes, terroristas de una filial de Al Qaeda asaltaron un hotel en Bamako, la capital maliense, tomaron rehenes y asesinaron a una veintena de ellos. En cuanto se difundió la noticia, el Gobierno de España se dio una prisa loca por desmentir que fuera a proponer el despliegue de más tropas en Mali y en la zona. "Francia no nos ha pedido nada", fue la muletilla vergonzante. Como si hiciera falta, tras lo sucedido, que Francia nos pidiera algo: en casos así, uno se ofrece.


Para contar toda la historia, hay que decir que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, no estaba por la labor de aumentar el despliegue en Mali. Eso ya antes del asalto al hotel. Después, para qué preguntar. Naturalmente, el Gobierno se ha cubierto con otra hoja de parra: no quiere, dice, dividir la unidad de partidos que pretende lograr para hacer frente al terrorismo yihadista. La excusa no es sólo endeble: es risible. 

En especial, si esa unidad de partidos empieza y acaba en el llamado pacto antiyihadista, suscrito por PP y PSOE después del atentado contra Charlie Hebdo. Ese pacto es básicamente una cáscara vacía. Nada con sifón.

Reforzar las tropas en Mali, donde ahora hay 117 soldados, o en la República Centroafricana, donde hay 22, no parece una acción desmedida ni lo es. No se trata de hacer ninguna machada. Se trata de cooperar con un aliado y de hacerlo, además, porque también redunda en nuestro propio interés. 

Si el Gobierno decidió no hacerlo después del asalto en Bamako fue por puro interés electoral. Por nada del mundo quiere arriesgarse a que en plena campaña del 20-D unos soldados españoles en África sean atacados por terroristas yihadistas y el electorado, siempre tan firme contra el terror, se pregunte por qué demonios estamos poniendo en peligro la vida de españoles sólo, sólo porque Francia sufrió una masacre. ¡Que se las arreglen los franceses! ¡Vamos nosotros a meternos en líos! ¡No repitamos la foto de las Azores! Sí, hay gente en España que cree que el terrorismo islámico nació el día en que Bush, Blair y Aznar decidieron invadir Irak.

Tal vez el más claro exponente de esta priorización de la campaña electoral sobre la campaña contra el terrorismo fue, involuntariamente, Pablo Iglesias Turrión. No ya por su peculiar noción de un ejército que no debe hacer nunca nada que ponga en riesgo la vida de un militar. No por eso, sino por esto: sostuvo que las decisiones de Hollande después de los atentados de París están movidas por su "pánico al Frente Nacional", por el temor a que ese partido pueda ganar las elecciones. 

El grado de mezquindad y cortoplacismo que Iglesias Turrión le atribuye a Hollande es lo que en términos freudianos llamaríamos una proyección. Se estaba retratando a sí mismo. Lo único que le preocupa a Iglesias Turrión son los resultados electorales. Lo malo es que en esa actitud no está solo, sino muy acompañado. Para empezar, por el partido del Gobierno.


 (Cristina Losada/ld.)









Mediocridad y vulgaridad


 

Los atentados terroristas cometidos en París hace diez días han servido para confirmar algo que ya se sabía: en España tenemos una clase política mediocre y vulgar. Sé que cualquier afirmación genérica puede ser algo injusta, pero en este caso, salvo muy contadas excepciones, las reacciones, los posicionamientos, de unos y de otros, tras la masacre se han hecho acreedores a ambos adjetivos.
Empezando por quien debería liderar la reacción política y social del gobierno y de la sociedad española ante hechos tan graves y dramáticos. Los esfuerzos realizados por Rajoy en estos días para no mojarse cuando le han preguntado sobre el grado de participación e implicación de España en una respuesta miliar contra el Estado Islámico han sido de aurora boreal

Y todo por una falta de convicciones e ideas sobre el papel que debe de desempeñar nuestra nación en un momento tan delicado, a lo que habría que añadir el pavor que tiene el candidato del PP a que, a escasas cuatro semanas de las elecciones generales, se pudieran repetir hechos similares a los que tuvieron lugar hace once años, tras el atentado del 11-M en Madrid, que fueron la tumba del PP y del propio Rajoy, cuya imagen en la calle Génova el día de reflexión pidiendo que se pusiera fin al cerco de las sedes de su partido fue algo patético.

