viernes, 13 de mayo de 2016

EL SUICIDIO DE ESPAÑA.







 

España ha elegido suicidarse

Si de verdad se quiere matar a España, lo más eficaz es dejarla sin españoles. Y en eso estamos.
EDITORIAL
España ha elegido suicidarse y lo está haciendo mediante una variada panoplia de instrumentos: laxitud ante las tendencias separatistas, claudicación ante el terrorismo y sus herederos, renuncia a un modelo económico de supervivencia nacional y, por supuesto, la vía más lenta, pero más segura, del colapso demográfico. Si de verdad se quiere matar a España, lo más eficaz es dejarla sin españoles. Y en eso estamos.

El Instituto de Política Familiar ha publicado su informe correspondiente a 2016. Los datos son reveladores, aún más: estremecedores. España es, con Portugal y Países Bajos, el país de la Unión Europea que menos dinero dedica a la familia. En la UE-15 –o sea, los países con los que nos gusta compararnos-, el porcentaje del PIB que se destina a ayudas a la familia es del 2,3% (un punto menos si se el cuadro se amplía a la UE-28, es decir, si se añaden a la tabla los países de reciente incorporación, ostensiblemente más menesterosos que el nuestro). España, por el contrario, dedica tan sólo un 1,31% (cifras de 2014). Lo más notable es que este porcentaje misérrimo es fruto de una voluntad expresa de reducción, porque en 2009 era del 1,47% del PIB. 

O sea que los gobiernos de España, a medida que se agrava el problema familiar, reducen sus prestaciones, lo cual da una idea bastante clara de lo que nuestros gobernantes, PP y PSOE por igual, piensan sobre la familia. El paisaje se hace más elocuente, hasta lo obsceno, cuando se mira a las ayudas directas por hijo a cargo. En la UE-15 es de 107 euros al mes, y de 91 euros al mes si se toma como referencia la UE-28. ¿Y en España? Sólo de 24 euros al mes. Y para colmo no es una ayuda universal, sino que el sistema castiga expresamente a las familias con rentas medias y altas.

Por supuesto, el problema no es sólo económico. Hay también factores de orden cultural y social que resultan determinantes, y a eso han ayudado mucho las políticas de estímulo del aborto y el divorcio. En un contexto de cultura social individualista y de economía precaria, donde formar una familia es una decisión difícil, el efecto de esta política es letal. Todos los días hay en España 445 matrimonios, y todos los días se producen en nuestro país 290 rupturas; o sea que el índice de fracaso matrimonial asciende, en términos globales, al 66%, que es una barbaridad.

 Como no hay estabilidad familiar, la natalidad se reduce al mínimo: tenemos 1.171 nacimientos diarios y, por contra, 1.082 defunciones cada día; el número de viejos empieza a ser superior al de jóvenes. Por cierto que de esos 1.171 nacimientos, un 42% se producen fuera de matrimonio. Con esas cifras, y a efectos de pirámide de población, todos los días perdemos 49 jóvenes menores de 15 años y ganamos 416 mayores de 65 años (de ellos, 222 mayores de ochenta). Necesitaríamos 719 nacimientos diarios más para asegurar el reemplazo generacional. Lejos de eso, tenemos 260 abortos diarios, 28 de ellos en adolescentes. Aún hay quien piensa que esto se compensa con inmigración. En España, no: aquí se van todos los días 610 inmigrantes. Es simplemente catastrófico.

Es asombroso comprobar que estas cosas, que son esenciales, a todos nuestros partidos les importan un bledo. La ideología progre-nihilista dominante ha creado el prejuicio de que hablar de familias y nacimientos es algo reaccionario y retrógrado, como si las sociedades pudieran reproducirse por esporas. Pues no: estamos hablando de la supervivencia física de la nación. Un país sin nacimientos, un país que hace la vida imposible a sus familias, es un país abocado voluntariamente a la desaparición. Y una clase política que así se comporta, merece que se le exijan las más graves responsabilidades. (La Gaceta)

1 comentario:

Arcoiris dijo...

Cuando uno comprueba lo que tarda una celebridad futbolística en ganar nuestro salario o pensión (clíquen el enlace y verán: BBC News - How long would it take you to earn a top footballer’s salary?, o bien: www.bbc.com/news/world-31110113), se entiende cuánta injusticia rebosa nuestro sistema y este país nuestro en particular. Que tengan que emigrar futuros grandes científicos a la busca de salarios decentes y de proyectos estimulantes, que huyan tantos brazos jóvenes dispuestos a aceptar trabajos y jornales que aquí se les niegan, cuando presumimos de una de las mejores ligas europeas, cuando alardeamos de tener dos finalistas “españoles” en la Champions, cuando tenemos expresidentes de pequeños taifas que cobran unas pensiones vitalicias escandalosas, amén de otros privilegios …, ¡clama al cielo! Me parece indecente presumir de ciertas vanidades, es incalificable, se mire como se mire, pagar con dinero público cifras inasequibles para la mayoría de la población productiva (que producen un bien tangible para provecho de sus coetáneos), mientras se puede ser pobre aun ganando un jornal, ya no digo cuando no se encuentra dónde laborar.
¡Y que se dejen ciertos partidos políticos de echar descaradamente sus redes populistas en el inmenso caladero de votos femenino! ¡Que sean honestos y no promuevan conceptos y leyes que sólo pueden dañar al común! ¡Y que se rechacen posturas y eslóganes del estilo del que dice: “Mi coño y mi matriz son míos” porque es tan falso como pretender que nuestro monedero nos pertenece, como todos lamentamos!
No se debe aspirar a resolver los problemas de la vivienda y del trabajo fomentando los abortos. Pero está claro que las parejas que tienen el valor de buscar descendencia debieran de cobrar un sueldo adecuado ya que ya está bien de ofrecer a la sociedad un contribuyente neto “by the face”, por la cara. Naturalmente, habrá que espabilar para que esos potenciales padres tengan ciertas garantías de que sus hijos encontrarán un puesto de trabajo digno sin tener que marchar afuera. Y que no se diga que no hay dinero para ese desideratum, que no hay pasta para tanto, porque entonces resultarían más inexplicables los privilegios tan exagerados de unos pocos.