lunes, 21 de noviembre de 2016

LA IZQUIERDA USA Y LA ESPAÑOLA










LA IZQUIERDA USA Y LA ESPAÑOLA.

Los periódicos, televisiones y emisoras de radio anuncian (9/noviembre/2016) la victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton en las elecciones norteamericanas.

Una victoria sorprendente porque Trump la ha conseguido teniendo en contra el establishment, la banca, las finanzas, el mundo universitario, casi todos los medios de comunicación y la gran mayoría del mundo del espectáculo.
Además de ser blanco, heterosexual y millonario, Trump tendría gravísimos defectos. Machista, racista y xenófobo. ¿Cómo ha podido ganar? ¿Están locos estos norteamericanos?

Tiempo habrá para comprobar qué políticas, internas y externas, sigue Trump. Porque, sin duda, no se hace nunca todo lo que se ha dicho en la batalla electoral. Ya sus primeras declaraciones han sido conciliadoras. Desde felicitar a Hillary Clinton, a decir que piensa gobernar para todos los norteamericanos.

Hay, aparentemente, razones profundas que explicarían este éxito electoral. Entre ellas, hartazgo y descontento con las ideologías dominantes: multiculturalistas, abortistas, homosexistas, políticas “de género”, o el feminismo radical. También el cansancio de las políticas socialdemócratas, que han arruinado a las clases medias. O la globalización, que ha hecho perder muchos empleos que antes parecían seguros. Todo esto, supuestamente, es lo que representaba Hillary Clinton. Por cierto, se presenta a Trump como millonario, lo que es cierto. Sin embargo, lo que se dice mucho menos es que el matrimonio Clinton ha ganado 154 millones de dólares entre 2001 y 2016. Y atesora una fortuna de alrededor de 6.000 millones de dólares.

Con independencia de estas razones profundas, que el tiempo confirmará, rechazará o matizará, lo que quiero destacar ahora es el comportamiento de los derrotados en estas elecciones.

 Por ejemplo, Hillary Clinton aparece en público- con retraso, eso sí- y dice que reconoce la derrota, pero, y esto es muy importante, se ofrece a Trump para trabajar juntos por los Estados Unidos. Y añade algo más, que le honra. ‘’Donald Trump va a ser nuestro presidente. Le debemos una mente abierta y una oportunidad para liderar", dijo Clinton en un discurso ante miembros de su campaña y simpatizantes.

 Algo parecido sucede con el Presidente Obama. Deseó éxito a Trump y afirmó: "Todos estamos en el mismo equipo". Además, prometió una transición pacífica, ‘como cuando yo tomé el relevo hace 8 años’. Estas facilidades que menciona Obama fueron obra de Bush.

Ahora podemos comparar estos ejemplares comportamientos norteamericanos con los comportamientos de los políticos de izquierdas ante el gobierno de Rajoy, en el mes de noviembre de 2016, después de un gobierno en funciones desde el 20-D de 2015.

Pues bien, el comportamiento de la izquierda española es muy diferente. Prestemos atención, en primer lugar, a las actuaciones del -hasta ahora- otro gran partido nacional, el PSOE. El que ha compartido el gobierno de España, con el PP, durante estos últimos cuarenta años.

Dejemos aparte el ‘no es no’ y la negativa, en redondo, a dialogar con Rajoy, que había ganado las elecciones, aunque no pudo formar gobierno. ¿Por qué no pudo formar gobierno? Porque los socialistas no estaban dispuestos a colaborar en la gobernabilidad de España, absteniéndose en la investidura. No se les pedía que apoyaran a Rajoy con un ‘sí’.  Se les pedía una abstención, por responsabilidad. Por compromiso con el interés general.

Como es sabido, el mediocre y sectario Pedro Sánchez, urdió a escondidas un acuerdo con los comunistas de Podemos y separatistas varios. Ofreciendo, a estos últimos, apoyo para celebrar referendos soberanistas. Algo que estaba prohibido por las decisiones del Comité Federal del PSOE. Al fin se descubrió el pastel. El escándalo fue mayúsculo y provocó un grave y bochornoso enfrentamiento ente los propios socialistas. Cómo sería de grave que pidieron que estuviera presente la policía nacional, cerca de la sede socialista de Ferraz, para evitar posibles altercados.

Resumiendo, la opción sensata- la de la ‘vieja guardia’ y los cercanos a ella- ganó frente a una minoría- quince creo recordar- que se mantenían en el ‘no es no’ a Rajoy, para impedir la formación de gobierno. Lo que hubiera forzado a unas terceras elecciones.

Al final, se impuso la abstención, aunque los quince diputados ‘sanchistas’ desobedecieron el acuerdo del Comité Federal y vocearon el ‘no’ en el Parlamento.

Se podría decir que este lamentable espectáculo se produjo antes de la formación del nuevo gobierno de España. Pero la diferencia con los norteamericanos es que, allá, se portaron como nobles y generosos compatriotas. En cambio, aquí, una parte de la izquierda- los ‘sanchistas’ del PSOE y Podemos- se comportaron como enfermos de odio. Ya no tiene sentido hablar- al referirnos a esta gente- de nobles compatriotas que, una vez perdida la batalla electoral- se comportan de manera responsable. No, el odio ‘a la derecha’ les puede más.

La otra izquierda, la de la abstención, se ha limitado- por ahora- a no caer en el pozo del odio al Partido Popular. La derecha separatista, como siempre. Tratando de chantajear a los gobiernos de España. Rajoy sigue escondiéndose tras el TC y Sánchez ofrecía más ‘encaje’ a los separatistas catalanes.

¿A qué se debe tanto odio, de buena parte de la izquierda, que le impide un comportamiento parecido al de Clinton y de Obama con el ganador de las elecciones?

En los políticos norteamericanos hay un reconocimiento público de que, por encima de ellos y sus partidos, está la nación americana. De ahí que, terminada la batalla electoral, haya que atender al bien superior de la nación.

En cambio, para la izquierda española, la nación española se la trae floja. Este es el problema que explica- no justifica- el odio cainita a la derecha. Zapatero dijo: ‘El concepto de nación es discutido y discutible’. El de nación española, no el de nación vasca, catalana o gallega. O la que haga falta. Para el comunista Iglesias, el himno nacional español es una ‘cutre pachanga fachosa’.

 Es nuestra izquierda del cambio de progreso.

PD. Los progres no entienden que, en democracia, se pueda votar a Trump. Incluso a Sánchez e Iglesias.

Sebastián Urbina.

(Publicado en ElMundo/Baleares/17/Noviembre/2016.)

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