La actual debilidad de España en el contexto internacional es evidente, y tiene como principal responsable al anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. El primer gesto de este, a las veinticuatro horas de llegar a La Moncloa, en abril de 2004, fue toda una declaración de intenciones de lo que iba a ser su despolítica internacional: la retirada de las tropas españolas de Irak, seguida a los pocos días del llamamiento que hizo desde Túnez a los países aliados para que hicieran lo mismo. Pero Rajoy, tras cuatro años al frente del Ejecutivo, no es que haya modificado ni mucho ni poco nuestra posición en ese contexto. Simplemente se ha limitado a su máxima en política: no hacer nada, confiando en que el paso del tiempo vaya resolviendo los problemas, en este caso, de la falta de prestigio y de influencia de España en el exterior.


Cosas similares o peores se pueden decir del líder del PSOE, Pedro Sánchez; aunque el que supera, una vez más, todos los registros de estupideces verbalizadas ha sido el líder de Podemos, Pablo Iglesias. En estos días quizá Sánchez se haya arrepentido de aquella maldita ocurrencia que tuvo al poco de ser elegido secretario general del PSOE, cuando propuso la supresión del Ministerio de Defensa. En cuanto a Iglesias, ¿qué decir de alguien que permite que haya voces en su partido que culpen a François Hollande, por la participación de Francia en la ofensiva militar en Siria, de los atentados terroristas yihadistas en París? 

Iglesias ha olido sangre en todo este asunto y quiere capitalizar ese sentimiento de no a la guerra que hubo en España en torno a la guerra de Irak, y que fue aprovechado por el PSOE en las elecciones generales de marzo de 2004.
Es en los momentos de grave crisis mundial como los que estamos viviendo cuando salen a relucir las fortalezas o las debilidades de un país y de su clase dirigente. Y ante lo que muchos responsables políticos de otras latitudes califican ya sin ambages como la III Guerra Mundial aquí seguimos discutiendo si son galgos o podencos. Y así nos va.

Por no hablar de la fuerza y del orgullo con el que los franceses han enseñado en estas fechas sus símbolos: la bandera y el himno. Ambos les han unido, les han ayudado a sobrellevar el dolor por la agresión sufrida. Por el contrario, aquí seguimos acomplejados a la hora de sacar nuestra bandera y no pasa nada cuando el himno es silbado y vituperado, como sucedió en mayo en la final de la Copa del Rey en el Nou Camp. Es el complejo que de forma vomitiva expresó hace unos días la jefa de prensa de Podemos a las puertas de la embajada de Francia, cuando los congregados en aquel lugar, españoles en su mayoría, cantaban La Marsellesa en señal de solidaridad con el país vecino: "Fachas, sois unos putos fachas", dijo la pava, y se quedó tan ancha.


 (Cayetano González/ld.)





 (Estos son los progretas mierdosos que creen que pueden apaciguar a los terroristas poniéndose de rodillas. Y hay muchos más. ¡Qué asco!)



CONCENTRACIÓN ESTE SÁBADO EN MADRID

Colau, Kichi y Wyoming piden no bombardear al ISIS

El manifiesto "No En Nuestro Nombre" llama a la movilización contra "el terrorismo, la islamofobia y sus guerras" y exigen "no bombardear" al Estado Islámico. (La Gaceta)




 (¿Y creen que así nos salvaremos? ¡Imbéciles!!)

Reino Unido y Francia ya están a la cabeza mundial

España está a la cola del mundo en gasto militar y Política de Defensa

Dentro de Europa sólo Hungría, Austria e Irlanda gastan menos en términos relativos (gasto sobre PIB).

Periodista Digital, 23 de noviembre de 2015.

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